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Después de la caída de las acciones al inicio de semana pasada, el viernes los mer-cados corrigieron con alzas. Los inversionistas esperan que la FED aplace el final de su programa de estímulo. A pesar de que las compañías obtienen ganancias, las acciones han caído, lo que muestra que el mercado reacciona a otros temores. | Foto: A.P.

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Economía mundial, al borde de la crisis

El petróleo en picada, el dólar disparado, las bolsas en crisis, el ébola y las guerras tienen al mundo económico con los pelos de punta.

18 de octubre de 2014

Como no se veía hace mucho tiempo, la angustia se apoderó de los mercados financieros del mundo. La semana pasada, las principales bolsas del planeta cayeron como castillo de naipes, contagiadas de un miedo creciente al deterioro de la economía global.

Como dijo el diario The Wall Street Journal, los mercados globales están viviendo jornadas no aptas para cardiacos. El pasado miércoles fue el día más negro para Wall Street desde 2011. El índice S&P 500, que agrupa a las mayores empresas que cotizan en Estados Unidos, borró de un plumazo las ganancias del año. Pero también las bolsas de París, Londres, Fráncfort, Madrid, Lisboa, Atenas y Milán, tuvieron grandes pérdidas en la peor semana del año. El sacudón también se sintió en las bolsas asiáticas y latinoamericanas que se descolgaron fuertemente. El viernes hubo un respiro, pero lo sucedido durante la semana no fue una tormenta pasajera. Los capitales, siempre nerviosos, han buscado refugio en lugares seguros como los bonos del Tesoro de Estados Unidos a donde han migrado en masa los inversionistas en los últimos tiempos. Esto ha afectado los mercados emergentes, y ha devaluado las monedas frente al dólar. En Colombia, por ejemplo, la moneda norteamericana llegó a 2.070 pesos, un precio que no se veía hace más de cinco años.

Como si lo anterior fuera poco, el petróleo sigue cuesta abajo. Cuando se pensaría que las guerras en Oriente Medio y la sangrienta expansión de Estado Islámico presionarían los precios al alza, la cotización del barril de crudo en Nueva York sigue bajando y llegó a los 80 dólares, y acumula una pérdida del 24 por ciento menos del valor que tenía hace apenas tres meses.

Hay gran confusión, inclusive entre los expertos. Y es difícil atribuirle toda esta convulsión a factores tradicionales. La coyuntura mundial está siendo atenazada por una combinación de factores económicos, geopolíticos y psicológicos.

La particularidad de la actual crisis es que se está profundizando a pesar de que Estados Unidos, que es en el fondo el principal motor de la economía mundial, está funcionando. El origen del problema está en Europa y tiene que ver con el advenimiento de una nueva recesión en el continente que los dirigentes no han podido neutralizar. El segundo, con las tensiones geopolíticas en el mundo, en especial el ánimo expansionista ruso en Ucrania y las guerras del Medio Oriente. Y el tercero, con el creciente pánico que ha provocado el virus del ébola y la incapacidad que están mostrando los gobiernos para contenerlo.

En cuanto al factor eminentemente económico, las perspectivas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) mundial han sido revisadas a la baja. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó sus previsiones para la economía global, tanto en 2014 como para 2015. Según el organismo, la recuperación mundial va a un ritmo ligeramente más débil que el previsto en abril pasado, porque han aumentado los riesgos financieros y geopolíticos.

La mayor preocupación se centra en la zona euro, cuyos resultados han sido decepcionantes. Muchos expertos temen por una tercera recesión en esta parte de Europa. Quienes pensaban que la crisis europea ya había pasado, se equivocan. Las señales que llevan a este pesimismo son varias. Una, el frenazo que presenta Alemania, la locomotora de ese continente. Entre abril y junio, el PIB de la mayor economía de la eurozona se contrajo 0,2 por ciento. La producción industrial se desplomó 4 por ciento, la caída más grande en más de cinco años. Los mercados habían pronosticado un descenso del 1,5 por ciento, lo cual generó un temor por una posible recesión. El gobierno de Angela Merkel redujo sus previsiones de crecimiento para el próximo año a 1,3 por ciento.

Otra señal que hace temer por una posible recesión en el bloque del euro, es lo que sucede con Francia, la segunda potencia de esta zona. Su economía está completamente estancada. Lleva dos trimestres consecutivos de crecimiento cero. Los analistas son muy pesimistas sobre un repunte porque el país tiene pendiente un ajuste fuerte, que supondrá una menor demanda y por lo tanto, en el corto plazo, no hay expectativas positivas de crecimiento.

A las malas noticias económicas de Francia y Alemania se suma la situación de Italia, la tercera economía de la zona euro, que se encuentra extremadamente débil. El primer ministro italiano Matteo Renzi no ha logrado sacar adelante muchas de las reformas que tiene que hacer por la fuerte división que hay en el Parlamento, lo que ha bloqueado las iniciativas del gobierno. Para muchos analistas, Italia prácticamente acumula su tercera recesión durante la crisis que sacude a la eurozona. Solo tuvo un trimestre bueno el año pasado.

En general en el Viejo Continente hay desconfianza de sus ciudadanos por la recuperación y por el futuro. Y esa sensación de desesperanza en la sociedad ha sido también un factor pues las economías se mueven en gran medida por las expectativas de la gente.

Ahora bien, mientras la economía global trata de reponerse, así sea lentamente, las tensiones geopolíticas, deterioradas en las últimas semanas, enfrían las posibilidades de una recuperación a corto plazo.

Hace varias semanas, el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, había reconocido que la inestabilidad geopolítica en el mundo, tendría un gran impacto en la recuperación económica de la eurozona. “Los riesgos geopolíticos son más altos que hace unos meses”, dijo.

El viernes pasado, el presidente ruso, Vladímir Putin, amenazó en Belgrado con reducir el suministro de gas natural a Europa en caso de que Ucrania desvíe el flujo para su consumo interno desde los gasoductos de tránsito por su territorio. Y no son solo amenazas, el pasado 16 de junio, Rusia cortó el flujo de gas hacia Ucrania y durante algunos meses de invierno de 2006, 2008 y 2009 se produjeron las conocidas como “guerras del gas” con corte de suministro. Si esto llegara a darse nuevamente, tendría efectos muy negativos sobre la recuperación de la zona.

Sobre todo porque por el sistema de gasoductos de Ucrania pasa cerca del 80 por ciento de las exportaciones de gas natural ruso con destino a la Unión Europea. Es decir, esto hace a los 28 países de la zona vulnerables a las crisis entre Kiev y Moscú.

En este coctel de preocupaciones, la brusca caída de los precios del petróleo les está quitando el sueño a muchos países, especialmente a los más dependientes de esta materia prima. Los precios del crudo van en picada por la combinación de sobreoferta mundial y demanda que no crece al mismo ritmo. El estancamiento en la zona euro y la desaceleración de China, unidos a una mayor producción de Estados Unidos de la llamada fracturación hidráulica tienen deprimidos los precios del oro negro.

Según la Agencia Internacional de Energía la demanda de petróleo durante en 2014 crecerá a su menor nivel en cinco años. La Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) que controla cerca de una tercera parte del suministro de crudo en el mundo no está dispuesta a reducir su producción. Tampoco lo está Arabia Saudita que no quiere perder su cuota de mercado, a pesar de que ello supone menores precios. Igual posición tiene Irán.

Las consecuencias económicas de la caída del precio del petróleo repercutirán en los países productores como Rusia, Irán y Venezuela que tienen sus presupuestos basados en niveles más altos del precio del crudo. Colombia no se escapa de esta coyuntura. La disminución de la llamada renta petrolera -por precio y baja producción- es el principal factor que está agregando incertidumbre a la economía colombiana.

Pero, como si no fueran suficientes los anteriores problemas, ha aparecido en escena un elemento más: el ébola. Aunque suena prematuro asociar a esta enfermedad con la salud de la economía mundial, los efectos psicológicos ya se sienten. La perspectiva de una pandemia mundial es un asunto que puede afectar a sectores del mercado de valores, pero tiene un componente adicional relacionado con la confianza. Las acciones de las aerolíneas se desplomaron, cuando se conoció que la segunda enfermera de Texas fue diagnosticada con el virus. Las acciones de United Continental cayeron 1,4 por ciento y las de Delta Air Lines 2,1 por ciento. El pánico de un contagio mundial está golpeando la confianza de todos los agentes de la economía y en los gobiernos que no parecen capaces de enfrentar el virus.

¿Hay forma de contener estos vientos huracanados que vienen desde distintos frentes? No parece fácil dada la evidente crisis de liderazgo político que está viviendo el mundo en la actualidad. La crisis de 2008 mostró que las grandes potencias no estaban en capacidad de corregir el rumbo de la economía.

Por ahora, Estados Unidos tiene el voto de confianza porque presenta mejores perspectivas de crecimiento. Aunque es favorable para muchos países, como Colombia, que dependen principalmente de ese mercado, mientras subsistan tantas preocupaciones en el mundo, lo más probable es que el nerviosismo y la desconfianza sigan dominando la economía.

Nervios a la colombiana

Cómo se puede afectar la economía y las finanzas del Estado colombiano con un dólar caro y un petróleo barato.

La turbulencia internacional se ha sentido en el mercado local con movimientos bruscos en las acciones, el petróleo y el dólar.

La mayor preocupación se centra en la caída del precio del petróleo, por el impacto que tiene sobre las finanzas públicas. Para el director de Fedesarrollo, Leonardo Villar, era un riesgo anunciado. Un petróleo por debajo de 85 dólares el barril abre más el hueco que el gobierno está tratando de llenar con la reforma tributaria.

Las cifras son contundentes. Por cada dólar que caiga el precio del crudo –durante un periodo de un año– el país deja de recibir ingresos por 400.000 millones de pesos. Como dice Villar, si se tiene en cuenta que en el último mes la cotización ha caído 20 dólares, la Nación recibiría alrededor de 8 billones de pesos menos, obviamente de sostenerse la caída. Aunque la devaluación del peso ayuda, pues significa que por los dólares se reciben más pesos, no alcanza a compensar todo lo que se deja de recibir por el desplome del crudo. Según el director de Fedesarrollo, en neto el golpe para las finanzas públicas sería de unos 4,5 billones de pesos. Para dar una idea, eso significa que se tendría que acudir a otra reforma tributaria.

Es muy difícil predecir el rumbo que tomará la cotización del petróleo. Los expertos ya se han equivocado, pues hace dos meses no esperaban que pudiera bajar de los 85 dólares, y la semana pasada pisó los 80 dólares.

El panorama por la debilidad en la renta petrolera es crítica. El gobierno hizo sus cuentas para el presupuesto de 2014 basadas en 97 dólares el barril y de 98 dólares para 2015. Según el ministro de Minas, Tomás González, el presupuesto para regalías el próximo año está calculado en petróleo a 87 dólares, es decir, con el nivel actual ya empezaron los problemas.

El golpe también se siente en los dividendos que recibe el gobierno por ser accionista mayoritario de Ecopetrol. Según el Marco Fiscal de Mediano Plazo, en 2015 el gobierno central espera recibir 8,4 billones de pesos, un 22 por ciento menos que en este año. Pero los analistas estiman ya una disminución en las utilidades de Ecopetrol entre el 20 y 30 por ciento en el segundo semestre.

El hecho tendrá serias repercusiones. La industria petrolera le aporta al Estado 21 por ciento de sus ingresos corrientes anuales. En general, el fin del auge mineroenergético está debilitando los ingresos fiscales, pues además del petróleo, los niveles de la producción de carbón están estancados entre 85 y 90 millones la tonelada. No hay que olvidar que el petróleo y el carbón representan cerca del 50 por ciento de las exportaciones colombianas.

La turbulencia internacional también está sacudiendo el mercado accionario local. El Colcap, principal índice de referencia, cayó 7 por ciento en el último mes –se afectaron casi todos los títulos– lo que significa que las ganancias que se habían acumulado en lo que va corrido del año prácticamente se esfumaron.

A pesar de que este comportamiento pone nerviosos a los inversionistas, que se apresuran a vender, los descensos en los precios de las acciones, en la mayoría de los casos, no tiene que ver con el desempeño de las compañías. Estas siguen mostrando buenos resultados, son empresas sólidas y con perspectivas de crecimiento muy positivas. Obedece más bien al efecto contagio por la turbulencia internacional y también a la salida de los inversionistas internacionales buscando mejores rentabilidades, como los bonos estadounidenses.

Si bien los extranjeros todavía son líderes en compras en el mercado accionario local, en las últimas semanas salieron de muchas de sus inversiones, lo que ha ocasionado movidas fuertes en los precios de las acciones.

Las acciones más castigadas en la Bolsa de Colombia son las de las compañías petroleras que están siendo duramente afectadas por la caída del precio del crudo. El título Ecopetrol lleva una caída en el año del 17 por ciento. La acción llegó a bajar de los 3.000 pesos, aunque tuvo un respiro y volvió a estar por encima.

Pero sin duda, el efecto más notorio de la coyuntura internacional se siente en el dólar. El precio de la divisa llegó a tocar en un momento los 2.070 pesos, un nivel que no se veía hace más de cinco años y que no estaba en ningún pronóstico.

La devaluación del peso frente al dólar en el año va en 7 por ciento, y no es la mayor de América Latina, puesto que ocupa Chile con una apreciación de su moneda del 12 por ciento. Con tanta incertidumbre en los mercados, nadie se atreve a apostar a cuánto más subirá el dólar en Colombia, pero lo que sí saben todos, es que el dólar barato se acabó.

¿Qué tan preparada está Colombia para enfrentar estos vientos adversos? Villar dice que está mejor equipada y la economía está más fuerte. Hay flexibilidad cambiaria, y posibilidades de hacer un ajuste, así sea doloroso por la vía de impuestos. Es decir, para enfrentar los vientos externos, el país dependerá de lo interno, o sea del consumo y de la dinámica del mercado local. El tema es que ahí la confianza es vital, y el nerviosismo internacional por ahora parece contagioso.

Octubre negro

La semana pasada los principales índices accionarios del mundo se descolgaron con caídas que en muchos casos borraron las ganancias del año.




La descolgada - Dólar cuesta arriba




Golpe a Ecopetrol



Abundante petróleo derrumba el precio




Europa depende del gas ruso