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Angela Merkel, la canciller alemana, y Francois Hollande, el presidente francés, defienden fórmulas diferentes para salir de la crisis de la zona del euro. La primera es partidaria de la austeridad y la mano dura y el segundo de medidas que estimulen el crecimiento. En la foto, cuando asistieron la semana pasada a la entrega del Premio Nobel de Paz a la Unión Europea.

CRISIS

Economía mundial: con el alma en vilo

En 2012 la economía mundial vivió en zozobra: la eurozona a punto de quebrarse; Estados Unidos al borde del precipicio fiscal; Japón en recesión y China, el gigante asiático, desacelerándose. ¿Seguirá en 2013 el mismo estrés?

15 de diciembre de 2012

La semana pasada la Unión Europea recibió el Premio Nobel de Paz por su papel en la unificación de Europa después de dos guerras mundiales. El reconocimiento más parece un consuelo para la atribulada Unión que vivió este año la peor crisis financiera que ha enfrentado en sus 54 años de historia.

Muchos criticaron esta distinción de la academia sueca y sacaron a relucir la mala gestión que los líderes del viejo continente le han dado a la actual crisis financiera donde han sobresalido los fuertes recortes en lo económico y lo social.

La verdad es que la falta de acuerdos entre los gobiernos y autoridades de la zona del euro para apaciguar la tormenta hizo que durante el año más de uno contuviera la respiración, esperando lo peor.

Hubo momentos realmente críticos, cuando subieron las apuestas por la inminente salida de Grecia de la eurozona. El prestigioso semanario alemán Der Spiegel llegó a advertir que "Grecia no puede retrasar más su salida de la zona euro". Por su parte, la directora del Fondo Monetario Internacional, FMI, Christine Lagarde, señaló que el destierro de Grecia "sería costoso y supondría grandes riesgos, pero es una opción que estamos obligados a examinar técnicamente".

Hay un amplio consenso en el sentido de que los desacuerdos entre los líderes del viejo continente contribuyeron a profundizar la crisis de la eurozona y a frenar la recuperación económica. En este sentido, las mayores críticas apuntaron a que la disciplina fiscal - impulsada por la canciller alemana, Angela Merkel- frenó cualquier clase de recuperación.

Las severas medidas de austeridad aplicadas este año en Grecia, España e Italia golpearon el consumo y arrastraron a esas economías hacia una recesión. La tasa de desempleo de España, por ejemplo, ya se ubica en 25 por ciento, afectando a casi 5 millones de personas, en noviembre. Pero el desempleo juvenil bordea el 50 por ciento. Una mejora en las condiciones del mercado laboral dependerá en gran media de la recuperación económica.

Hacia octubre, la marea bajó un poco, tras los anuncios y compromisos del Banco Central Europeo de hacer lo que fuera necesario para preservar el bloque euro.

Sin embargo, la semana pasada, la dimisión anunciada del jefe del Gobierno italiano, Mario Monti, despertó nuevamente la preocupación en toda Europa. Se teme que la tempestad financiera se acreciente ante el posible regreso al poder del exprimer ministro Silvio Berlusconi, tras un año de sacrificios para enderezar la economía y disminuir la colosal deuda pública. La inesperada decisión de Monti desató turbulencias en los mercados. "El regreso de Berlusconi al ruedo político y sus críticas a las severas medidas adoptadas por el tecnócrata Monti, en general aplaudidas por la Unión Europea (UE), hicieron saltar todas las alarmas y avivaron los recuerdos del 'año negro' cuando Italia, tercera economía de la región, se encontraba en el abismo y corría el riesgo de salir de la zona euro", dijo la agencia AFP.

No fueron menores las tensiones que se sintieron del otro lado del Atlántico. Los riesgos de que Estados Unidos caiga en el llamado precipicio fiscal (combinación de recortes de gasto y subida de impuestos) tienen al mundo con los nervios de punta. De materializarse esta probabilidad se produciría una fuerte desaceleración de la primera potencia económica, empeorando la situación del planeta. El problema es que para evitar el desastre gringo se necesitan acuerdos políticos, algo mucho más complejo que las simples medidas económicas.

Lo cierto es que mientras el presidente Barack Obama y el presidente de la Cámara de Representante de ese país, John Boehner, logran un acuerdo para evitar el desastre, muchos no logran dormir tranquilos.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía estadounidense, que comenzó 2012 con un impulso mayor que el inicialmente estimado, se desaceleró a 1,7 por ciento en el segundo trimestre, es decir, por debajo de las proyecciones del FMI de abril y su actualización en julio. El mercado laboral y el consumo no han logrado cobrar mucho impulso.

Mientras tanto, los coletazos de la crisis de la deuda en Europa y de los desacuerdos en Estados Unidos se sintieron en los principales mercados emergentes —China, India, Rusia y Brasil— se desaceleraron.

Este año, el crecimiento de las economías emergentes de Asia cayó al nivel más bajo desde 2008. Y no hay que olvidar que Japón también entró en recesión.

De acuerdo con el FMI, a mediano plazo persiste el riesgo de una desaceleración brusca en China, que repercutiría tanto en el crecimiento mundial como en los mercados de materias primas. Como se sabe, el gigante asiático es determinante en los precios de los productos básicos, que a su vez son fundamentales para los países emergentes de América Latina que son exportadores de ellos. El PIB también se desaceleró en América Latina y los pronósticos indican que la región crecerá este año 3,2 por ciento.

El año próximo podría traer mejores vientos, que hagan bajar el estrés de la economía, pero no hay que confiarse. Como dice la directora del FMI, Christine Lagarde, los vínculos entre lo que pasa en Occidente y Oriente son estrechos, por eso nadie puede cantar victoria, o sentirse ileso de esta crisis mundial