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El cohete Google

Wall Street está enamorada de la acción del buscador número uno de Internet. ¿Otra burbuja punto-com?

12 de febrero de 2006

Es el fenómeno de Wall Street. Su cotización ha desatado una euforia bursátil que no se veía desde finales de los años 90, cuando empezó la burbuja tecnológica y se desató una fiebre global por las empresas 'punto-com'. Google, el buscador más popular del mundo, ha alcanzado en estas últimas semanas un precio por acción de 400 dólares, cinco veces más que cuando salió a bolsa en agosto de 2004. Actualmente tiene una valorización de mercado de 120.000 millones de dólares, muy por encima de grandes compañías como Coca-Cola, Time Warner, American Express, Sony, Dell o Hewlett-Packard. Hoy Google vale más que el Producto Interno Bruto de Colombia en un año y todo indica que puede llegar mucho más lejos. Este buscador, con sede en Mountain View, California, está rompiendo todos los récords existentes en materia de ventas y participación de mercado. Con apenas siete años de vida, maneja el 56 por ciento de las consultas en Internet a nivel global, comparado con 21 por ciento de Yahoo y 11 por ciento de Microsoft. Google tiene 5.000 empleados, ofrece resultados en 109 idiomas, realiza búsquedas en más de 8.000 millones de páginas y tiene una base de datos de 880 millones de imágenes. Se calcula que sus ganancias crecerán el año entrante 44 por ciento, impulsadas por las recientes mejoras que hizo a sus sistemas para desplegar anuncios publicitarios junto a los resultados de búsqueda. Gracias a estas mejoras, la compañía septuplicó sus utilidades en el tercer trimestre de 2005. Esas extraordinarias ganancias no son, sin embargo, lo que más llama la atención de los analistas. Es el hecho de que hoy día las acciones de Google son consideradas por muchos inversionistas como activos de largo plazo. Esto pondría los títulos de la empresa lejos del fenómeno de los años del boom de Internet, cuando un alza brusca de las acciones de una compañía no aseguraba que se mantuvieran en ese nivel porque las inversiones eran especulativas. La admiración va más allá de los círculos empresariales y tecnológicos. La prensa económica mundial está obsesionada con el tema y diariamente se escriben ríos de tinta llenos de interrogantes y preguntas. ¿Dónde está el techo de la cotización de Google? ¿Es ajustado el precio que se está pagando por las acciones del buscador? O por el contrario, ¿hay una injustificada carrera alcista propiciada por el renovado optimismo del mercado tecnológico? ¿Existe un riesgo real de que los espectaculares resultados de los últimos trimestres den un vuelco y se produzca un google-crack? Y si cae el mercado publicitario, ¿podrá Google salvar sus cuentas con sus productos de pago? En esta especulación viven medios tan importantes como The Economist, The Wall Street Journal, The Financial Times y Business Week. Y aunque nadie tiene respuesta para muchas de estas preguntas, lo cierto es que la receta de Google, que no es la de ningún mago financista, es motivo de admiración entre los analistas del planeta, que siguen día a día el desempeño de las acciones de esta empresa que fundaron dos estudiantes de la Universidad de Stanford? Ideas que valen oro Todo comenzó en 1995, cuando Sergey Brin y Larry Page, entonces de 23 y 24 años, respectivamente, eran candidatos a PhD del programa de informática de Stanford. Brin, de origen ruso, se había graduado con honores en matemáticas e informática en la Universidad de Maryland. Page, estadounidense e hijo de un reconocido profesor de ciencias informáticas, era graduado con honores en la Universidad de Michigan, donde obtuvo un título como ingeniero informático. Usando complejas fórmulas matemáticas, desarrollaron una tecnología llamada PageRank (Bringing Order to the Web), que consiste en determinar la importancia de un sitio a través de un análisis de todas las otras páginas que se relacionan con él. Un algoritmo de búsqueda superrápido que no sólo cuenta las páginas, sino que también las mira por dentro y las categoriza. Así, algunas son desechadas porque encuentra otras más importantes. Aunque era pleno el auge de Internet y a las punto-com llegaban inversionistas por doquier, Page y Brin no conseguían quién les prestara la plata para montar su empresa. Así que decidieron convertir sus habitaciones del campus de Stanford en la sede inicial de Google. Page tenía varias computadoras junto a su cama y Brin montó la oficina financiera en el cuarto contiguo. A los pocos meses tuvieron que comprar varios discos duros -que les costaron 15.000 dólares- para continuar indexando páginas a toda velocidad. Cuando el éxito ya era un hecho y estaba en sus manos, ambos decidieron pedir licencia y abandonar sus estudios de doctorado. Hecho que los afectó muy poco, si se tiene en cuenta que hoy tienen una empresa que vale 120.000 millones de dólares y gracias a la cual amasaron una fortuna personal que les permite compartir el puesto 16 de la lista de multimillonarios de la revista Forbes. En 1998 conocieron a Andy Bechtolsheim, el cofundador de Sun Microsystems, quien les prestó 200.000 dólares. Con esos recursos abrieron su propia empresa en Mountain View, California, a la que nombraron Google Inc., por su parecido con la palabra 'googol', que en inglés se usa para referirse a la cifra '10 elevado a la 100' (un 1 seguido de 100 ceros; el número de enlaces que aspiran tener algún día). Desde entonces, la familia de Google se ha multiplicado como arroz. Sus servicios hoy incluyen Gmail (correo electrónico), Google Talk (servicio de mensajes instantáneos con voz), Froogle (servicio de comparación de precios), Google Earth (mapas, imágenes satelitales), servicio de blogs, editor de imágenes Picasa y Google Desktop (que permite utilizar el motor de búsqueda para encontrar archivos en el computador del usuario) y la lista sigue creciendo. En estos momentos libra un mano a mano con Microsoft por hacer una sociedad de avisos por Internet con AOL. ¿Hasta dónde llegará Google? Es difícil saberlo. La mayoría de los analistas de Wall Street cree que todavía hay espacio para que valga mucho más dinero. De 32 agencias que siguen el valor de la acción, 25 recomiendan comprar y las siete restantes apuestan por mantener, es decir, no comprar más acciones, pero tampoco vender. Los analistas basan sus recomendaciones en hechos y también en percepciones. Los hechos son que las cuentas de Google siguen engordando a un ritmo astronómico, y que ha conseguido batir todas las previsiones en cada resultado trimestral que presenta al mercado. Los ingresos crecen por tres dígitos (entre 100 y 400 por ciento) en todos sus trimestres fiscales desde 2003. Y las ganancias de sus filiales internacionales también van cada día en aumento, con lo que logra diversificar geográficamente sus ventas (39 por ciento son fuera de Estados Unidos). El consenso, en todo caso, no es general. Uno de los riesgos que existen es la excesiva dependencia que tiene Google de la publicidad, que supone 99 por ciento de sus ingresos y que, según ellos, podría comenzar a moderar su crecimiento a partir de 2006. Algunos expertos dudan sobre la capacidad de Google de sacarles provecho económico a sus últimos lanzamientos, como los mapas digitales, correos electrónicos, mensajes a móviles o sistemas de pago. En el fondo, la pregunta es si Google puede pasar de ser un simple buscador a la mayor plataforma de gestión de contenidos digitales que haya existido nunca. A juzgar por el valor de la acción en la bolsa y su capitalización de mercado, la respuesta es sí.