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EL CUERVO

La absurda tragedia familiar de la corresponsal de El Espectador en Miami.

19 de enero de 1987

Todos los jóvenes de los Estados Unidos esperan cumplir 18 años para poder entrar a las discotecas a bailar y tomar cerveza y para sacar la licencia de conducir y manejar de noche. Pero Carlos Alfonso Paz Hurtado era distinto. El quería cumplir 18 años para comprar un arma de fuego y matar a su papá, como lo hizo la noche del pasado 13 de diciembre.
Cuando a las 2 y 30 de la mañana del 18 de diciembre salió por fin del largo interrogatorio de casi 11 horas a que lo sometió la Policía, la expresión severa y desafiante, pero tranquila de su rostro, reflejaba, más que arrepentimiento, una actitud altiva ante el futuro que le espera detrás de las rejas de la cárcel y que seguramente terminará en la silla eléctrica.
El estudiante de sexto bachillerato que ya en dos oportunidades había fallado en su intento por conseguir un arma, pudo por fin hacerlo, después de alcanzar la mayoría de edad establecida por las leyes del estado de la Florida, en 18 años para armas de cañón largo como fusiles, rifles y escopetas y en 21 para armas de cañón corto como pistolas y revólveres.
Según se ha podido establecer, el muchacho sólo quería matar a su padre porque "era muy estricto". Sin embargo, fueron 14 las balas disparadas desde el fusil adquirido esa misma tarde por Carlos Paz Jr. en un almacén de Miami. Tres de ellas contra su padre, dos contra la madre y otras dos contra su hermana.
Después de asesinar a su familia, Carlos Alfonso Paz tomó su pasaporte, las llaves del Volvo dorado modelo 1978 de su padre y se dirigió a la casa de unos amigos en el noreste de la ciudad, donde permaneció escondido hasta la tarde del miércoles cuando fue interceptado por la Policía en el momento en que se dirigía a la casa de su novia, ubicada en el mismo vecindario de Miami Lakes, donde vivían sus padres.
"A mí siempre me pareció un muchacho muy tranquilo y educado. Sin embargo, Amparo vivía en una angustia permanente, pues, según sus propias palabras, su casa se había convertido "en un verdadero infierno", a causa de las constantes peleas entre el padre, que era demasiado severo, y el hijo, que tenía un temperamento muy fuerte", informó a SEMANA Victoria de Osorio, amiga personal y confidente de Amparo Hurtado de Paz.
Según las declaraciones de Osorio, la situación era tan conflictiva que el matrimonio estuvo a punto de separarse varias veces. Sin embargo, para buscar la paz familiar, el joven se fue a vivir a casa de un primo durante casi todo el año pasado y tanto el hijo como la madre se sometieron a tratamiento siquiátrico, en contra de las protestas del padre, quien se oponía por aquella vieja creencia de que sólo los locos van donde el siquiatra.
A comienzos de este año, Carlos Alfonso regresó a vivir a casa de sus padres, se matriculó nuevamente al colegio del cual se había retirado para tomar clases por televisión en su casa. Según una jovencita que asistía al mismo colegio, que pidió no ser identificada, "... ese chico era muy extraño y camorrero, no hablaba mucho, pero cuando lo hacía era sólo para decir malas palabras. Hace poco, incluso -informó la joven- lo suspendieron del colegio porque en una pelea con otro compañero sacó un cuchillo e iba a matarlo".
La tarde del viernes pasado fue el ultimo día que los vecinos vieron a los miembros de la familia Paz-Hurtado con vida. Mientras la pequeña Alina jugaba con una amiga en el jardín frontal, el padre caminaba abrazando a su hijo por el lago que baña la parte posterior de la casa. Sería el último intento de diálogo entre padre e hijo, porque esa misma noche Carlos Alfonso resolvería los conflictos familiares "a su manera".
A las 8 y 30 de la noche de ese mismo día, Carlos Alfonso llegó a su casa del 150-77 Mount Road y disparó primero contra su padre, el arquitecto payanés de 42 años, Carlos Paz. Luego mató a su madre, la columnista y corresponsal de El Espectador en Miami, Amparo Hurtado de Paz, de 42 años, quien intentó interceder por su esposo y finalmente, asesinó a su pequeña hermana Alina, de tan sólo 10 años, que cursaba quinto de primaria en el Miami Lakes Elementary.
Las luces exteriores y los focos de Navidad con que la familia Paz Hurtado había decorado la fachada de su casa para las actividades de fin de año, se mantuvieron encendidas día y noche durante los cuatro días que sucedieron a la tragedia. Esto y el olor nauseabundo que comenzó a salir por las rendijas, puertas y ventanas, despertaron las sospechas de los vecinos, quienes llamaron a la Policía.
A las dos de la tarde del martes 16 fueron encontrados los cadáveres del triple asesinato. El cuerpo del padre se hallaba en el comedor, donde pocas horas antes, su esposa Amparo había ofrecido un almuerzo navideño a algunas de sus amistades. Alina yacía bocarriba en otra habitación, y el cuerpo de la madre, del cual la Policía ha rehusado dar información alguna, parece haber sido encontrado, según declaraciones de un vecino que pidió no ser identificado, colgando de una cuerda dentro del closet, en una habitación en la planta inferior de la casa.
Los cuerpos fueron luego trasladados a la morgue de Miami, dande permanecieron hasta las 11 de la mañana del jueves 19, cuando los padres del difunto Carlos Paz se acercaron a reclamarlos.
Mientras tanto, Carlos Paz Jr., de quien inicialmente se presumió que estaba drogado, pero que las pruebas se encargaron de desmentir esa presunción, espera tras las rejas de una cárcel en Miami la iniciación del juicio, en el que tendrá que responder a tres cargos de asesinato en primer grado y enfrentar un fiscal que seguramente pedirá para él la silla eléctrica.