Home

Economía

Artículo

EL DEL AVISO

Millonario presupuesto en publicidad se invierte en la búsqueda de un misterioso holandés

9 de junio de 1986

El 1° de mayo, los colombianos que aprovechaban el día de fiesta para leer los periódicos entre la cama, quedaron de una sola pieza cuando se encontraron con un aviso de media página en el que se daban las señas particulares de un holandés que había desaparecido desde el 16 de marzo entre Saravena y Arauquita, y en donde se ofrecía una cuantiosa gratificación para quien suministrara informes sobre su paradero.
No era para menos. El aviso en mención se pago en los cuatro periódicos de Bogotá con un costo aproximado al millón y medio de pesos diarios, y si se tiene en cuenta que salió durante cuatro días seguidos y que la semana pasada su publicación volvió a reanudarse, el dinero invertido (podría pasar de los 10 millones de pesos) permitía deducir que tenía que tratarse de alguien muy importante.
Las conjeturas y especulaciones no se hicieron esperar hasta el punto que, el miércoles pasado, una antioqueña, residente en un apartamento del Barrio Bostón de Medellín, llamó a la redacción de El Tiempo en esa ciudad, y contó que un hombre muy parecido al del aviso y "hablando gringo" había llegado a su casa a pedir limosna.
Las autoridades especializadas en investigaciones de este tipo y consultadas por SEMANA no dieron mucho crédito a la versión y pensaron que se podía tratar más de un paisa "trabado" o de una paisa sicociada por la publicidad, que del holandés.
Los investigadores aseguraron que, a pesar de haber puesto sobreaviso a los detectives antioqueños, no se podían dedicar exclusivamente a su búsqueda por cuanto Medellín tenía el fin de semana pasado la visita del candidato Barco y del hermano del presidente Betancur, y en su seguridad ocuparían a todos los agentes. Sin embargo, esta información hizo que se dieran los primeros datos sobre el holandés. Se trata de Peter Gruster, supervisor de la Mannessman, empresa multinacional dedicada a la explotación de petróleo en Arauca. El domingo 16 de mayo, después de inspeccionar algunos trabajos en el oleoducto de Caño Limón, Gruster se despidió de sus compañeros y nunca más se volvio a saber de él.
Para la colonia de holandeses residentes en Colombia, hasta la publicación de los avisos, la desaparición de su paisano era un secreto y ni siquiera el 30 de abril, día en que se llevó a cabo un coctel en la Embajada de Holanda, celebrando el cumpleaños de la reina madre, se comentó el asunto.
Pero las especulaciones comenzaron. Algunos dijeron que se trataba de un peculado y que Gruster había desaparecido con una fuerte suma de dinero y que por lo tanto la empresa lo buscaba afanosamente. Las autoridades se inclinan a pensar que se trata de un secuestro del Ejército de Liberación Nacional, ELN, con el cual la Mannessman tuvo en un comienzo una magnífica relación que, una vez publicitada, se deterioró. A pesar del hermetismo guardado por la empresa y el abogado que fue contratado en Bogotá para la búsqueda, se ha filtrado que los avisos son más una cuestión formal para legalizar la relación contractual que problemas de fondo con Gruster.
Si se tiene en cuenta que los desaparecidos en el país ya pasan del millar, que es muy poco lo que las autoridades logran averiguar sobre ellos y que hasta ahora el ELN no ha reivindicado el secuestro, podrían pasar muchos días antes de que los colombianos sepan qué suerte corrió Peter Gruster, el holandés del aviso. --