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El plan de ajuste fiscal que debe cumplir Grecia es severo, algunos lo definen como más trabajo, más impuestos y menos salarios.

MERCADOS

El efecto Atenas

La crisis de Grecia hizo desplomar las bolsas del planeta. Los mercados no creen en la capacidad del gobierno de Papandreu de aplicar el recorte fiscal que necesitan y temen por el efecto contagio en otros países de Europa.

8 de mayo de 2010

El mundo no acaba de reponerse de la terrible crisis económica que desató hace un par de años Wall Street, cuando ya está viviendo otra tragedia, esta vez por cuenta de varios países europeos.

Grecia es el detonante. Su grave situación fiscal, por el excesivo endeudamiento (del 110 por ciento del PIB) tiene con los pelos de punta a los principales líderes europeos y a los inversionistas del mundo entero. La semana pasada, los mercados bursátiles entraron en pánico. Los índices accionarios en Asia, Europa, Estados Unidos y América Latina cayeron en cascada. El euro descendió a niveles de 1,28 frente al dólar, el más bajo en mucho tiempo y los analistas creen que perderá aún más valor.

Los mercados financieros y bursátiles son un buen termómetro para medir la temperatura de la economía. Se suelen anticipar a los acontecimientos. Y lo que se vio la semana pasada es que temen que Grecia no cumpla con el severo plan de ajuste que le impusieron el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Unión Europea para recibir una ayuda de alrededor de 110.000 millones de euros que le permita atender la deuda pública y reducir su déficit fiscal que llega al 13,6 por ciento del PIB, cuando el límite permitido dentro de la Unión Europea es de 3 por ciento.

Los disturbios en las calles de Atenas y las manifestaciones de protesta de los griegos por la aprobación en el Parlamento del plan de ajuste aumentaron la preocupación de los inversionistas internacionales.

La verdad es que el plan de ajuste afecta a todos los griegos. Incluye la eliminación de las primas salariales de los funcionarios y los pensionados del sector público, aumenta la edad de jubilación de las mujeres en cinco años, a 65, sube el IVA en 2 puntos, al 23 por ciento, reduce la inversión pública y congela la contratación de funcionarios por tres años, mientras aumenta en 10 por ciento los impuestos sobre el tabaco, el alcohol y la gasolina. Los griegos han definido el plan de choque como más trabajo, menos salarios y más tributos.

Los mercados tienen sobradas razones para estar nerviosos. Los bonos de la deuda griega están en manos de muchos bancos europeos y si Atenas incumple, el sistema financiero pagará los platos rotos con más pérdidas.

Pero esto no es todo. Lo que no deja dormir a los líderes europeos y a los inversionistas es lo que puede pasar de aquí en adelante.

La situación griega es muy mala, pero no es la excepción en un continente que enfrenta enormes desafíos económicos. España, Portugal, Irlanda y Rumania padecen déficits gigantescos y las enormes deudas públicas también los han obligado a plantear ajustes.

Las agencias calificadoras, que han sido castigadas en la pasada crisis por no anticipar la situación de muchos bancos, ahora han decidido bajar la calificación de varios países. Los bonos griegos acaban de pasar de inversión especulativa a bonos basura. También redujeron la calificación a España y Portugal. La verdad es que una cosa es que tiemble Grecia y otra diferente que lo haga España. Es lo que tiene más asustado al mundo.

Los analistas están preocupados por las repercusiones que podría tener en España, una economía cinco veces más grande que la griega. Si bien todos reconocen que España no es Grecia, advierten que desempeña un papel muy importante en la zona euro y sus problemas económicos preocupan a Europa. Alemania y otros países europeos tienen gran parte de la deuda española y, obviamente, los pone nerviosos un deterioro de la calidad de sus bonos.

Para Mauricio Cárdenas Santamaría, del Instituto Brookings en Washington, la situación es realmente preocupante, pues de tener que aplicar la receta de ajuste de Grecia en otros países, probablemente los pueblos no lo aguanten. "Para mí sería un coctel molotov. Los países no van a aceptarlo. En el caso de Grecia, la fórmula tendrá que ser reestructurar deuda o que dejen de pagar parte de ella".

Pero Alberto Bernal, de la firma Bulltick Capital Markets de Miami, cree que los líderes europeos no dejarán que Grecia llegue a caer en una cesación de pago pues esto podría generar un caos inmenso en los mercados, y las consecuencias sobre el crecimiento económico mundial serían terribles. "Permitir un 'default' de la deuda de un país dentro de la UE, en nuestra opinión, probablemente podría generar el colapso de la unión monetaria".

¿Podrá el efecto Atenas dar al traste con la recuperación que venía mostrando la economía mundial? Es posible. La caída en las bolsas de la semana pasada se 'comió' buena parte de lo que se había ganado este año. Esto significa un retroceso en lo ya alcanzado. Y la confianza de los consumidores es lo primero que se pierde. Eso ya se vio en la pasada crisis.

Los efectos sobre los países de América Latina se sentirán en dos direcciones: por un lado, algunos bancos que operan en la región podrían sentir el golpe si Grecia incumple sus pagos y, por otro, los países europeos más golpeados por la crisis van a reducir su demanda, afectando el crecimiento del PIB en todas partes del mundo.

Hay quienes piensan que la situación que vive Europa traerá oportunidades para América Latina. Los inversionistas podrían ver a la región como un lugar seguro para resguardarse de los riesgos y por eso muchos capitales llegarían a estos mercados. Los países de la región presentan hoy bajo endeudamiento y aplican políticas más serias. Claro que la llegada masiva de estos flujos de dinero puede generar problemas por la revaluación de las monedas. Otros creen que terminará pasando lo de siempre: cuando hay turbulencias, los mercados se sienten más seguros refugiándose en Estados Unidos.

Como están las cosas, si bien hace unos meses los economistas decían que ya había pasado lo peor, lo mejor es no volver a hacer cuentas alegres.