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EL "MILAGRO ALEMAN" DEL ELN

El Ejército de Liberación Nacional resurge del pasado con un río de dólares

29 de diciembre de 1986

Después de varios años de estar acostumbrados a la guerra espectacular del M-19, y a la no menos espectacular tregua armada de las FARC, los colombianos van a tener que volver a aprenderse una sigla guerrillera ya bastante olvidada:
ELN, Ejército de Liberación Nacional. Los "elenos", un tiempo desplazados por los "mecánicos" y los "farcos" o "farianos" o "farolos", y hasta por los "francos" y los "quintines", están irrumpiendo de nuevo con fuerza en el escenario de la violencia nacional. Y lo han hecho a la vez con sangrientas acciones militares, numerosas y prolongadas, y con el lanzamiento de una campaña de propaganda caracterizada por la proliferación de publicaciones. La más reciente se titula "Aportes a la formación ideológica" y en ella se dice explícitamente que no se trata de reemplazar a ninguna de las ya existentes, como "El Militante", ni a órganos internos como el "Bertulfo" o la cartilla "Gustavo Albeiro Muñoz". Son revistas lujosas, en magnífico papel y excelente impresión a dos tintas (rojo y negro, como era de esperarse).

Lo que hay detrás de ellas, como detrás del recrudecimiento de los asaltos armados, es un secreto muy sencillo: dinero. Muchísimo dinero. La "vacuna" que pagó al ELN la empresa constructora alemana Mannesmann para que la dejaran terminar en paz el oleoducto Río Zulia-Caflo Limón, y que ascendió, según diversas fuentes, a una cifra de entre veinte y cincuenta millones de dólares (entre cuatro mil y diez mil millones de pesos).

Con esa inyección financiera, la que durante años fue una guerrilla quebrantada y perdida en el fondo de ríos y montáñas inaccesibles ha agigantado en menos de un año su potencialidad en hombres, en armas y en presencia política. Las dos últimas semanas bastan para demostrarlo, aunque el general Rafael Samudio, ministro de defensa, haya afirmado que "la situación de orden público está bajo control". Entre el 15 y el 28 de noviembre el ELN realizó acciones, que costaron decenas de muertos tanto a ellos como a la fuerza pública, en puntos tan diversos del territorio nacional como Cerrito (Santander), Gallego (Huila), El Bagre (Antioquia), Zaragoza (Antioquia), San Martín de Loba (Bolívar), el río Mira (Nariño), Santa Leticia Huila), San Jose del Guaviare (Guainía), Puracé (Cauca y Curumaní (Cesar). Durante ese periodo el Ejército no informó de choqúes con ninguno de los otros grupos guerrilleros, salvo dos o tres sangrientos "roces" con frentes en tregua de las FARC y la aparición de un hasta ahora desconocido Frente Revolucionario del Pueblo que al parecer opera en Guasca y Gachetá (Cundinamarca).
El ELN de estas dos semanas es además casi tan diferente en su estilo del que había sido prácticamente exterminado en Anorí, hace doce años, como lo son sus lujosas revistas ilustradas de ahora de las hojitas mimeografiadas con un borroso "N.U.P.A.L.O.M." (Ni Un Paso Atrás Liberación O Muerte) que circulaban en los tiempos de Fabio Vásquez Castaño. Las revistas revelan una inesperada apertura, si no ideológica al menos literaria: no son ya las mismas viejas consignas, sino también poemas; y no sólo de militantes "elenos" sino también, colmo del pluralismo en un grupo tradicionalmente tan sectario, de autores como el cubano Pablo Milanés, el español Luis Cernuda y el peruano César Vallejo. Y las acciones militares, por su parte, revelan una nueva táctica guerrillera. No son los golpes aislados con huida inmediata tras el asalto a la sucursal local de la Caja Agraria en sitios remotos, como la legendaria Simacota. Sino una ofensiva en regla, con asaltos reiterados a la misma población y búsqueda de enfrentamlento directo con concentraciones de tropas del Ejército. En El Bagre, por ejemplo, el ELN hundió una draga de la compañía Mineros de Antioquia y regresó dos días después a volar una segunda. En vez de retirarse a la selva tras el ataque a Zaragoza, los "elenos" siguieron adelante para asaltar San Martín de Loba. Y sin contentarse con tirotear los cuarteles de Policía no vacilaron en lanzar un ataque contra la base militar de las Bocas del Carare.

Sin embargo, ni la poesía ni la guerra les han hecho olvidar el secreto financiero de su nueva imagen. Conscientes de que la plata de la Mannesmann se puede terminar un día, buscan nuevos recursos. El asalto a El Bagre tenía por objeto castigar a Mineros de Antioquia por negarse a pagar por las buenas su "impuesto de guerra". Y las repetidas voladuras del oleoducto Río Zúlia-Caño Limón son otras tantas advertencias a la Occidental y a Ecopetrol. --