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El turno de los grandes

Luis Carlos Sarmiento recurre a Fogafin y Julio Mario Santo Domingo entrega su corporación financiera al Estado. ¿Qué está pasando?

13 de agosto de 2001

La noticia cayo como una bomba. Después de más de un año en que ningún banquero acudía a la ayuda de Fogafin y ya parecían haber quedado atrás las angustias de la crisis financiera la semana pasada el Grupo Aval, de propiedad de Luis Carlos Sarmiento, emitió un escueto comunicado en el que anunció su intención de pedir un préstamo a la entidad oficial para capitalizar la corporación de ahorro y vivienda AV Villas.

Con el anuncio no sólo quedó la sensación de que la crisis, lejos de haberse terminado, sigue viva. Tratándose nada menos que del grupo financiero más importante del país, quedó también la impresión de que de ese coletazo nadie estaba exento. Algo que había empezado a quedar claro una semana antes, cuando el gobierno tomó el control de la Corporación Financiera del Norte (Corfinorte), que hasta entonces había sido propiedad del Grupo Santo Domingo.

El hecho de que los protagonistas de estas noticias fueran los principales grupos económicos del país ha llamado mucho la atención y ha dado lugar a no pocas especulaciones. Si la reactivación económica del año pasado no bastó para devolverles la salud a las entidades financieras, ¿qué irá a pasar si la economía se estanca? Más aún, si los titanes están en aprietos, mucha gente se pregunta cómo estarán los demás.

Frente a estas preguntas lo primero que hay que decir es que el sector financiero, después de una crisis como la de 1999, no es un paciente que se pueda recuperar de un día para otro. La experiencia de otros países muestra que este es un proceso que puede durar hasta cinco o más años. Aunque las entidades financieras del país están hoy mucho mejor paradas que hace dos años, cuando la crisis tocó fondo, esto no quiere decir que no se requieran más esfuerzos y sacrificios para terminar de sacarlas adelante. Al fin y al cabo el sector financiero ha tenido que cargar con la quiebra de un gran número de industrias, con la reestructuración financiera de las que sobrevivieron y con el incumplimiento en los pagos de la mayoría de los departamentos y municipios del país.



El paciente

Por mucho que se le den vueltas al asunto, cuando un banco está en problemas no queda camino distinto a capitalizarlo para poder así sacar de su balance todos aquellos créditos incobrables que lo tienen en jaque. Y esto es precisamente lo que han venido haciendo la mayoría de las entidades financieras en el país durante los últimos dos años. En unos casos, como Bancolombia y algunas entidades extranjeras, la capitalización ha corrido enteramente por cuenta de los accionistas. En otros casos los dueños han acudido a la línea de crédito que ofrece Fogafin para ese propósito.

Lo que ocurrió con Corfinorte fue que, ante la necesidad de meterse la mano al bolsillo para capitalizarla en 20.000 millones de pesos, el Grupo Santo Domingo consideró que no valía la pena y, como ocurre en estos casos, la entidad quedó en manos del gobierno. No obstante, la razón por la que los dueños decidieron no hacer el esfuerzo no tiene que ver tanto con las perspectivas de la entidad como con las prioridades de su principal accionista: Valores Bavaria.

Este conglomerado tiene 138 empresas del sector real en su portafolio, muchas de las cuales, como Avianca, requieren grandes inyecciones de capital. Valores anda en plan de salir de las inversiones no prioritarias y concentrarse en los negocios en los que tiene una ventaja competitiva. Y es claro que el negocio financiero no es una de sus prioridades. Después de todo Julio Mario Santo Domingo, que había controlado al Banco Santander y al Banco Comercial Antioqueño en el pasado, había tomado la decisión de prácticamente retirarse de ese sector.

El Grupo Aval, en cambio, sí está concentrado en la actividad financiera. En ella creció y en ella es fuerte. Por eso no es sorprendente que Luis Carlos Sarmiento haya optado por hacer el esfuerzo para sacar adelante a AVVillas. Lo que llamó la atención no fue el hecho de que capitalizara, pues al fin y al cabo es lo normal, sino que lo hiciera con la ayuda de un crédito de Fogafin cuando dos años antes había dicho que nunca acudiría a esta entidad. Pero varias cosas han cambiado desde entonces.



Nuevas condiciones

Aunque los principales indicadores del sistema financiero han venido mejorando lenta pero sostenidamente, la banca hipotecaria sigue teniendo problemas. Muchos deudores siguen colgados en sus créditos. Este ha sido un problema particularmente grave para AVVillas, cuyo indicador de cartera vencida pasó de 18 por ciento a 27 por ciento en los últimos 12 meses. Ante esta realidad, la necesidad de capitalizar esta institución de un momento a otro se volvió impostergable.

De otro lado el gobierno, después de largos meses de estudios y evaluaciones, decidió modificar las condiciones de la línea de crédito que Fogafin tiene abierta para los accionistas de bancos que quieran capitalizarlos. El mecanismo que se había establecido para este fin hace dos años, que sólo fue utilizado por un puñado de entidades pequeñas, se otorgaba bajo unas condiciones que los banqueros consideraban muy inflexibles. Las nuevas condiciones ofrecidas por el gobierno, pactadas pero aún no promulgadas oficialmente, llevaron a Sarmiento a recurrir a esa línea de crédito. Más aún, el hecho de que sea el primero en anunciarlo no significa que vaya a ser el único. Muchos esperan que en los próximos meses más entidades, especialmente de las hipotecarias, que están más urgidas de capitalizarse, hagan lo mismo.

Lo que ocurre por estos días con el sector financiero, más que un resurgimiento de la crisis financiera, debe verse como parte de un largo y penoso proceso de convalecencia. Proceso que conlleva dificultades de las que no se salvan ni los grandes grupos económicos. Y que será más largo, complicado y costoso mientras más se demore la economía colombiana en despegar definitivamente.