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El segundo de la oficina del representante comercial de Estados Unidos, John Veroneau, celebra con el Ministro de Comercio de Colombia, Jorge Humberto Botero, la firma del tratado comercial entre los dos países. Ahora viene lo difícil: los congresos

Comercio exterior

El último ‘round’

El próximo año el Congreso de la República deberá aprobar tres TLC: con Estados Unidos, con Chile y con Centroamérica. El tema político prevalecerá sobre el técnico.

25 de noviembre de 2006

Nunca antes la agenda comercial de Colombia había estado tan apretada como en estos días. El miércoles pasado se firmó el Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos, después de 30 meses de negociaciones en los que los funcionarios de ambos países regatearon hasta el oro y el moro. Su firma divide en dos la historia económica y política del país y convierte a Colombia en integrante de un selecto club de 15 países que tienen un acuerdo comercial de este tipo con la primera economía del mundo.

A eso se suma que este lunes se firma el TLC con Chile, después de una negociación express que culminó en tan sólo dos rondas. Aunque no es tan importante como el de Estados Unidos, el de Chile permite profundizar y ampliar el intercambio con un país que está decidido a regresar a la comunidad andina y formar, con Perú y Ecuador, un bloque Pacífico comercial. Las exportaciones colombianas a ese país sumaron el año pasado 296 millones de dólares, y las de éste a Colombia, unos 337 millones de dólares. Chile es el cuarto país suramericano que más invierte en Colombia, y viceversa.

Otro tratado que está en la puerta del horno es el TLC con Centroamérica. Aunque falta una sola ronda de negociación, ya cinco de los 10 temas que hacen parte del acuerdo están listos. De los temas pendientes en las negociaciones con Guatemala, El Salvador y Honduras, el más complicado es el de acceso a mercados en los ámbitos industrial y agropecuario. En el primero ya está acordado el 40 por ciento del universo arancelario, mientras que en el segundo no se ha conciliado nada. La idea del gobierno es que todo quede finiquitado en la última ronda, que será dentro de un mes.

Después de que se firmen todos estos tratados, viene realmente la prueba de fuego del proceso: la aprobación en los Congresos. Aunque medio mundo cree que el trámite en el Congreso norteamericano será el más complicado de todos -supuestamente porque los demócratas no van a aprobar lo que firmaron los republicanos- , lo cierto es que cada vez más el tránsito por el Legislativo colombiano pinta color de hormiga.

Para empezar, porque ya no va a ser uno, sino tres los acuerdos que tendrán que ser aprobados por el Congreso de la República. Y eso, desde el punto de vista político, no es muy fácil. No sólo por la inconformidad que existe en el tema agrícola, sino porque cada vez más los uribistas están divididos en este tipo de temas, y la oposición, encantada con la demagogia. Sin duda aparecerán más y más opositores al tratado en el Congreso cuando aumenten los cuestionamientos a la política de seguridad democrática, al Plan Colombia y crezca el número de los políticos con nexos con los paramilitares.

Ahora bien. La suerte final de estos tres TLC dependerá del examen que les hagan los magistrados de la Corte Constitucional. Si la Corte los declara inexequibles en alguna de sus partes, habrá que reabrir la negociación y empezar todo el proceso otra vez de cero.

En otras palabras, 2007 será el año más movido en la historia del Congreso de Colombia en materia de acuerdos comerciales. Habrá que sacar tiempo para ver los debates por televisión porque van a estar, literalmente, como para alquilar balcón.