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El "Urrá-can" de Córdoba

La tragedia invernal revive y encarniza el debate sobre la construcción de la represa de Urrá.

17 de octubre de 1988

Aunque el huracán Gilberto que azotó a la región del Caribe no alcanza a llegar a las costas colombianas, los costeños han sentido todos los síntomas de un fenómeno de esta naturaleza. La tragedia corrió por cuenta de la lluvia y las inundaciones, y el vendaval lo protagonizaron los parlamentos costeños. En una especie de sindicato con todos los visos de rebeldía armaron la de Troya en el Congreso y afirmaron que estaban dispuestos incluso a que los calificaran de chantajistas con tal de asegurar la construcción de la represa de Urrá.

Este "Urracán", como lo llamaron algunos, tenía su origen en que, a juicio de los costeños, de haber existido la represa de Urraá, no se hubieran producido las inundaciones de la magnitud que se presentaron en Córdoba. Salieron a la palestra los viejos argumentos a favor de la represa y de inmediato las viejas acusaciones contra los considerados enemigos de la construcción del proyecto hidroeléctrico. "Si el gobierno fuera tan perspicaz como los alzados en armas, en lugar de estar salvando banqueros bastante cuestionados por la opinión pública, debería haber canalizado los dineros públicos hacia la construcción de obras como la de Urrá", dijeron los enfurecidos congresistas de la prensa citada la semana antepasada con el fin de dejar constancia de su "ahora ó nunca" en relación con el proyecto.
La actitud de "ahora o nunca", asumida por los parlamentarios de la Costa dejó ver la del gobierno, que después de varios estudios ha llegado a una especie de "ahora o nunca": ahora para el proyecto de Urrá 1, y nunca para el proyecto de Urrá 2. Esto es lo que se desprende del informe presentado a Corelca por la firma Gómez y Cajiao (la última que lo ha estudiado por enésima vez) en el que se habla del proyecto Urrá 1 y no se menciona para nada Urrá 2.
Aunque el "ahora" del gobierno no está todavía definido porque según el viceministro de Minas Hernán Correa "la decisión sobre el proyecto de Urrá 1 está sujeta a que sea aprobado en la junta directiva y posteriormente en asamblea general del ISA (Institucional de Interconección Eléctrica) y luego por el Consejo de Ministros"; el "ahora" de los parlamentarios costeños tampoco tiene mucho peso. Los habitantes de la región han visto exhibir la bandera de Urrá cada vez que se acerca un periodo electoral o cuando se presenta una coyuntura en la que se puede cuestionar la responsabilidad de la clase política costeña. Por oto lado. el "ahora" del gobierno también se ha escuchado varias veces, se ha puesto a andar y después se ha suspendido y, como si fuera poco, siempre ha estado lleno de ambivalencias.

Unas veces se ha dicho que se trata de un proyecto de regulación de aguas y educación de tierras, como se concibió inicialmente. Otras veces que es un proyecto eminentemente hidroeléctrico y una tercera fórmula que también se ha oído es la de que se trata de de un proyecto multipropósito, es decir, que sirve para la regulación de las aguas del río Sinú, para la adecuación de las tierras del valle del Sinú y como hidroeléctrica para la costa Atlántica y parte de país. Sin embargo, aún no se ha definido exactamente cuál es el verdadero carácter del proyecto. Mientras los parlamentarios costeños lo exhiben como solución al problema de las inundaciones, el gobierno lo considera una solución energética. Y otros, interesados en las consecuencias reformistas que trae la adecuación de tierras, presionan para que ese sea su principal objetivo.

Lo curioso es que este parece un debate en el que todo el mundo tiene la razón. Han terciado en él, además de los políticos, los ingenieros y el gobierno, los funcionarios del Inderena. Estos se oponen a la construcción de Urrá 2 porque "el impacto ecológico sería desastroso" dice Carlos Fonseca, subgerente de Medio Ambiente. Y aunque se afirma que solamente se construirá el proyecto Urrá 1, hay quienes sostienen que eso es una "treta"
para terminar construyendo el Urrá 2. "Se pretende hacer un embalse de 65 metros cuando se puede hacer hasta de 120, pero después de hecho el de 65, van a decir que Urrá 1 es insuficiente y que hay necesidad de hacer el proyecto 2", afirma Gabriel Echeverry, ex gerente del Himat, fervoroso crítico de Urrá.
Pero más curioso que el debate es la manera como se ha abordado el proyecto. Después de más de 40 años de haberse producido la iniciativa, cuando en el año 42, José Miguel Amín propuso la construcción de la represa de Angostura de Urrá con el propósito de que se regularan las aguas del Sinú, el gobierno autorizó en 1974 la iniciación de las obras y adjudicó esta tarea al gobierno soviético. Luego de que se firmaron los contratos y se arrancó con la construcción de las turbinas y los transformadores, el gobierno decidió que el país estaba con sobrantes en materia energética y suspendió el contrato con los rusos. Embajadores colombianos y diplomáticos soviéticos terciaron en la controversia y se ha vuelto a pensar en la reanudación de labores. Edmundo López Gómez, Guillermo Plazas Alcid y ahora Carlos Holmes Trujillo, desde la embajada en Moscú, han tenido que hincarle el diente el proyecto con el fin de evitar que Colombia sea víctima de algún tipo de reclamo por incumplimiento del contrato, por otra parte de los soviéticos.

Pero no sólo se ha incumplido con los soviéticos. En más de una ocasión se ha avanzado en materia de empréstitos internacionales con el Banco Interamericano de Desarrollo para financiar el proyecto y han terminado los dineros trasladados a otros rubros. Se han abierto licitaciones y se han adjudicado, sin que haya existido el dinero para financiar la obra. Otras veces se ha abierto licitación para Urrá 1 y se declara desierta y aplazada la de Urrá 2, sin que exista el dinero para ninguna de las dos, como lo ha denunciado también varias veces el ex ministro Edmundo López Gómez. Se inició la construcción de equipos en la Unión Soviética y el gobierno no aprobó la importación de las turbinas y los transformadores, y como para acabar de oscurecer el panorama, mientras el proyecto está en la agenda del Ministerio de Minas, ni siquiera está mencionado en las de los Ministerios de Desarrollo y Agricultura y, peor aún, el Himat no aparece en ninguna parte del debate.
Lo concreto es que si no se ha construido la represa de Urrá, por lo menos si se ha construido un inmenso debate en el que cada quien ve las cosas desde su ángulo y lo que sí parece que se ha represado es la contradicción de fondo: Urrá 2. Aunque aparentemente todo el mundo está hablando del proyecto Urrá 1, el que representa los peligros es el proyecto 2, y prácticamente nadie en la Costa cree que, una vez hecho el primero, se deje de hacer el segundo y las consecuencias en este terreno serían algo más que desastrosas. Mientras el primer proyecto cubriría un área de 6.700 hectáreas, el segundo llegaría hasta 70 mil. El primero está en la parte baja y es por eso que algunos de los críticos afirman que no es muy útil, mientras que el segundo está situado en la parte alta del río Sinú, lo que obligaría a que haya mayor cantidad de bosque talado.
El proyecto 1 puede hacerse sin que se afecte la biomasa, mientras que en el proyecto 2 prácticamente hay que extraerla. Y lo que no se ha podido establecer a ciencia cierta es en dónde está el punto medio entre la cantidad de agua que se necesita para adecuar tierras y evitar inundaciones y la que se requiere para generar energía.
Por ahora lo único que se sabe con toda certeza es que se han invertido alrededor de 40 mil millones de pesos en un proyecto que realmente aún no ha empezado a andar y no se sabe dónde va a parar. Con alguna razón un parlamentario costeño afirmaba que este debate es el que más presidentes, más embajadores, más ministros, más directores de institutos ha incluido, y más dinero ha costado a la nación.--