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Fenómeno del niño: prueba de fuego para el sector energético

La fortaleza del sector energético se medirá en 2016 cuando esté en pleno vigor el fenómeno natural. Será un año de grandes decisiones del gobierno y del sector privado.

5 de diciembre de 2015

El sector energético colombiano quedó a finales de este año en la picota con el descenso del nivel de los embalses, los problemas financieros de las plantas térmicas y los obstáculos en el suministro de gas. Aunque las lluvias de los últimos días aplacaron los cuestionamientos, podrían regresar con más fuerza en 2016.

El próximo año será el de la verdad para este sector, pues tendrá que hacerle frente al impacto del fenómeno de El Niño que amenaza con un fuerte verano que podría prolongarse hasta junio. De su intensidad dependerá la confiabilidad del sistema energético.

El gobierno viene insistiendo en que el sector puede responder a la mayor demanda, aún con El Niño fuerte. Sin embargo, el año entrante se vislumbran problemas que requerirán acciones decididas del Ministerio de Minas y Energía y de la Comisión de Regulación de Energía y Gas (Creg). Para garantizar el suministro de energía en 2016 las plantas térmicas deberán responder por cerca del 50 por ciento de la demanda, es decir, alrededor de 90 gigavatios hora-día, que se sumarán al otro 50 por ciento que tendrán que suministrar las hidroeléctricas si los niveles de los embalases siguen en descenso.

Sin embargo, varias térmicas anunciaron este año que no podrán cumplir con el suministro debido a los problemas financieros que afrontan, derivados de los mayores costos por la compra de combustibles líquidos como diésel ante la escasez de gas. Según la banca de inversión Lazard, los costos del diésel oscilan entre 212 dólares y 281 dólares el megavatio hora frente al gas natural que cuesta entre 68 y 101 dólares megavatio hora, es decir, la tercera parte. Recientemente, Termocandelaria, térmica de la costa Atlántica, fue intervenida por la Superintendencia de Servicios Públicos por sus problemas financieros.

Para garantizar que las demás térmicas suministren la energía que se requiere en 2016, el gobierno les girará recursos por 1,1 billones de pesos, parte de los cuales tendrán que ser asumidos por los usuarios a través de mayores tarifas, política que se mantendrá durante tres años.

Adicionalmente a la crisis de las térmicas, el gobierno tendrá que encontrar una solución radical a los graves problemas de Electricaribe, la principal comercializadora de la costa Atlántica. El malestar entre los habitantes de la región está creciendo así como las abultadas deudas de la compañía, que se queja porque los usuarios no pagan el servicio y por el impacto negativo de las conexiones ilegales.

A estos líos se suma la difícil situación con el suministro del gas. Colombia cuenta con una precaria infraestructura de transporte porque los gasoductos han visto copada su capacidad y no se han tomado las medidas para ampliar la red. A ello se suma el declive de los yacimientos del combustible en La Guajira y la mayor demanda.

Para 2016, el gobierno no solo tendrá que impulsar la construcción de nuevos gasoductos sino asegurar que entre a operar la planta de regasificación de Promigás, en Cartagena, para atender el gas requerido por las térmicas y demás usuarios. Pero este combustible por ser importado será mucho más costoso que el producido en Colombia. Así que no se descarta que el revuelo por las tarifas de gas se vuelva a animar el año entrante, más porque los productores del combustible expresaron su inconformidad con la nueva fórmula fijada por la Creg, cuyos beneficios o impactos negativos se sentirán en los próximos meses.

Con los graves efectos del cambio climático, que se están viendo en fenómenos más prolongados y severos como El Niño, es urgente que el gobierno además de invertir en gas impulse fuentes alternativas como la energía solar y eólica. Si bien lo que se avecina en 2016 en el sector es coyuntural, se requieren cambios estructurales para los años venideros, más cuando la producción de petróleo, la principal fuente energética del país, está en franco declive, las reservas alcanzan para seis años y la sobreoferta mundial del combustible mantendrá deprimidos los precios internacionales del crudo por buen tiempo.