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Y ERAN ESTUDIANTES

Se proponían volar las torres de Chocontá, que centralizan las comunicaciones del país, doce horas antes de los comicios. Su aventura terrorista terminó en tragedia.

5 de julio de 1982

La explosión pudo ocurrir en la carretera, en un peaje o antes de salir de la ciudad. Pero sucedió justo allí. En una estación de gasolina.
Pocos minutos antes, el Renault 12 verde claro había transitado los 16 kilómetros que separan a Chocontá de Villapinzón. Era el último trayecto que realizaba. Si el bombero que le ponía gasolina segundos antes del estallido lo hubiera mirado por debajo, se habría encontrado con una carga de dinamita. Pero no lo miró, por que para él era un carro más de los ciento que habían pasado por la estación de gasolina. Inexplicablemente, un segundo después de la explosión, el bombero se encontró vivo; aturdido pero ileso.
El bombero estaba mirando el carro antes del estallido: cuando pasó la humareda, ya no lo vio. Tenía la manguera en la mano, sólo entonces se dio cuenta de que el,surtidor estaba en llamas. Con otros dos empleados de la estación logró apagar el fuego. Eran las diez de la noche, aproximadamente. La víspera de elecciones.
Este protagonista anónimo porque nadie se ocupó de preguntar su nombre se salvó tal vez por su proximidad al carro bomba. Después del incendio, se dio cuenta de que tenía algunas quemaduras. Y no supo sino dos días después, al leer los periódicos, que había estado a punto de morir por un azar que lo colocó en el camino de un plan terrorista.
El único signo extraño que percibió antes de que todo ocurriera, fue el número de ocupantes del Renault: ocho. Apretujados en su estrecho interior, siete hombres y una mujer rondaron durante las horas anteriores por las cercanías de las dos torres rastreadoras de Chocontá, que centralizan las comunicaciones al interior de Colombia y las del país con el resto del mundo.
Su objetivo: volar la mayor parte de las instalaciones electrónicas que hacen funcionar las torres... doce horas antes de las elecciones.
No pudieron penetrar por el corto camino destapado que lleva de la carretera central a las torres: la vigilancía excepcional dispuesta para la fecha no les permitió pasar. Entonces siguieron de largo hacia Villapinzón, diez minutos más hacia el norte. En ese momento, el Renault 12 había recorrido casi cien kilómetros con su carga de armas, granadas, dinamita y ocho estudiantes de las universidades Nacional y de Los Andes.
La primera acción terrorista de este grupo fue el 27 de abril, cuando estallaron dos bombas en el edificio del Banco de Colombia, que entraron camufladas en canastas de flores. También habían puesto bombas en los depósitos de combustible del aeropuerto El dorado y en oficinas de Telecom del centro de Bogotá. La última bomba que colocaron antes del plan de Chocontá, estalló ese mismo sábado 29 de mayo, en el Colegio Mayor de Cundinamarca.
No se conoce la causa directa por la cual explotó la dinamita en ese momento. En todo caso, hacia las diez de la noche los ocho estudiantes decidieron alejarse de Chocontá y esperar. Escaseaba la gasolina. A la entrada de Villapinzón, 89 kilómetros adelante de Bogotá hay una estación de gasolina que presta servicio 24 horas. El Reanult entró y parqueó silenciosamente junto al surtidor del extremo norte de la estación.

EL TINTO SALVADOR
Cuatro de ellos tomaron entonces una decisión salvadora: tomar tinto. Gloria Carrasco. Juan Carlos Londoño, Luis Ignacio Ramos y Jimmy Rangel vieron una tienda abierta y se bajaron.
El bombero abrió la tapa del tanque del Renault y puso en marcha el surtidor. Dos personas más, Henry Martínez Pineda y Darío Arturo Beltrán decidieron bajar también.
Alcanzaron a caminal algunos metros.
Entonces ocurrió el estallido. Murieron instantáneamente, Jorge Alberto Patiño s Luis Alfredo Londoño. Patiño era el mayor de todos. Tenía 31 años y comandaba el grupo. Había sido estudiante de la universidad Nacional. Su amigo Londoño Vélez tenía 20 años y estaba en cuarto semestre de agronomía también en la Nacional.
Beltrán y Pineda que caminaban hacia el puesto de tinto, quedaron mal heridos. Uno de ellos, Pineda, murió cuatro días después. Darío Beltrán perdió las manos. Estaba en segundo semestre de Ingeniería Mecánica, en la Nacional.
Esa misma noche fueron capturados Luis Ignacio Ramos y Juan Carlos Londoño. Ambos tenían 19 años, y estudiaban derecho e Ingeniería en los Andes. Londoño ya no pertenecía a la universidad.
Jimmy Rangel que había tenido alguna vinculación a los Andes años atras, huyó. Con él desapareció también Gloria Carrasco.
SEMANA logró una rápida semblanza de dos de los estudiantes Gloria Mercedes Carrasco y Henry Domingo Martínez.
Ninguno de los dos utilizaba su segundo nombre. Para la gente que los rodeaba en las universidades eran personas corrientes y cercanas con rasgos especiales, pero sin ningún elemento en sus vidas que permitiera sospechar su militancia en el M-19.
Gloria Carrasco Ramírez, la caleña de veinte años que había entrado a estudiar economía a Los Andes en junio del 79, llegó hasta el quinto semestre de su carrera. Su vicio de estudiar la llevó a tener un promedio muy alto en su carrera, por encima del cuatro.
Su timidez no le impedía tener humor. Alternaba los estudios con el cine, sin pasar las horas muertas en la cafetería. De un metro sesenta vestía corrientemente: no se pintaba las uñas. Un saco abierto. unos bluyines y una mochila formaban su atuendo diario.
Lo que nunca supieron sus compañeros, sin embargo, fue que ella había desechado su segundo nombre, Mercedes, por un nombre de batalla: "Lucía".

TEATRO Y COMPUTADORES
Henry Domingo Martínez Pineda, su compañero de andanzas, era, en cambio extrovertido. Había pasado --pocos semestres atrás por el departamento de Ingeniería de Sistemas de Los Andes. Pero pasaba la mayor parte del tiempo con gente de la Nacional.
Tenía, además, vena teatral. A los 23 años, alternaba los estudios con el trabajo en un grupo escénico. "El Búho". Su promedio de notas era normal. Alguna vez estuvo por debajo del 3.25, circunstancia que en los Andes lleva al retiro temporal del alumno. Henry aprovechó ese intervalo para hacer un viaje por tierra que lo llevó hasta San Francisco.
Era muy original. Se vestía con ropas poco usuales. Aparecía por la universidad con unos pantalones blancos, herencia de indígenas ecuatorianos, camisa blanca sin cuello y con algún bordado, chaleco negro sombrero "coco" y bastón. En nada se parecía a las fotos que se han publicado: tenía bigote perilla y lentes redondos.
Lo último que sus amigos supieron de él era que su grupo de teatro pensaba establecerse en una nueva sede, hacia el centro de Bogotá.
Henry --al igual que Gloria Carrasco--había abandonado su vida normal un año atrás, para unirse al M-19. Ambos se convirtieron en "Ernesto" y "Lucía", los dinamiteros del Renault 12. "Ernesto" murió cuatro días después de la explosión, el miércoles dos de mayo. "Lucía" está huyendo. Y nadie, entonces, recordó sus segundos nombres. Ni Mercedes ni Domingo.

HABLA EL RECTOR DE LOS ANDES
SEMANA: ¿Qué provocó la aparición de este grupo guerrillero en una Universidad como Los Andes?
RODRIGO ESCOBAR NAVIA. Quiero clarificar que de las cinco personas que aparecen vinculadas a la Universidad, tres fueron suspendidas, por promedios académicos bajos hace algún tiempo, varios años en algunos casos No tienen matrícula vigente, y no son alumnos Hay dos de los supuestos participantes en los actos, que sí tienen matrícula vigente Luis Ignacio Ramos y Gloria Carrasco.
Por otra parte, la universidad de Los Andes tiene un perfil, una composición social muy similar a la de muchas universidades del país, puesto que nos hemos propuesto, con bastante éxito, vincular a estudiantes de distintos niveles de ingresos.
En tercer lugar, yo creo que el país necesita tomar conciencia de la urgencia de decidir una política completa, ambiciosa, pero realista, dirigida a la juventud. El hecho central de los años 80 es la exploción juvenil. Tenemos la mayor población juvenil de nuestra historia, que comienza a demandar con razón y justica oportunidades de capacitación, empleo, de recreación, de ingresos, de participación en las decisiones.
Parte central de esa política es el fortalecimiento del sitema educativo, especialmente del superior. Yo creo que la debilidad de la educación superior e intermedia en Colombia está provocando un aflojamiento y una frustración y una inquietud, lo cual explica que muchos estudiantes estén llegando al conflicto con la sociedad.
Hay personas que no tienen condiciones, por distintas razones, para lograr el equilibrio, la madurez emocional y mental suficiente para asumir las responsabilidades de la juventud. Probablemente, el conocimiento de los problemas crea mayor responsabilidad y, si se quiere, mayor presión sobre las personas, a medida que se crea uria conciencia en ellas de lo mucho que tienen por hacer. Y no todos tienen el equilibrio para manejar esas responsabilidades, y resistir y encauzar esas presiones, en su afán de contribuír a soluciones.
Claro que ha habido movimientos estudiantiles que en su momento reflejaron la inquietud general La universidad es colombiana, representa y refleja el país. Obviamente puede haber agentes externos, e incluso internos, que pueden filtrarse y que conspiren en estas situaciones. La Universidad no es Suiza. Representa todas las clases sociales, todas las tendencias políticas, y no debe causar tanta extrañeza que haya problemas en una universidad, como los hay en tantas otras. De todas formas, quisiera hacer énfasis, no por mí, sino por el país, en la urgencia de una política más elaborada y más clara para la juventud.