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FINANZAS PÚBLICAS

Esto se puede complicar

El hundimiento de la reforma tributaria es el primer campanazo de alerta sobre la frágil situación económica del país.

12 de diciembre de 2004

"Se están agotando las reformas fáciles". Con esta frase el ministro de Hacienda, Alberto Carrasquilla, enterró la semana pasada la cuarta reforma tributaria de este gobierno y la primera que no es aprobada en el Congreso en muchos años. El gobierno decidió retirar el proyecto ante la imposibilidad de lograr un acuerdo con los congresistas sobre la forma de recaudar los 1,5 billones de pesos que hacen falta para cuadrar el presupuesto del año entrante. Más aún, no pudo convencer a algunos de ellos de que en realidad era necesario aumentar los impuestos.

Desde un comienzo se sabía que el trámite legislativo de esta reforma no iba a ser fácil. Echarle mano al IVA -la fórmula preferida por el gobierno- es una medida impopular en el Congreso, así los técnicos del Ministerio de Hacienda se esfuercen por demostrar que gravar con este tributo un mayor número de productos no necesariamente golpea a los colombianos más pobres. Y por tratar de conciliar con los parlamentarios, el gobierno terminó con una reforma tan 'trasquilada' que, en términos de recaudo, era casi inocua.

Pero quizás el principal escollo que tuvo esta iniciativa fue el caldeado ambiente político que la rodeó. En primer lugar, como dijo el senador Víctor Renán Barco, ningún parlamentario quiere que "le enrostren con el dedo acusador de haber aumentado el IVA", cuando la campaña para las elecciones de 2006 está a punto de comenzar. En segundo lugar, el gobierno se dedicó a sacar adelante el proyecto de reelección presidencial. Aunque Carrasquilla hizo la tarea de presentar, explicar y discutir su proyecto de reforma tributaria, el margen de negociación con los congresistas se agotó en el trámite de la reelección.

En todo caso, que la reforma se haya hundido es más un fracaso político de esta administración que un problema irremediable para las finanzas públicas en el corto plazo. Carrasquilla anunció que recortará el presupuesto de gastos de 2005 en 1,5 billones de pesos y que, para aumentar los ingresos, la Dian reforzará los controles sobre la evasión. Nada de esto es fácil, pero los analistas parecen estar dándole el beneficio de la duda al gobierno. Además, algunos encuentran en las cuentas fiscales del año entrante varios 'guardados', como el hecho de que el Ministerio de Hacienda esté previendo una tasa de cambio de 2.750 pesos por dólar, cuando los pronósticos indican que no llegará a 2.600 pesos. Esto representaría, al igual que este año, un alivio en el pago de la deuda pública denominada en dólares.

Por eso, si bien al día siguiente de conocida la noticia los mercados donde se transan los títulos de deuda del gobierno comenzaron la jornada con cierto nerviosismo, no se presentaron alzas en sus tasas de interés, que es la forma como los inversionistas suelen castigar a los gobiernos que no hacen la tarea. Los preocupó mucho más el pobre crecimiento de la economía colombiana en el tercer trimestre de este año, que se esperaba fuera superior a 4 por ciento y resultó siendo de apenas 2,4 por ciento.

Lo mismo que antes

El problema de fondo, entonces, es que el tiempo pasa y el Estado colombiano sigue sin resolver su desajuste fiscal. La reforma tributaria que se hundió no era ni mucho menos la panacea, pero su caída dio un campanazo de alerta sobre las dificultades políticas que comienza a tener el gobierno de Álvaro Uribe. Estas amenazan con hundir un proyecto que sí resulta vital para las finanzas públicas en el mediano plazo: el acto legislativo de pensiones.

Este jueves 16 de diciembre los congresistas salen de vacaciones y para que la reforma pensional siga su curso debe ser aprobada por la plenaria del Senado en cuarto debate y después pasar a conciliación con la Cámara de Representantes. Todo esto, en cuatro días y con la oposición de algunos parlamentarios a la propuesta de adelantar el fin de régimen de transición, que permitirá pensionarse a toda una generación de colombianos como si el Instituto de Seguros Sociales no estuviera quebrado.

Si esta iniciativa tampoco sale viva del Congreso, el país habrá perdido los dos últimos años en intentos fallidos, como el referendo, por reducir la gigantesca deuda pensional. En 2005, el pago de mesadas a cargo de la Nación se llevará casi la quinta parte del gasto público y seguirá creciendo en los próximos años. ¿De dónde saldrá la plata?

Por eso los analistas, especialmente los extranjeros, están más preocupados por lo que pase después de 2005. El próximo año los congresistas estarán muy ocupados en sus campañas políticas. Y el gobierno también, si la Corte Constitucional da su visto bueno al proyecto de reelección presidencial en abril o mayo de 2005. Así, sacar adelante cualquier reforma económica importante no va a ser fácil y el hueco en las finanzas públicas podría seguir creciendo.

El resultado de no hacer nada es que Colombia continúa muy vulnerable a cualquier cambio en las condiciones de los mercados en donde consigue plata prestada. Entre 2005 y 2007, el gobierno deberá pagar o renovar más de la tercera parte de los 47.000 millones de dólares que les debe a los bancos y fondos de inversión que tienen TES en Colombia o bonos en el exterior. Poder hacerlo a un costo razonable depende de que las tasas de interés en Estados Unidos no suban excesivamente, el dólar no se trepe, no haya una crisis en los mercados financieros internacionales -como la que ocurrió en 1997- y los inversionistas extranjeros no decidan sacar su dinero de países emergentes como Colombia.

Ninguna de estas variables puede ser controlada por el gobierno. Aunque este año todas se comportaron a la altura de las circunstancias -sólo la caída del dólar le representó al fisco un ahorro contable de casi dos billones de pesos-, nada asegura que vayan a continuar así en los próximos años. Menos cuando el país sigue aplazando las reformas estructurales que necesita. "Los mercados financieros nacionales e internacionales saben que los colombianos somos muy gradualistas para resolver nuestros problemas, pero que terminamos haciéndolo", dijo a SEMANA el ministro Carrasquilla hace 15 días. Ojalá no se les agote la paciencia.