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GANANDO TIEMPO

El éxito de la ronda Uruguay del Gatt no beneficia mucho a Colombia en el momento, pero será fundamental en el futuro.

17 de enero de 1994

UN CONOCIDO REFRAN ASEGURA QUE "LO bueno, si breve, dos veces bueno". Como todo en la vida, sin embargo, hay momentos en que tan acertado compendio de sabiduría popular tiene sus excepciones. y uno de ellos podría ser la conclusión de la llamada ronda Uruguay del Acuerdo General de Aranceles y Comercio (Gatt, por sus iniciales en inglés), que llegó a su fin la semana pasada en Ginebra después de siete años de negociaciones.
Colombia es en este momento uno de los países en desarrollo con mejores condiciones de acceso a los mercados internacionales. El tratado de preferencias arancelarias para el área andina le garantiza el libre acceso a Estados Unidos, durante 10 años, a una amplísima gama de productos. Y el Programa Especial de Cooperación le da las mismas garantías -por un plazode cuatro años, y con la posibilidad de ampliarlo todavía más- a los países de la ahora llamada Unión Europea.
Ambos programas, no obstante, son temporales. Cuando expiren, Colombia tendrá que someterse a las condiciones de acceso que rijan para el resto de países. Y éstas no serán otras que las que acaban de ser acordadas en el Gatt. De allí que también para Colombia el acuerdo resulte fundamental, en la medida en que prolongue en el tiempo los beneficios de su privilegiada posición actual (ver recuadro).
UN LARGO CAMINO
El Gatt -que técnicamente no es más que un tratado internacional- tiene como propósito fundamental estimular el comercio multilateral, mediante la eliminación de todo tipo de barreras.
Sus orígenes se remontan a los primeros años de la segunda posguerra, cuando la economía mundial atravesaba por uno de sus peores momentos.
En la llamada Conferencia de Bretton Woods -realizada por los países aliados a finales de 1944 en la población del mismo nombre, en Estados Unidos-, se acordó que la política económica internacional se fundaría en tres pilares: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento -más conocido como Banco Mundial- y la Organización Internacional del Comercio.
La creación de esta última entidad se frustró, sin embargo, por cuenta de la negativa del Congreso de Estados Unidos a aprobar el tratado constitutivo. Lo que iba a ser un organismo internacional de gran alcance se vió limitado al secretariado operativo de un acuerdo general sobre aranceles y comercio (Gatt) que decidió impulsarse en su lugar.
Dentro del proceso de desarrollo del Gatt se han producido hasta ahora ocho rondas de negociaciones. La ronda Uruguay, que se inició en Punta del Este en 1986, es la última de ellas. Las anteriores se concentraron en la reducción de aranceles, y lograron bajar el promedio mundial de 40 por ciento en 1945 a cerca del 5 por ciento en la actualidad.
La ronda Uruguay, en cambio, tuvo desde el principio un alcance mucho mayor: revertir el creciente proteccionismo a nivel mundial, lograr condiciones y reglas del juego más estables y transparentes para el comercio internacional, fortalecer las reglas y disciplinas del sistema, y restaurar el consenso multilateral.
También se buscó mejorar los mecanismos de solución de conflictos como elemento fundamental para preservar la liberalización comercial, integrar sectores como el agrícola y el de textiles y confecciones- hasta ahora excluídos de las negociaciones, e introucir a estas últimas temas nuevos como los del comercio de serviciosy la propiedad intelectual.
LOS ACUERDOS
Después de siete años de ires y venires y de superar un sinnúmero de obstáculos -que estuvieron en varias ocasiones a punto de hacer fracasar definitivamente las conversaciones-, el resultado final de la ronda se materializó en 28 acuerdos que se pueden agrupar en cuatro grandes grupos.
El primero trata todo lo relacionado con el acceso a los mercados y se ocupa de materias como los aranceles, las medidas no arancelarias, los productos agrícolas y tropicales, los recurs naturales y los textiles. El segundo grupo se ocupa de las normas jurídicas e incluye el articulado miso del Gatt. las subvenciones gubernamentales, las cláusulas de salvaguardia y la actualización de una serie de códigos de conducta, adoptados en la ronda de Tokio, que finalizó en 1979. El tercer grupo de medidas abarca temas que no habían sido incluídos anteriormente en el Gatt, como el comercio de servicios, la protección a la propiedad intelectual y las inversiones extranjeras relacionadas con el comercio. Y el último Grupo de acuerdos se ocupa de aspectos relacionados con la creación de un marco institucional para el comercio mundial.
El tema del acceso a los mercados es quizás el frente que más tradición posee en el marco de las negociaciones delGatt. Tiene como finalidad reducir las barreras, tanto arancelarias como no arancelarias, que afectan el ingreso de los productos a los mercados. En esta materia, las 117 naciones participantes en las negociaciones que culminaron la semana pasada en Ginebra acordaron reducir sus aranceles en un promedio equivalente a la tercera parte del actual.
Estados Unidos y la Unión Europea piensan lograr ese promedio disminuyendo los aranceles mutuos a la mitad y, en menor medida, los aranceles para productos del resto del mundo. De otra parte, se aceptó que los aranceles para los productos agrícolas se reduzcan en un 36 por ciento en las naciones industrializadas, y en un 24 en los países en desarrollo.
Igualmente se pactó acabar con las cuotas de importación y reemplazar las por aranceles que ofrezcan el mismo nivel de protección.
TEMAS NUEVOS
El grupo de los temas nuevos incluye las inversiones relacionadas con el comercio, conocidas con la sigla de TRIMS; los derechos de propiedad intelectual relacionados con el comercio, conocidos como TRIPS, y el acuerdo general sobre comercio de servicios, conocido como GATS.
El TRIMS prohíbe la práctica relativamente generalizada de exigir un alto contenido de integraci6n local en industrias como la automotriz, o la obligación de tener que exportar mercancías locales por valor equivalente al de las importaciones. Esta medida busca evitar la discriminación que se presenta en contra de empresas en las que hay inversión extranjera.
El TRIPS pretende garantizar que todos los países adopten unos niveles mínimos de protección de los diferentes derechos de propiedad intelectual, como marcas, patentes, derechos de autor y secretos industriales.
Busca esencialmente que los países en desarrollo implementen medidas internas destinadas a evitar que se sigan presentando las copias piratas de programas de computador, de discos y casetes, y de videos.
El GATS, por su parte, persigue establecer el marco general de principios y normas que deben regir el comercio de servicios. Este fue uno de los temas más críticos de la ronda y cubre servicios como los bancarios, y seguros, turísticos, de telecomunicaciones e ingeniería. Con todo, en este campo el impacto todavía parece ser limitado. Fue uno de los caminos más difíciles de transitar durante la negociación .
En materia de servicios financieros, por ejemplo, el acuerdo establece los principios para que los países abran sus mercados financieros a compañías extranieras. pero no hay mucho optimismo en cuanto a la celeridad conque los países miembros lleguen a implementar las medidas internas que lo permitan.
MARCO DE ACCION
La ronda Uruguay tuvo también un gran impacto a nivel institucional. Entre los avances en este campo, probablemente el más importante es la creación de la nueva Organización Multilateral de Comercio, que será la institución encargada de vigilar el cumplimiento de las normas aprobadas en el Gatt.
Este organismo viene a llenar la función que se pretendió darle a la Organizaci6n Internacional del Comercio en 1947. Durante 45 años el mundo se vió limitado a que el Gatt operara simplemente como un tratado internacional con un secretariado con poderes coercitivos muy limitados.
La nueva institución suple por fin ese vacío y tendra la capacidad y el poder de decretar sanciones a los países infractores con el voto de las dos terceras partes o de las tres cuartas partes de los miembros, según el caso.
Se establecieron, igualmente, el mecanismo de examen de las políticas comerciales y el sistema integrado de solución de diferencias. El primero tiene como objeto aumentar la transparencia de las políticas y practicas comerciales adoptadas por los países, y el segundo establece un procedimiento para la soluci6n de conflictos comerciales, con un mecanismo de apelación cuasiautomático, que evita que la parte perdedora bloquee el consenso y paralice los procedimientos.
Todo lo anterior, según los especialistas, producirá un gran impacto en el comercio internacional. Estimativos conservadores del Banco Mundial y de la Organización Económica para la Cooperación y el Desarrollo, (OECD), calculan que el intercambio de bienes y servicios se incrementará en más 200.000 millones de dólares anuales (ver recuadro) Esa suma sería del orden de los 270.000 millones hacía el fin del siglo.
Además, alrededor de 10.000 millones de dólares de ese monto corresponderían a los países de América Latina. Y ello, por donde se le mire, es bueno para todos.


Por qué la ronda Uruguay
EL PASADO MIERCOLES, 15 DE diciembre de 1993, pasará sin lugar a dudas a la historia. Ese día los 117 países integrantes del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (Gatt) firmaron el acta de 450 páginas con los acuerdos alcanzados después de siete años de deliberaciones de la llamada ronda Uruguay, considerada por todos los expertos como el mayor esfuerzo multitaleral jamás hecho en pro de la liberalización del comercio mundial.
Ronda es el nombre que se le da a los ciclos de conversaciones que llevan a cabo los países miembros del Gatt con el fin de alcanzar algún tipo de acuerdo que permita expandir el comercio multilateral, mediante la reducción de los aranceles y la atenuación de las demás barreras que obstaculizan la libre movilidad de bienes y servicios a nivel mundial. Generalmente, las rondas reciben el nombre de la ciudad o del país donde se realizan las deliberaciones. Las únicas excepciones han sido la ronda Dillon (1960-1961), así llamada en honor de un ex secretario del Tesoro de Estados Unidos, y la ronda Kennedy (1964-1967), en honor de John F. Kennedy, el presidente estadounidense.
La ronda Uruguay -que recibió dicho nombre porque la cita inicial tuvo lugar en el balneario de Punta del Este, en el país oriental- es la octava desde la creación del Gatt, poco después de terminada la Segunda Guerra Mundial. En la primera ronda, realizada en Ginebra en 1947, participaron sólo 23 países. En la ronda Uruguay, 117. Y mientras la primera se abrió y se cerró en el mismo año, las conversaciones de la última tomaron algo más de siete años.
Las primeras rondas se dedicaron casi exclusivamente a propender por el recorte de las tarifas arancelarias, lo que lograron con creces. La tarifa promedio de los países industrializados cayó del 40 por ciento, en la época en que fue fundado el Gatt, a menos del 7 por ciento, en 1986. Al reducirse los aranceles, sin embargo, comenzaron a proliferar otras prácticas comerciales que menoscabaron los logros obtenidos en ese campo.
Lo anterior hizo que el Gatt se fuera moviendo gradualmente hacia otras áreas. La ronda Kennedy introdujo algunas reglas contra las prácticas de dumping en las exportaciones -es decir, contra las ventas en el exterior a precios inferiores al costo de roducción interno-. Y la ronda Tokio (1973-1979) hizo más difícil para los países manipular las licencias de importación y los registros aduaneros, con el propósito de evitar prácticas de sobre o subfacturación.
No obstante, la enorme expansión del comercio mundial de bienes y servicios, el aumento de las inversiones extranjeras y la creciente importancia de otros temas que nunca habían sido tocados por el Gatt, hicieron que los países firmantes del acuerdo decidieran lanzar, en 1986, la ronda Uruguay para fortalecer y ampliar el sistema multilateral de comercio.
Las negociaciones de la ronda Uruguay, que debían tener una duración de cuatro años, se extendieron desde 1986 hasta la semana pasada, debido a la falta de compromiso de los países firmantes en materia de acceso y subsidios del sector agrícola, principalmente entre Estados Unidos y la Unión Europea.
La ronda debía culminar en Diciembre de 1990, pero la reunión ministerial de Bruselas citada para el efecto fue un completo fracaso. Al año siguiente se intentó nuevamente alcanzar algún acuerdo, pero la reunión culminó de igual forma.
A partir de entonces se inició un proceso de negociaciones bilaterales entre las dos potencias, que dejaron al margen a los demás integrantes del Gatt.
Después de muchas discusiones, la negociación entre las dos potencias terminó el 14 de julio de este año con el denominado Acuerdo de Blair House, y sólo entonces se decidió reanudar la discusión multilateral de la ronda Uruguay, que terminó el miércoles de la semana pasada en Ginebra de manera exitosa. Y aunque no ha pasado mucho tiempo, ahora todo el mundo se pregunta: ¿Cuándo habrá una nueva ronda?
A TONO CON LA APERTURA
Una de las conclusiones de la ronda Uruguay del Gatt es el compromiso adquirido por todos los países de realizar una reduccción arancelaria de por lo menos el 30 por ciento de los aranceles que se aplicaban en 1986. Dicha medida no afecta de manera alguna a Colombia puesto que, en forma simultánea con la ronda, el país implementó la apertura económica, que implicó una disminución mucho mayor de los niveles arancelarios. Eso quiere decir que Colombia no tendrá que asumir ningún costo directo importante -tanto a nivel de normas como de los acuerdos sobre los temas nuevos y los compromisos en materia arancelaria y de servicios- con la firma de los acuerdos.
En materia de reducciones arancelarias para los principales productos de exportación, en cambio, sí se van a obtener beneficios. O, mejor, se van a consolidar a largo plazo, dado que Colombia goza en la actualidad -de manera temporal- de la apertura preferencial de los mercados de Estados Unidos -a través del ATPA- y de la Unión Europea en virtud del Programa Especial de Cooperación. En consecuencia, una vez que expiren esos programas preferenciales, Colombia podrá mantener ese acceso con bajos niveles de arancel con base en el Gatt y en el Sistema Generalizado de Preferencias.
El acuerdo, que obliga a disminuir paulatinamente los subsidios agrícolas, es positivo para Colombia en la medida en que productos como el arroz y el azúcar podrán competir en forma más justa en los mercados internacionales. De otra parte, los productores nacionales no se verán tan afectados por la importación de productos cuyos precios y mercados son distorsionados por los cuantiosos montos de los subsidios pagados por países como Estados Unidos, Japón y los de la Unión Europea.
Los acuerdos relacionados con los aspectos normativos del Gatt también tienen un impacto positivo para Colombia en cuanto a que mejoran el funcionamiento del Gatt y hacen más transparente el flujo del comercio internacional. La existencia de un nuevo organismo hará más fácil iniciar acciones y obtener resultados contra los países que imponen barreras no arancelarias a los productos de otras naciones.
Como en Colombia se liberó la inversión extranjera, los acuerdos en esa materia, y en comercio de servicios, tampoco tendrían un impacto grande. En síntesis, es mucho más lo que Colombia tiene que ganar con la culminación exitosa de la ronda de Uruguay.