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Los mercados le apuestan a que Iván Duque, un candidato promercado, ganará la segunda vuelta. Piensan que los resultados de las elecciones del 27 de mayo estuvieron en línea con las encuestas, y que los comicios de Congreso y primera vuelta presidencial mostraron una distancia considerable entre la derecha y la izquierda.

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¿A qué le apuestan los mercados en segunda vuelta?

Por su discurso en el tema económico, el candidato Gustavo Petro genera incertidumbre para la inversión, aunque la mayoría de los analistas le dan una baja probabilidad de triunfo. Los mercados siguen a la expectativa.

2 de junio de 2018

Una semana muy agitada vivieron los mercados financieros locales luego de que se conocieron los resultados electorales de la primera vuelta presidencial. El dólar se devaluó, las primas de riesgo país subieron y los TES se desvalorizaron, aunque, en contraste, las acciones locales aumentaron levemente.

Sin embargo, no todo lo que pasó en el mercado financiero y de valores resultó del triunfo de Duque o del paso de Petro a segunda vuelta, pues también tuvo su impacto el difícil y volátil contexto internacional. En efecto, influyeron el ajuste en el precio del petróleo ante la posibilidad del fin del acuerdo de cuotas entre la Opep y Rusia, las expectativas de un fin del ciclo de crecimiento de la economía de Estados Unidos y hasta la incertidumbre política en Italia, que amenaza a la Unión Europea.

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En otras palabras, los acontecimientos internacionales golpearon más los mercados que la política doméstica, cuyo efecto resultó más neutral. ¿La razón? Los mercados le apuestan a que Iván Duque, un candidato promercado, ganará la segunda vuelta. Piensan que los resultados de las elecciones del 27 de mayo estuvieron en línea con las encuestas, y que los comicios de Congreso y primera vuelta presidencial mostraron una distancia considerable entre la derecha y la izquierda.

Duque tuvo en primera vuelta el 39,14 por ciento (7,56 millones de votos) y Petro, el 25,08 por ciento (4,85 millones), cifras muy similares a las que pronosticaron las encuestas, que en segunda vuelta prevén el triunfo del candidato de la derecha. Esto es una distancia de 14 puntos porcentuales, es decir, más de 2,7 millones de votos sin contar las adhesiones de los últimos días. Esto recuerda mucho el caso reciente de Chile, donde a pesar de que las diferencias entre la izquierda y la derecha estuvieron más estrechas en la primera vuelta, en la segunda triunfó ampliamente la derecha.

Y aunque suscita algunos temores, de ganar Gustavo Petro la composición del Congreso, controlado por partidos políticos favorables al mercado, le restringiría el espacio para hacer reformas radicales. De hecho, en las elecciones del Capitolio los partidos de centroderecha aumentaron su participación en ambas Cámaras en las últimas elecciones, con lo cual se espera una continuidad en la política macroeconómica del nuevo gobierno, independientemente de quién gane las elecciones.

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Los temas que asustan

Si bien las encuestas y los mercados creen que Iván Duque ganará la segunda vuelta, hay quienes se preguntan qué podría pasar si gana Petro o si las encuestas comienzan a mostrar un menor margen entre los candidatos. Analistas e investigadores económicos piensan que si las diferencias se estrechan, traerán mayor volatilidad a los mercados locales. Sin embargo, tendrá su efecto más grande a corto plazo sobre la confianza, que apenas se recupera y en abril llegó a terreno positivo después de más de dos años en cifras negativas. Una victoria del candidato de izquierda causaría incertidumbre y supondría un riesgo para la inversión. “Varias de las propuestas de Petro son cuestionables y populistas, lo que implica un riesgo para el crecimiento futuro”, asegura Credicorp en un informe reciente para sus inversionistas internacionales.

Munir Jalil, el economista jefe del Citi en Colombia y la región andina, afirma que mientras que una victoria de Duque podría impulsar la confianza y darle un mayor dinamismo a la actividad económica, una de Petro aumentaría la incertidumbre y podría hacer que las decisiones de consumo e inversión se sigan dilatando, hasta afectar el crecimiento de este año. Cabe recordar que durante el primer trimestre del año la inversión cayó un 3,9 por ciento por cuenta de la temporada electoral.

Además, algunos de los bancos consultados afirman que inversionistas locales en desacuerdo con las políticas de Petro han aumentado la demanda por productos financieros con mayor acceso a inversiones en el exterior. Con esto, podría producirse una desvalorización inicial de los activos colombianos como una depreciación de la moneda, una caída en la bolsa de valores e incluso una salida de capitales. Pero su profundidad, duración e impacto en el mediano y largo plazo dependerá de las políticas que finalmente adopte.

Richard Francis, director de calificaciones soberanas de Fitch Ratings, asegura que independientemente de quién llegue a la Presidencia, la economía colombiana tendría los grandes desafíos de reactivar el crecimiento –el país viene creciendo a un ritmo muy bajo, alrededor del 2 por ciento– y ajustar el déficit fiscal y los niveles de deuda que han venido aumentando.

La calificadora ha insistido en que Colombia podrá cumplir el déficit fiscal de este año, del 3,1 por ciento del PIB. Sin embargo, ve más dificultades para alcanzar la nueva meta de 2,4 por ciento establecida por el Comité de Regla Fiscal para 2019. Por esto, considera difícil realizar tanto las promesas de Petro de aumentar el gasto social como las de Duque de hacer recortes adicionales de impuestos a las empresas, en medio de un fuerte proceso de ajuste (0,7 puntos porcentuales)

Sin embargo, sobre todo le preocupa la propuesta de Petro de “acabar” con el sector petrolero y extractivo, que representa alrededor de una tercera parte de las exportaciones totales y el 15 por ciento de los ingresos del gobierno central.

De hecho, para muchos analistas la gran prueba para el próximo presidente será la forma como su gobierno maneje los ingresos extraordinarios que recibirá el país por cuenta de un precio del petróleo casi 20 dólares mayor al esperado este año. Considerando que cada dólar representa ingresos adicionales de entre 350.000 millones de pesos y 400.000 millones de pesos, traería alrededor de 7 billones de pesos adicionales, afirma Jalil.

Proponer un cambio de modelo con todo tipo de incrementos en el gasto estatal y, a la vez, acabar con una de las principales fuentes de recursos es irrealizable desde el punto de vista fiscal y genera grandes riesgos en el corto plazo. Por eso, Francis recuerda la diferencia entre los discursos radicales de muchos candidatos y sus ejecuciones reales, y que una cosa es la campaña y otra gobernar. El nuevo presidente tendrá un margen de espera de los mercados, que seguirán muy de cerca las políticas económicas y principalmente el respeto a la regla fiscal. “Hemos visto elecciones en otros países como, por ejemplo, la de Humala en Perú o el mismo Lula en Brasil, donde cambian la retórica para tranquilizar a los mercados. Ellos también ven los riesgos para las finanzas del país. Aunque uno nunca sabe”, afirma.

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La buena noticia de estas elecciones es que habrá un margen de espera para el nuevo mandatario. La regular es que la polarización de los votantes y el surgimiento de candidatos antiestablecimiento es un fenómeno global que asusta a los mercados. En Colombia, más allá del avance de la izquierda, se confirma el gran desgaste de los partidos tradicionales y el clamor de los ciudadanos por un modelo en el que los frutos del crecimiento y la riqueza estén mejor distribuidos. Por esto, el gran reto será promover el crecimiento no solo en medio de un panorama fiscal apretado, sino en busca de reducir la desigualdad.

Si bien la economía sigue bastante débil luego de varios años de desaceleración y de un fuerte proceso de ajuste, el nuevo presidente recibe una economía en vías de recuperarse. La principal tarea del nuevo gobierno será impulsar el crecimiento económico más cerca de su potencial. Para lograrlo, tendrá que consolidar la confianza y mandar las señales adecuadas en materia fiscal. Una tarea desafiante.