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INTERES CUANTO VALES

La espectacular caída de las tasas de interés este año ha revivido la esperanza de una <BR>reactivación económica. ¿Se mantendrá esta tendencia?

31 de mayo de 1999

Para nadie es un secreto que una de las principales causas de la crisis actual fue la
contracción de liquidez durante el año pasado, que originó un alza de las tasas de interés a los niveles más
altos de los últimos 15 años. Este fenómeno paralizó el consumo y la inversión, generó una quie- bra
masiva de empresas y acabó de sepultar a sectores que ya venían en franco declive, como el de la
construcción. El primero de enero de 1999 la tasa de captación promedio de las entidades financieras a 90
días se encontraba en 34 por ciento, nivel que coartaba cualquier posibilidad de reactivación. Sin embargo
hoy, cuatro meses después, la misma tasa ha presentado Un descenso de 12 puntos, colocándose en
términos nominales en el nivel más bajo de los últimos siete años y, en términos reales, muy cerca del
promedio histórico. A pesar de esta evolución, a todas luces alentadora, muchos se preguntan si esta
situación será sostenible pues nadie duda que es una condición necesaria para la tan ansiada recuperación.
El descenso de la tasa de interés tiene tres explicaciones básicas. Primero, la disminución en las expectativas
de devaluación debido al éxito que ha tenido el gobierno al conseguir recursos externos y a una reducción
del 50 por ciento en los pagos por importaciones en los primeros meses del año. Segundo, el declive
impresionante en la demanda de crédito de individuos y empresas. La cartera de crédito de las
instituciones financieras ha caído un 7 por ciento en términos reales en los últimos 12 meses. Tercero, la
política monetaria expansionista del Banco de la República desde el último trimestre del año anterior, cuando
redujo encajes y tomó otras medidas para garantizar un incremento en la liquidez. Todas estas razones están
relacionadas en mayor o menor grado con el estancamiento del aparato productivo y la recesión generalizada
del país. En palabras del consultor económico Javier Fernández Riva, "la recesión va para largo, por lo que no
descarto que las tasas de interés mantengan la tendencia a la baja". El gobierno, consciente de la
importancia de este factor para la reactivación económica, se ha comprometido con que las tasas de interés
se mantendrán bajas por varios años más. Desgraciadamente la intención del gobierno no es suficiente para
garantizar que así sea. Al fin y al cabo las tasas de interés las determinan las fuerzas del mercado y las
políticas de un banco central independiente cuyo mandato constitucional es reducir la inflación. En este
contexto vale la pena analizar lo que ocurrió en el país a principios de 1997, cuando el gobierno Samper
ejerció fuerte presión sobre el Banco de la República para reducir las tasas, lo cual en efecto terminó
ocurriendo. Esto generó un repunte en la economía, que después de tener un crecimiento negativo durante el
último trimestre de 1996 y el primero de 1997 presentó crecimientos superiores al 5 por ciento durante el
último trimestre de ese año y el primero de 1998 (ver gráfica). Lastimosamente el milagro fue transitorio y
cuando la economía parecía retomar la senda de crecimiento volvieron a salir a flote los desequilibrios
estructurales y dieron al traste con la reactivación. En 1997 los déficits fiscal y de cuenta corriente _que en
esencia drenan recursos del mercado_ crecían a tal velocidad que era prácticamente imposible que las tasas
de captación se mantuvieran en niveles del 20 por ciento. De hecho, el primer síntoma de dificultades fue la
disparada del dólar, que obligó al Banco de la República a reducir la liquidez. Esto hizo que los tipos de
interés aumentaran más de 13 puntos en el primer semestre de 1998. De la misma forma estos desequilibrios
se deben tener en cuenta hoy, pues la recesión no durará para siempre y muchas de las causas
estructurales de éstos no han sido atacadas. En el momento, con el sector privado deprimido, el Estado
puede seguir demandando recursos a dos manos. ¿Pero qué pasará cuando el sector privado eventualmente
comience a necesitar fondos? Por lo tanto la única manera de que el gobierno pueda cumplir su promesa es
no dar marcha atrás en la reducción de la brecha en las cuentas del Estado. Sin embargo en las últimas
semanas este objetivo parece haberse alejado. Con la profundización de la crisis económica y los anuncios
de mayor expansión fiscal las proyecciones oficiales, que apuntaban a una disminución del déficit del
sector publico consolidado de 3,9 por ciento del PIB en 1998 al 2,3 en 1999, parecen inalcanzables y ahora
los investigadores económicos apuestan a que esta cifra se mantendrá por encima del 3 por ciento. Por su
parte, el déficit de la cuenta corriente del 4,5 por ciento del PIB proyectado para este año será uno de los más
amplios del mundo. El punto de quiebre Con las cosas así la tasa de cambio se vuelve a convertir en el
punto de quiebre para la recuperación. En la medida que siga aumentando la liquidez la prima que reciben los
colombianos por mantener su dinero en el país va a caer y es probable que se presente de nuevo un
incremento en la inversión en dólares. Juan Carlos Botero, director de Investigaciones de Suvalor, afirma que
"el dólar debe seguir acercándose en los próximos meses al techo de la banda cambiaria y, aunque no
esperamos una presión mayor sobre el peso, el Banco de la República tendría que ejercer algo de control
vendiendo reservas, lo cual generaría una leve contracción monetaria". Adicionalmente es claro que si se
presenta una reactivación de la economía el déficit comercial se volvería a ampliar y eso, sumado al bajo
diferencial de tasas de interés, es la combinación ideal para que se vean comprometidas las reservas
internacionales y la estabilidad del peso. En la situación actual del país, que suba la divisa, es una buena
noticia siempre y cuando el Emisor no eleve de nuevo las tasas para controlarla. Ahí está el quid del
asunto. En un entorno de devaluación el Emisor tendría que volver a sopesar su mandato constitucional de
promover la estabilidad de los precios contra la necesidad de seguir dando impulso a una economía
maltrecha. Con el ingrediente adicional de la presión del gobierno y la población en general. Aunque es
difícil prever la actitud del banco en una situación que aún es hipotética, lo positivo es que con cada mes
que pasa la inflación parece perder más y más dinámica. Con este indicador bajo control el Emisor puede ser
mucho más flexible en su política monetaria y cambiaria, aunque no cabe duda de que cualquier ayuda que le
pueda prestar el gobierno por el lado del déficit fiscal contribuiría a alejar el prospecto de un repunte en las
tasas de interés. Es claro que así como el alza de las tasas se encargó de debilitar a la economía, la
reducción de éstas debería contribuir a reactivarla. El mercado accionario ha sido el primero en sentir los
beneficios de la caída en la rentabilidad de la renta fija. Durante el último mes el Indice de la Bolsa de
Bogotá ha presentado un aumento que supera el 20 por ciento (ver gráfica). De la misma forma, en la medida
en que se mantengan las tasas en los niveles actuales, las compañías _que están en general muy
endeudadas_ verán mejorar sus balances, al igual que los hogares colombianos. No obstante, para que la
receta funcione, las tasas de interés deben mantenerse en sus niveles actuales _sino caer aún más_ durante
por lo menos el resto del año. Según David Yanovich, director de investigaciones económicas de Corfivalle,
"la tasa de interés real se encuentra hoy en 8 por ciento. Para que haya recuperación se requiere una tasa
de interés real inferior al 6 por ciento". Solo si se logra generar la expectativa de que el entorno de bajas
tasas es duradero se logrará quebrar la trampa de liquidez que impide que a pesar de las bajas tasas
actuales los empresarios inviertan, los bancos presten y los consumidores gasten.