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Inversiones en el exterior

Los precios actuales de las acciones son atractivos. Además el dólar tiene perspectivas de subir en el segundo semestre de 2002.

5 de noviembre de 2001

Hace un año la recomendación general para afrontar 2001 era aumentar el peso de la renta fija en los portafolios. Ahora es justo la contraria. La contracción económica de la que se hablaba hace un año está ya instalada, tanto en el ánimo de los inversionistas como en el precio de las acciones. Para muchos ya llegó el momento de comprar barato para luego vender caro, aunque todavía hay quienes dudan si es mejor esperar un poco más antes de invertir.

Estas preguntas se las hacen a diario millones de personas de todo el mundo que tienen invertido su dinero en los mercados financieros y que han visto cómo su patrimonio, en mayor o menor medida, se ha desinflado. También se las hacen los analistas, con el inconveniente de que de sus respuestas dependen las decisiones de inversión de los fondos de pensiones, que verdaderamente son los que mueven el mercado hacia uno u otro lado.

Hay conclusiones para todos los gustos. Pero las más generalizadas dibujan un panorama volátil, aunque con un trasfondo ascendente.

Expectativas en alza

Prueba de este positivismo es el repunte que han tenido los principales índices bursátiles en lo corrido del año 2002. Al fin y al cabo las bolsas no hacen otra cosa que anticipar las expectativas económicas, por lo que dicha alza puede interpretarse como una muestra de optimismo hacia lo que está por venir.

Y es que todas las proyecciones apuntan a que Estados Unidos empezará a remontar vuelo en el segundo trimestre de 2002; las tasas de interés se mantendrán bajas y no subirán hasta bien entrado el próximo año; la inflación no constituirá un peligro gracias a la contención de los precios del petróleo.

Con Estados Unidos transitando de nuevo por la senda del crecimiento Europa volverá a sus niveles normales de actividad. En opinión de Ricardo Durán, analista internacional de Corredores Asociados, “los acontecimientos recientes demuestran que el ciclo europeo depende de Estados Unidos por dos razones: primero, porque el 20 por ciento de las exportaciones del Viejo Continente se dirigen a ese país. Segundo, porque Alemania —en su condición de motor económico de la zona euro— resultó ser la economía más abierta y que más depende de lo que gasten los consumidores norteamericanos”.

No se puede pregonar lo mismo para Japón, cuya economía se enfrenta a la cuarta recesión en la última década. Aunque Estados Unidos volviera a crecer Japón difícilmente podría salir del atolladero en el que está sumido desde hace 10 años. No en vano el banco central japonés ha proyectado una caída del PIB de 1,1 por ciento para marzo de 2003, cuando cierra el año fiscal.

Coger impulso

Pero antes que mirar hacia adelante hay que echar un vistazo a lo que ha pasado. Los mercados financieros han acumulado 19 meses de bajadas continuas. Por ejemplo, el índice Nasdaq —que mide el comportamiento de las acciones tecnológicas— ha caído 60 por ciento en el último año y medio.

Esto ha hecho que los valores de las empresas de tecnología se corrijan a la baja y se sitúen en un nivel muy menguado. Mientras que a finales de 2000 una acción de Cisco costaba 48 dólares, hoy cuesta 18 dólares. Intel, que estaba en 70, hoy vale 32 dólares.

Una situación similar, aunque menos dramática, atraviesan las compañías de la vieja economía. El índice más representativo de estas empresas, el Dow Jones, cayó 7 por ciento durante 2001 pese a que la mayoría había repartido dividendos a sus accionistas y disminuido sus niveles de inventario. “Es una situación paradójica. Los fundamentos financieros de estas empresas no están tan dañados como lo reflejan sus cotizaciones bursátiles”, asegura Alberto Bernal, de Idea Global en Nueva York, una firma especializada en analizar el comportamiento de los mercados financieros.

Precisamente el motivo más aducido por los expertos a la hora de recomendar invertir en acciones son los bajos precios que exhiben las empresas en relación con sus indicadores de valoración. “Las ventas de estas compañías no se han estancado. Por el contrario, siguen creciendo. Por esa sola razón 2002 debería ser mejor que 2001 en materia bursátil”, dice Alberto Bernal. Después de todo comprar a precios que se sitúan hasta en 60 por ciento por deba jo de los históricos es una gran oportunidad.

Tres sectores ameritan especial seguimiento a juicio de Juan Rafael Durán, analista internacional de Suvalor: el de semiconductores (como Intel), el energético y el farmacéutico. Son los candidatos a tener mejores rendimientos este año, en su concepto. Más concretamente a partir del segundo semestre de 2002, según las previsiones de reactivación de la economía estadounidense. “Ese será el punto de inflexión a partir del cual la economía empezará a tomar brío. Por ello conviene estar preparados”, asegura.

El refugio

Quienes no soporten la incertidumbre y tengan una tolerancia al riesgo muy baja siempre pueden invertir en renta fija en el exterior. Esta se caracteriza por ofrecer una rentabilidad periódica, como es el caso de los bonos de empresas o papeles de gobiernos.

En este mercado la rentabilidad y el precio se mueven de manera inversa. Es decir, si hay una gran demanda de estos papeles, sube el precio y, por tanto, disminuyen los rendimientos que ofrecen. Después de los atentados del 11 de septiembre muchos inversionistas optaron por aumentar sus posiciones en bonos del Tesoro estadounidense de forma que a partir de dicho mes se registró una disminución en los rendimientos que dan. Por esa razón la renta fija internacional, por lo menos a corto plazo, irá perdiendo interés en lo corrido del año, según los expertos.

Para los más arriesgados existen los bonos de alto rendimiento. Los conocidos como high yield son bonos con un riesgo muy alto pero que ofrecen rendimientos muy superiores a la media de la renta fija. Como es lógico, estos activos han de estar en una cartera arriesgada y no deben tener un peso excesivo. La posibilidad de bancarrota es mayor, y si ésta se produjera el inversionista perdería su capital. Es el caso de Argentina.

Para los interesados en deuda pública de países emergentes Felipe Hernández, de Santader Investment, recomienda bonos de Brasil. “Son los que ofrecen un mejor potencial de retorno, esto por encima de los bonos de otros países, como México y Colombia”, dice.

Si se decide por la renta fija privada, es importante conocer la calificación de riesgo de la entidad donde se va a hacer la inversión. Si ésta es buena, significa que no tendrá problemas con sus pagos futuros. Citigroup, Merryl Linch, General Motors y Hertz ofrecen bonos corporativos con un interés muy superior a los que paga el Tesoro norteamericano, además de tener notas buenas.

¿Como hacerlo?

Invertir en el exterior es mucho más sencillo de lo que mucha gente cree. Basta con tocar las puertas de cualquiera de los fondos de inversión más prestigiosos del mundo que tienen representantes en Colombia. Ahí le explican todo. Skandia, Citivalores, Fiducolombia, Corredores Asociados, Suvalor —entre otros— pueden poner a rentar su dinero en cualquier parte de Estados Unidos o Europa a través de gigantes como J.P. Morgan, Merryl Lynch, Fidelity, Putnam o Morgan Stanley.

Estas compañías, además de llevar muchos años en el negocio, manejan recursos por 7.000 millones de dólares en todo el mundo. El 80 por ciento proviene de los ahorros de la población estadounidense y el resto de europeos, asiáticos y latinoamericanos.

Merril Lynch, por ejemplo, ofrece a través de Suvalor la posibilidad de invertir en 50 fondos diferentes, los cuales exigen depósitos mínimos de hasta 100.000 dólares, dependiendo del tipo de inversión. Putnam, por su parte, ofrece la posibilidad para que desde Colombia se pueda poner la plata en 17 fondos diferentes a través de Alianza Fiduciaria, Cititrust (Citibank) y Geneve Asset Management. De igual manera Fidubogotá canaliza a través de su estructura la gama de opciones que ofrece el gigante neoyorquino Morgan Stanley.

La inversión en estos fondos debe hacerse siempre con criterio de largo plazo. Lo ideal es entre tres y cinco años. La lógica detrás de esto es coger un ciclo completo y obtener una buena rentabilidad.

Así, invertir en el exterior en 2002 se presenta como una interesante alternativa. No sólo por las valorizaciones que se vislumbran en el horizonte sino para evitar correr el riesgo de tenerlo todo invertido en Colombia. Si a esto se suma la expectativa de que el dólar suba en el segundo semestre, es claro que las inversiones en el exterior pintan mucho mejor en 2002 que en 2001.