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LA AUSTERIDAD ENTRA POR CASA

La administración Barco decide apretarse el cinturón a un año y medio de dejar el gobierno.

31 de julio de 1989

Como todos los planes, este también está lleno de buenos propósitos.Por eso, cuando la semana pasada el Departamento Nacional de Planeación puso a consideración del Conpes -que concentra a la crema del equipo económico- el "Plan financiero del sector público" para este y el próximo año, las promesas de enmienda no se hicieron esperar.De manera más o menos dócil,todos y cada uno de los ministros del despacho se comprometieron a seguir los lineamientos generales de una estrategia en la cual la austeridad es la norma del día.
Porque lo cierto es que ahora es necesario ser cuidadosos en el manejo de la plata. Aunque las cuentas definitivas todavía no se pueden hacer (las cifras presentadas el miércoles aún estan en revisión),desde ya se sabe que el Conpes,con el presidente Barco a la cabeza, aprobará los lineamientos generales del documento, una de cuyas copias fue conocida en exclusiva por SEMANA.
Según el trabajo, se desea responder "a tres objetivos fundamentales de política económica que se ha trazado el gobierno para lo que resta del actual periodo administrativo". Estos incluyen "la reactivación de la economía para alcanzar tasas de crecimiento superiores al 4% anual"; reducción de la inflación "hasta lograr su estabilización en un nivel igual o inferior al 22%", y "reorientación del gasto público hacia las obras prioritarias" del gobierno.
Para cumplir esas metas Planeación Nacional aconseja cuatro remedios. Con estos se debe controlar el ritmo de gastos del Estado, que en los últimos tiempos se habían salido un poco de su cauce. En 1988 los ingresos corrientes del gobierno central aumentaron en 29.5%, mientras los pagos totales lo hicieron en 41%, lo cual incidió en que el déficit creciera notoriamente al pasar de unos 42 mil millones de pesos en 1987 a casi 170 mil millones en 1988.
Buena parte de ese incremento fue ocasionada por la "trepada" en los gastos de funcionamiento, que crecieron en un 38.6% durante el año pasado. Eso se debió a planes como el de mejoría del servicio de justicia y el de los gastos militares, uno de los rubros que más dinero se han llevado.
Frente a esa situación, Planeación Nacional sugiere aplicar los frenos.La experiencia indica que en materia de gastos gubernamentales es mucho más sencillo subirlos que bajarlos y por eso lo mejor es comenzar a apretar el cinturón desde ya. Claro que todavía se está lejos de la situación que se vivió en 1985, cuando el déficit consolidado del sector público era unas dos veces y media mas grande que el actual,pero, como le dijo un conocedor del tema a SEMANA,"en estos asuntos es mejor prevenir que curar".
Por esa razón, en el documento que se le presentó al Conpes el miércoles pasado, se propone la "implantación de una estricta política de austeridad en los gastos de funcionamiento,que se refleje en el congelamiento de las plantas de personal y en un drástico control de costos". Para lograr ese objetivo se plantea que "cualquier modificación en las plantas de personal debe sujetarse estrictamente a las disponibilidades efectivas de ingreso, certificadas por el ministro de Hacienda. En 1990 los gastos en servicios personales,por todo concepto,(costos, planta, reajustes y factores prestacionales asociados),no deberán crecer más del 24%". En términos prácticos, eso quiere decir que muy probablemente los aumentos salariales del próximo año para los empleados gubernamentales sean inferiores a la tasa de inflación.
Adicionalmente,Planeación Nacional recomienda el "establecimiento de prioridades de inversión pública". Este incluye "el aplazamiento o la desaceleración en la ejecución de ciertos proyectos", particularmente en el caso de Ecopetrol y Telecom. Aunque las cifras de ambas entidades todavía se están estudiando, los conocedores sostienen que los volúmenes de dinero que ambas manejan son tan grandes que cada proyecto debe ser mirado detenidamente para que no descuadre los números del resto del sector público.
A todo lo anterior se le agrega un compromiso para "garantizar las transferencias que se requieren al interior del sector descentralizado, entre empresas superavitarias y deficitarias". Al igual que la voluntad de "consolidar el mejoramiento del perfil de la deuda externa alcanzado por el gobierno en los últimos tres años,limitando el crecimiento de su saldo a una tasa inferior a la del Producto Interno Bruto". Si ese punto y los anteriores se logran, se espera que en 1990 los pagos totales crezcan en un 27.9%, mientras los ingresos corrientes los harían en más de 31%.
El cumplimiento de ese plan es definitivo para asegurarle la buena salud a la economía,en lo que le queda a este gobierno. Diversos estudios han comprobado que el manejo del gasto estatal es uno de los elementos claves de la política económica, que puede incidir positiva o negativamente sobre el comportamiento del resto de sectores. Eso hace todavía más importante la consecución de las metas globales. Como se sabe, los datos sobre la economía colombiana en lo que va de este año no son precisamente los mejores. Aunque las cifras preliminares hasta mayo indican que ya se detuvo la caída en la producción, también se afirma que es necesario que la industria crezca en un 7.3% durante el segundo semestre, para que el crecimiento de la economía en 1989 sea del 3.7%, una cifra igual a la del año pasado.
Circunstancias como esa llevaron a algunos medios a decir que el gobierno había revisado "oficialmente" la meta de crecimiento para el año. No obstante,la noticia fue resultado de una interpretación amplia del documento que se le presentó al Conpes, en el cual se habló de la necesidad de superar "el debilitamiento de la actividad productiva registrado en la reciente coyuntura". Aunque en ningún aparte se dijo que la meta del 4.5 % se hubiera reconsiderado, los que más delgado hilaron concluyeron que, tácitamente,el gobierno había aceptado un objetivo de crecimiento del 4%.
La consecución de esa cifra depende en buena parte de que los consejos de Planeación Nacional respecto a las finanzas públicas se atiendan. Aparte de que es necesario fijarse en Ecopetrol y Telecom,también se hace un énfasis especial en el sector eléctrico y en el metro de Medellín, dos de los más fuertes dolores de cabeza en los últimos tiempos. En el caso del primero, se tiene un faltante de 658 millones de dólares,cuya financiación todavía está por definirse ,dependiendo de los excedentes de Ecopetrol después de los recientes atentados y del alza en el precio de la gasolina.Por su parte, el metro de Medellín también está en problemas. Se estima que para terminar el proyecto en 1992 -tres años después de lo planeado- hacen falta 62.5 millones de dólares, aparte de otros 350 millones, que al parecer ya se consiguieron.
Un punto adicional que entra en la categoría de los secretos de Estado es el de los gastos militares. Estos, que crecieron fuertemente en 1988, siguen siendo altos y algunos funcionarios del gobierno se quejan de que su control es difícil de hacer. En consecuencia, Planeación Nacional pide que para 1989 se autorice un máximo de gastos militares en el exterior de 200 millones de dólares y que en 1990 ese límite se baje a 180 millones.
Todos esos números volverán a ser analizados por el Conpes la semana próxima, cuando se reúna de nuevo para decidir si acoge plenamente el estudio hecho por Planeación Nacional. Por ahora se cree que se van a aceptar los consejos para que el gobierno nacional pueda demostrar que, al igual que la caridad, la austeridad también comienza por casa.
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