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LA BANCA...ROTA

Continúa la crisis en el sector financiero, pese a los esfuerzos del gobierno

16 de diciembre de 1985

Es como dar marcha atrás. Tres años después de que se declarara en el país la crisis financiera que condujo a la intervención de una quincena de entidades y a la nacionalización de algunas más, el sistema financiero colombiano continua sumido en una grave depresión en la que todavía no se ve la luz al final del túnel. Los problemas generalizados a nivel de bancos, corporaciones financieras, compañías de financiamiento comercial y demás organismos de crédito, se han vuelto de tal magnitud y complejidad que prácticamente nadie sabe con certeza qué camino tomar.
Tal como afirmara recientemente un especialista, parodiando a la ronda infantil, "el sistema financiero está quebrado, ¿con qué lo curaremos?".
Y es que según los críticos del gobierno, los remedios han parecido ser tan eficaces como cáscaras de huevo.
Peor aún, se tiene la impresión de que las medidas aplicadas no han dado el resultado esperado, con lo cual el Estado se ha quedado sin ases bajo la manga.
LOS BANCOS ENFERMOS
Quizás en ningún sector esa idea se ha generalizado tanto como en el bancario. Los 27 bancos que funcionan actualmente en el país presentan, con pocas excepciones, circunstancias que parecen imposibles de solucionar.
En efecto, las pérdidas del sistema alcanzaron, en junio pasado, la suma de 5 mil 370 millones de pesos, superando los pronósticos más pesimistas sobre el desempeño del sector. Algunos analistas sostienen que para fin de año esta cifra puede romper la barrera de los 7 mil millones de pesos, dejando en situación de quiebra técnica (pérdidas superiores al 50% del capital suscrito), a por lo menos, 5 bancos.
Las causas para una situación de estas proporciones son muy variadas.
Sin embargo, la mayoría de los especialistas reconoce que el problema se centra en las deudas de dudoso recaudo (obligaciones con más de un año de vencidas) sobre las cuales los bancos deben hacer provisiones contables en aquellas que no tienen garantía real y que, en junio de 1985, excedían los 34 mil millones de pesos.
Las dificultades se ven aún mayores a la luz de la cartera de difícil cobro (cartera vencida más deudas de dudoso recaudo más daciones en pago) la cual representaba, al finalizar el primer semestre y según cifras del Banco de la República, "entre el 4.849% y el 496% de su capital pagado y reservas", en siete bancos, y "entre el 349% y el 175% del capital pagado y reservas", en otros ocho.
Adicionalmente existen otros factores que explican en parte la mala situación de los bancos. Para los banqueros la excesiva regulación de ciertas actividades, así como un régimen de inversiones forzosas demasiado oneroso, inciden negativamente sobre la rentabilidad del negocio financiero. Tal como afirmó recientemente el presidente del Banco de Bogotá Jorge Mejía, "en 1980 las inversiones forzosas (las obligatorias más las del encaje) ascendieron a 9.9% del total de activos de la banca comercial. En febrero de este año habían llegado al 13.9%, fundamentalmente debido al aumento de las del encaje. La rentabilidad promedio de dichas inversiones forzosas fue en febrero de este año del 15.3% anual, que si la comparamos con el 36% al que se colocan los recursos ordinarios de la banca, nos da un costo de oportunidad del 21% anual". Según Mejía, esta situación le impedirá al sistema bancário ganarse más de 27 mil millones de pesos por este concepto en 1985.
La otra cara de la moneda la presentan los críticos de las instituciones.
Si bien ya se reconoce que el sector está relativamente "limpio" de los funcionarios inmorales de hace unos años, siguen expresándose dudas sobre su competencia profesional.
"Los banqueros en Colombia sólo saben diseñar logotipos", fue el ácido comentario de un miembro del gobierno que pidió permanecer anónimo. Como argumento, se muestra el ejemplo de unas cinco entidades medianas y pequeñas que, pese a las dificultades, se han logrado mantener con relativa estabilidad dentro de un sistema gravemente enfermo, gracias a políticas sanas de captación y colocación de recursos.
No obstante, dejando de lado el juicio de responsabilidades sobre lo que ocurre actualmente, el gobierno ha preferido tratar los problemas "por las buenas". En un mensaje dirigido a la reciente Convención Bancaria, el ministro de Hacienda subrayó que "hemos tenido éxito en impedir que las dificultades del sector explotaban en una crisis de confianza", dejando muy en claro que se ha preferido relegar recursos extremos, como el de la intervención, para sacar adelante al sistema bancario.
Por el contrario, las medidas estatales se han concentrado en la capitalización de los bancos y en la reestructuración de las deudas de dudoso recaudo entre éstos y las entidades en dificultades. En opinión de varios expertos, semejantes estrategias han resultado insuficientes. Por una parte, se dice que aunque la recapitalización es aconsejable, no es la base de solución del problema. "Los recursos del Banco de la República para recapitalización han beneficiado a las entidades que estaban bien y, sobre todo, a sus accionistas", afirmó un especialista en el tema, quien agregó que la línea "resulta demasiado cara para aquellas entidades que desean salir adelante".
A su vez, la idea de la reestructuración de deudas también ha levantado críticas. Gremios como la Asociación Bancaria insisten en que la iniciativa resulta difícil de aplicar en términos prácticos y que coloca a los bancos en posición de coadministradores de empresas con las que se celebren acuerdos de este tipo.
El gobierno se defiende con el argumento de que las iniciativas, aunque parciales, han tenido éxito. En el caso de la recapitalizaciónj solamente cuatro bancos han expresado que no van a utilizar los recursos del Banco de la República para este fin. En el de la reestructuración, el Emisor ya ha recibido cerca de 400 solicitudes que, de ser aprobadas, contribuirían a solucionar parcialmente el punto de las deudas de dudoso recaudo.
¿QUIEBRAS O SALVAMENTOS?
Tanto personas del gobierno como banqueros parecen estar de acuerdo en el punto de que todavía falta mucho trecho para que la crisis se solucione. Sin embargo, existen opiniones encontradas sobre si la situación ya tocó fondo o va a seguir empeorando. Según técnicos vinculados a la administración, todo depende del sector bancario. "Les hemos dado los instrumentos y el apoyo para que se recuperen. Ahora, los financistas tienen que entender que nosotros no podemos hacer todo por ellos", sostuvo un economista del sector oficial.
Con todo, es probable que ni aun con esas ayudas, ciertas instituciones se puedan recuperar. En el caso de los bancos pequeños se ha logrado que mediante la combinación de créditos y depósitos de entidades semioficiales, éstos se mantengan. Una vez que el proceso de saneamiento se inicie, el gobierno aspira a que se produzcan algunas fusiones, para así conjurar definitivamente el peligro.
Los bancos de tamaño intermedio han logrado sobrevivir debido al apoyo del gobierno y la participación de inversionistas extranjeros en los procesos de salvamento. Aunque esta última estrategia entraría en conflicto con las normas legales sobre la mate ria, se ha tratado de que el Congreso apruebe la "descolombianización" de la banca, mediante un proyecto que aparentemente no goza de muchas simpatías en el Parlamento.
Al parecer, el mayor reto lo presenta la banca grande. A pesar de que en ciertos casos se han conseguido mejorías, el gobierno no ha podido controlar la crisis del Banco de Colombia entidad cuyos activos se acercan a los 200 mil millones de pesos. En efecto, al cumplirse casi dos años desde que el Banco pasara al control "informal" del Estado, éste no ha logrado recuperarse de los lastres dejados por la gestión anterior. Las deudas de las demás empresas del grupo Grancolombiano con el banco superan los 30 mil-millones de pesos y la subsidiaria en Panamá debe responder por más de 200 millones de dólares en obligaciones. La situación ha llegado a tal punto que el gobierno reconoce que la nacionalización de la entidad "se está barajando de nuevo".
Esa última posibilidad de tener al Estado como salvador ha molestado a algunos conocedores del tema. En opinión de Juan Diego Jaramillo, presidente de Anif, "hay que dejar que haya quiebras" para lograr que el sistema recupere su competitividad.
Pese a enmarcarse dentro del juego de libre mercado, esa alternativa ha sido rechazada de plano por el gobierno para evitar que se pierda la confianza en todo el sistema. Es por ello que el ministro de Hacienda ha venido promoviendo la aprobación de la ley que crearía el Fondo de Garantías de Instituciones Financieras, el cual, entre otras cosas, permitiría la institución del seguro de depósitos para garantizar los fondos de los particulares en las entidades de crédito.
Aunque los especialistas han destacado la importancia del tema, existe la impresión en el sector de que primero hay que definir si el sector bancario colombiano va a sobrevivir. Según lo visto, 1985 ha sido el año más duro de todos, y si las cosas no mejoran los próximos meses, el siguiente gobierno se enfrentará a otra crisis financiera de grandes proporciones. La presente administración insiste en que está llevando las cosas con guante de seda, por la vía correcta, y que todo es cuestión de tiempo. Así como sostiene el asesor de la Junta Monetaria, Carlos Caballero Argáez, "para el problema del sistema financiero no existe una solución única y mágica.
Los problemas son muchos y heterogéneos, y las soluciones, por lo tanto, son varias y dependen del caso particular de cada institución". --