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El año pasado, el consumo interno de carne llegó a 49,7 kilos per cápita. Esta es la mayor reducción en los últimos 100 años. | Foto: fotografía: 123RF.

CRISIS

La carne se convirtió en un lujo para los argentinos: ¿cuáles son las razones?

En Argentina, uno de los países con más tradición ganadera, cada día se consume menos carne, de acuerdo con gremios del sector.

19 de enero de 2021

La economía argentina atraviesa por un momento complicado. Cerraron el año con una inflación del 36 % que ha encarecido el costo de vida, además tienen dificultades para encontrar financiación internacional a causa de su difícil panorama fiscal y, para rematar, la crisis del coronavirus ha tenido un impacto devastador.

No obstante, este panorama no siempre fue la normalidad para los australes. A finales del siglo XIX Argentina fue toda una potencia en materia económica. De hecho, en 1895 tuvo el Producto Interno Bruto (PIB) más alto a nivel mundial por encima de países como Inglaterra, Estados Unidos y Nueva Zelanda.

De allí el interés de los inmigrantes por llegar a ese país a cumplir “el sueño Argentino”.

Avanzan conversaciones entre el FMI y Argentina para el pago de la deuda | Foto: AFP / Esteban Collazo

Esta economía boyante fue un referente hasta la década de 1940, cuando llegaron los gobiernos de corte dictatorial, que después fueron sucedidos por el peronismo. En este periodo la economía sufrió un revés importante y la riqueza del país pasó a ser un recuerdo.

Argentina tiene una gran tradición ganadera, durante muchos años esta fue una de sus principales actividades económicas y aunque hoy se destacan en este rubro y son uno de los mayores competidores a nivel mundial.

Curiosamente, el precio está disparado y el consumo interno de carne ha caído de manera dramática, a tal punto, que hoy se considera un lujo. El año pasado, este indicador llegó a 49,7 kilos per cápita y se constituye como la mayor reducción en los últimos 100 años, teniendo en cuenta que en la década de los 50 se consumían más de 100 kilos al año.

Si bien, una pequeña parte de este bajonazo está relacionada con los cambios de hábitos alimentarios de una parte de la clase media alta que ha dejado de lado el consumo de carne por opción propia, lo cierto es que la principal causa de la disminución del consumo está relacionada con los altos precios y la caída en los ingresos de las familias.

Y es que, en promedio, tan solo en el 2020 los precios de la carne subieron un 75 % y el kilo de esta proteína alcanzó los 526 pesos argentinos (más de 21.000 pesos colombianos). Para empeorar las cosas, se calcula que en los últimos 3 años la capacidad de compra de los argentinos cayó un 20 %.

La dolarización ha tenido una influencia importante en el aumento de los precios de la carne. Esto, porque las ventas de la carne en el exterior han crecido casi un 9 % y dicha bonanza ha tenido un curioso efecto en el mercado interno, pues los precios se han equiparado a los de la carne de exportación.

De hecho, el presidente Alberto Fernández ha reclamado a los productores por este comportamiento y ha dicho que no se explica por qué un argentino tiene que pagar el mismo precio por un kilo de carne que pagan los chinos y los franceses.

“Garanticen al argentino lo que consume y eso cóbrenlo como corresponde a Argentina. Del resto exporten todo lo que quieran, al precio que se les dé la gana”, les dijo el mandatario.

En promedio, tan solo en el 2020 los precios de la carne subieron un 75 % en Argentina.

Para Bloomberg, este comportamiento en el precio obedece también a las preocupaciones por las intervenciones del Gobierno, que incluyen un amplificado programa de control de precios y el veto provisional a la venta externa de maíz.

Asimismo, está relacionado con una aceleración de la inflación, que ha estado jalonada por los mayores costos de alimentos para el ganado, entre otros factores.

Así pues, el famoso y reconocido asado argentino, que para las familias de ese país era común cada fin de semana, se convirtió en un produco deluxe. Sobre todo por cuenta de la pandemia y sus duros efectos en el comercio nacional e internacional.