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LA FIESTA DE QUINCE

El gobierno le introduce reformas al sistema UPAC en su decimo quinto aniversario.

25 de mayo de 1987

Fue un regalo de aniversario que muy pocos se esperaban. Por eso, cuando la semana pasada quedó listo el paquete de medidas de reforma al sistema UPAC -en vísperas de que este cumpliera su décimo quinto aniversario- la reacción de los colombianos se ubicó entre la esperanza y la desilusión. Y así fue. A los anuncios iniciales sobre las supuestas nuevas facilidades para adquirir vivienda a través del sistema de valor constante, siguieron las quejas de algunos especialistas que demostraron, como dicen en Antioquia, "que de eso tan bueno no dan tanto".
La definición de las medidas vino a acabar con semanas de especulaciones sobre los cambios que se le iban a hacer al UPAC. De hecho, el gobierno venía estudiando el tema desde hace algunos meses debido a las protestas de lado y lado. Por una parte, las corporaciones de ahorro y vivienda se han quejado desde hace rato por la baja rentabilidad del negocio. De todos los intermediarios financieros, las corporaciones son las que tienen un margen de ganancia menor que -en su opinión- no está de acuerdo con el volumen de recursos que manejan.
A su vez, los usuarios del UPAC también tienen su memorial de agravios. Quienes tienen créditos para comprar vivienda insisten en que el sistema es demasiado costoso, lo cual conduce a que la cantidad de gente "colgada" en sus cuotas sea mayor cada día. El problema es especialmente notorio en las clases populares y está concentrado en aquellas ciudades del país que más han sufrido los altibajos de la economía en estos últimos años.
Bajo esos dos parámetros se sentaron a trabajar los técnicos del Ministerio de Desarrollo en asocio de los asesores de la Junta Monetaria. El resultado fue el paquete de decretos y resoluciones de la semana pasada. Según estas, los nuevos recursos que reciban las CAV se deben prestar así: 30% como minimo para vivienda popular de menos de 1.500 UPAC (equivalente a unos 2 millones de pesos hoy en día), con un plazo de hasta 20 años y una tasa de interés del 5% anual sobre el préstamo en UPAC; el 30% siguiente con destino a vivienda "de clase media" con valor de 1.500 a 5 mil UPAC (cerca de 7 millones de pesos), hasta 18 años de plazo y una tasa de interés anual del 6.5% sobre el préstamo en UPAC; el 10% adicional se destina a vivienda usada, otro 12.5% a vivienda entre 5 mil y 10 mil UPAC, locales, bodegas y oficinas, y el 2.5% final para hoteles y similares El saldo se puede distribuir libremente y en el caso de préstamos para vivienda de más de 10 mil UPAC la tasa de interés se aumenta al 12% anual.
Como era de esperarse, la postura del gobierno causó revuelo. Tal como sucede siempre que se intenta satisfacer a ambas partes, ninguna quedó contenta. Las corporaciones se quejaron de que el tema de la rentabilidad continúa sin solución, a pesar de los aumentos en las tasas de interés que van a cobrar, y además protestaron porque quedan más reguladas que antes. Por su parte los usuarios sostuvieron que el problema de la cartera morosa queda sin solución y que para los nuevos créditos la cosa no es mucho mejor. Un análisis al esquema de amortización bajo las nuevas condiciones demuestra que aunque el plazo del prestamo para vivienda popular se amplía en 33% (de 15 a 20 años) la cuota mensual baja solo cerca del 10% .
Las reacciones de la semana pasada constituyeron el capítulo más reciente de esa relación de amor y odio que tienen los colombianos con el UPAC. Creado en mayo de 1972 por la administración Pastrana, el sistema de valor constante ha sido objeto de polémicas desde su creación. Sea como sea, lo cierto es que no se puede desconocer su importancia. El pasado 28 de marzo los depósitos en las CAV ascendían a 665 mil millones de pesos, suma qué equivale al 41% de los recursos del sistema financiero nacional.
Ahora, el gobierno nacional desea que con las nuevas medidas los recursos del UPAC sirvan dentro de la estrategia de erradicación de la pobreza. Tal córno hizo en su momento el gobierno de Betancur con el plan de vivienda sin cuota inicial donde las CAV resultaron fundamentales, ahora se quiere que el UPAC se concentre en las clases menos favorecidas. Previendo qué en algunos casos la distribución de los nuevos recursos no se pueda hacer del todo, las corporaciones deberán adquirir con esos dineros sobrantes un bono de desarrollo urbano emitido por el BCH. El banco, a su vez, se encargará de financiar programas de mejora de zonas urbanas, mediante la utilización de esos fondos.
Mientras eso sucede, es indudable que las "pataletas" continuaran. A pesar de que en círculos independientes se tuvo la impresión de que las medidas están bien orientadas y responden a la filosofía del gobierno, ello no impidió que se confirmara la impresión de que en este país cada vez que se toca el UPAC nadie queda contento.