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LA GUERRA DE LAS ROSAS

El horizonte de la floricultura colombiana está más espinoso que nunca.

17 de octubre de 1994

DESDE MARZO DE ESTE año los cultivadores de rosas de Colombia y Ecuador estaban en capilla y las expectativas no parecían nada buenas. El martes de la semana pasada se confirmaron los malos presagios. El Departamento de Comercio de Estados Unidos (DOC) les impuso la obligación de otorgar una garantía de pago de un impuesto anti dumping para todas las rosas que entren a ese entren a ese país en los en los próximos cuatro meses. Ese gravamen ocsila, según el caso, entre el 4 y el 56 por ciento.
Todo comenzo a principios de año con una demanda de los cultivadores de California por un supuesto dumping de parte de los productores colombianos y ecuatorianos. Entablada la demanda, la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos determinó la existencia de un posible perjuicio económico y le remitió en marzo de este año el expediente al DOC para que iniciara la investigación. Esta tiene dos etapas: una preliminar y otra definitiva. La preliminar, que tenía un término que se vencía el pasado 12 de septiembre, concluyó con el establecimiento de una garantía para asegurar el pago de los mayores impuestos que se puedan llegar a causar durante el período de la investigación definitiva que se inicia para determinar si efectivamente hubo dumping. El pronunciamiento definitivo no se podrá producir antes de 75 ni después de 120 días.
El punto crítico en este caso fue la metodología utilizada, que consiste en la comparación con terceros países. Eso quiere decir que se compara, por ejemplo, el precio al que se vendió la rosa en Alemania en una fecha determinada con el que se vendió en Estados Unidos en esa misma fecha. Si existe diferencia se considera que hay dumping. Esta es la primera vez que se utiliza esa metodología pues en el pasado -cuando demandaron a los productores de clavel- se utilizó el método de construcción de costos.
La comparación con terceros países es un método inadecuado, puesto que cada país puede tener sus estacionalidades o sus propias evoluciones de mercado por fiestas o eventos especiales. De otra parte no siempre están en la misma estación. No es lo mismo vender rosas en Argentina o Chile en julio -durante el invierno- que venderlas en países como Estados Unidos o Europa que están en pleno verano.
Cuando no existe un tercer mercado con el cual comparar, se recurre al método de analizar el costo de producción. Para tal efecto se toma el costo promedio del año y se compara con los precios a que se está vendiendo en Estados Unidos, que se toman con base en promedios mensuales. El problema consiste en que el productor compensa las estacionalidades a lo largo del año y muchas veces gana en invierno lo que pierde en verano. Por ello, los floricultores colombianos consideran que sería más justo y apropiado utilizar el promedio anual.
Todos los cultivadores de rosas de Colombia y Ecuador están demandados, pero el DOC sólo pudo investigar a 16. Técnicamente deberían haber sido escogidos mediante una muestra aleatoria, pero la verdad fue que se tomaron los más grandes. Además, como cualquiera puede solicitar una verificación directa para demostrar que no está haciendo dumping, 65 productores se la solicitaron al DOC, que las ignoró por no tener elementos, equipo ni infraestructura suficiente.
El DOC no tuvo tiempo de analizar más que cuatro empresas -de las 16 investigadas- a las cuales les había enviado unos cuestionarios adicionales y cuyos plazos de respuesta aún no han expirado. En esos casos utilizó un sistema llamado de "la mejor información disponible" que normalmente no es el más favorable.
Esa decisión es muy grave pues les impone a esas cuatro compañías el gravamen más alto -el 56 por ciento- sin que se haya cumplido el plazo de respuesta. Con esto se aumenta el promedio ponderado que le aplica a todos los floricultores que no fueron investigados hasta alcanzar el 33.6 por ciento. La consecuencia es que, de ahora en adelante, no a todo el mundo le irá igual en la fiesta. Los cuatro del 56 por ciento (los grupos Andes y Prisma, Flora Intercontinental y Agrícola Benilda), que representan cerca del 10 por ciento del mercado americano, van a estar alrededor del 20 por ciento por encima del precio ajustado. Otros como Flor América (al que se le impuso el 10 por ciento), Caico (el 27 por ciento) y Clavecol (el 4 por ciento) van a quedar con un margen adicional relativamente alto. Los demás quedarán en el promedio.
Lo que es verdaderamente sorprendente es el nivel de discrecionalidad del Departamento de Comercio en la escogencia de los métodos y de los equipos. De ahí que haya quienes consideran que intervinieron factores políticos nada despreciables en la decisión. Dentro de los posibles se cita el enfriamiento de las relaciones entre Washington y Bogotá, que se ha expresado en la demora nortamericana en darle el beneplácito al nuevo embajador, Carlos Lleras de la Fuente. Así mismo, el jefe de gabinete de la Casa Blanca y uno de los hombres más poderosos del régimen del presidente Clinton es el ex representante de California, Leon Panetta, quien tiene antecedentes de posturas duras contra Colombia pues los floricultores californianos eran un elemento importante de su electorado.
Motivos como este podrían explicar la utilización de la metodología más severa o el cambio de equipos de investigación por parte del DOC. Estos funcionarios inclusive se han negado a venir a Colombia alegando razones de seguridad, cuando la semana pasada había en Bogotá otros técnicos del mismo departamento investigando a los productores de clavel.
A partir de ahora hay unos términos de ley para que el Departamento de Comercio verifique la información suministrada por los productores en los cultivos, celebre unas audiencias y produzca el fallo. Si en la etapa definitiva no se reconsidera la metodología y se aplican unos criterios más idóneos para productos perecederos, quedaría en peligro una industria que genera 15.000 empleos directos y representa el 60 por ciento del mercado americano. Por ahora vienen cuatro meses de angustia y suspenso para los productores de rosas colombianas. -