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LA MANO AL DRIL

Aunque el gobierno logró pasar la reforma tributaria tuvo que hacer sacrificios en cuanto a los alcances y la calidad de la misma.

18 de enero de 1999


DESPUES DE VARIOS MESES de ires y venires la reforma tributaria finalmente fue aprobada la semana pasada por el Congreso de la República. Cualquier reforma al régimen fiscal venera controversia, sobre todo cuando, como es el caso de la actual, su principal objetivo es aumentar los ingresos del gobierno a costa de los bolsillos de los ciudadanos. No obstante, la que acaba de ser sancionada por el Parlamento fue especialmente polémica por cuanto llegó en momentos en que el país vive una difícil situación económica y la capacidad que tienen individuos y empresas para aumentar sus contribuciones al Estado se ha visto seriamente reducida. Nadie discute el hecho de que subir los tributos no es propiamente un motor de recuperación.
Sin embargo, la verdad es que la crisis fiscal del país es tal que al gobierno no le quedaba más alternativa que darse el lapo en materia de impuestos mientras implementa la profunda racionalizacion del gasto público, que constituye la única solución de fondo al problema fiscal y que por inflexibilidades legales, consideraciones prácticas y, no menos importante, oposición política, parecía menos viable realizar en el corto plazo en el ambiente actual.
El proyecto de reforma que inicialmente presentó el gobierno Pastrana distaba mucho de los de sus predecesores, destinados casi exclusivamente a aumentar los recaudos para financiar el gasto del Estado sin reparar en consideraciones técnicas o en la eficiencia y calidad del sistema tributario en su conjunto. Desde el punto de vista conceptual éste presentaba varios aspectos interesantes. Por una parte, buscaba ampliar la cobertura de impuestos como el IVA y reducir su tasa, limitando las distorsiones que este tipo de gravámenes genera. Además pretendía flexibilizar los compromisos del gobierno central con las regiones y fortalecer la capacidad de tributación directa de éstas. Finalmente proponía diversas herramientas para hacer frente a problemas tan graves como los de la evasión y el contrabando.
Sin embargo, a medida que fue enfrentando la oposición del Congreso y algunos segmentos de la opinión pública, el gobierno fue relajando sus estándares técnicos y sus prioridades estructurales y tomando una actitud mucho más pragmática. En un momento álgido del debate el ministro de Hacienda, Juan Camilo Restrepo, anunció que su objetivo era recaudar 1,6 billones de pesos y que era secundario de dónde salieran estos recursos. Como era previsible, los resultados fueron mixtos.

RESULTADOS MIXTOS
Según el subdirector de Fedesarrollo, Roberto Steiner, en lo que al IVA se refiere, "hay que abonarle al gobierno que amplió la base, dándose el lapo en temas sensibles como el de la publicidad". Sin embargo, de acuerdo con Steiner, "se le fueron las luces en el tema de las tasas. Hoy no se puede hablar de una tarifa general del IVA, pues hay más tarifas que nunca". Para Steiner, las tarifas diferenciales generan todo tipo de distorsiones en la economía. Armando Montenegro, presidente de Anif, es de la misma opinión. En su concepto, a mayor complejidad mayor evasión. Lo ideal en este frente sería tener una tasa única baja que cubriera todos los productos.
En cuanto a los impuestos de renta se refiere, aparte de los bonos de paz, que son una medida transitoria y que al gravar el patrimonio de los grandes contribuyentes tienen algunas fallas técnicas =si ese patrimonio no está generando utilidades no parece sensato gravarlo= la reforma no incluye grandes cambios. Una novedad que podría ser importante es la introducción del sistema RUI, el cual busca facilitar la tributación para empresas pequeñas y medianas. Además gravará a entidades que antes estaban exentas como los fondos de empleados, las asociaciones gremiales y las cajas de compensación familiar cuando desarrollen actividades con ánimo de lucro. Sin embargo, según Steiner, el proyecto no hace un esfuerzo suficiente para ampliar la base del impuesto de renta, cuyo recaudo hoy "está concentrado en unos pocos ".
En el campo de las finanzas regionales el cambio más significativo es el establecimiento de una sobretasa nacional del 20 por ciento para la gasolina. De este 20 por ciento, entre el 14 y el 15 por; ciento corresponderá a los municipios =que tendrán la facultad de imponerla dentro de este rango y entre el 4 y el 5 por ciento irá a los departamentos. Este tributo constituirá una fuente importante de ingresos para los entes regionales =que están muy necesitados=. Sin embargo el haber reducido su margen de maniobra en la fijación del impuesto va en contra del espíritu de la descentralización. Pues los gobiernos locales menos eficientes podrán culpar al gobierno central del nuevo impuesto y los que son más eficientes y lo pudieran bajar no lo podran hacer.
Finalmente, en lo que se refiere a los controles al contrabando y la evasión, la mayoría de los analistas están de acuerdo con las medidas adoptadas. La eliminación de la llamada 'dosis personal', los aumentos de penas para contrabandistas, la creación de una policía fiscal y aduanera y la implantación de mecanismos para atacar el lavado de activos como principal cómplice del contrabando están todos orientados en la dirección correcta. Cualquier progreso que se haga en materia de combatir el contrabando no solo contribuirá a estimular la economía sino también a aumentar los ingresos del Estado.
Falta por ver si más allá de las consideraciones técnicas el gobierno alcanzará sus metas de recaudo, que en el corto plazo es la prioridad número uno. Ya la meta inicial de 1,6 billones de pesos =antes de los bonos de paz= en 1999 ha sido reducida a un billón (aun que el gobierno dice que recaudará 500.000 millones más por menor evasión). Sin embargo estos estimados parecen optimistas, particularmente si se tiene en cuenta que la actividad económica anda de capa caída y que los recaudos antes de la reforma venían igual. Teniendo esto en cuenta, lo que parece evidente es que los esfuerzos en materia fiscal tendrán que volcarse hacia el tema del gasto= en el cual está el problema de fondo=, pues ni el gobierno ni el país aguantarían otra ronda de tributos.