Home

Economía

Artículo

LA OTRA TORMENTA

LA DECISION DE JAIME GARCIA PARRA DE DECLINAR SU NOMBRAMIENTO COMO PRESIDENTE DE LA ANDI DEJO UN MAL SABOR ENTRE MUCOS INDUSTRIALES

4 de marzo de 1996

Mientras el pasado Miercoles 24 de enero toda Colombia estaba enredada en la entrevista de Fernando Botero, las palabras del presidente Samper y el recrudecimiento del terremoto político, la mente de muchos de los industriales más importantes del país estaba en otra parte. Ellos lograron aislarsedurante unas horas de la tormenta nacional, en el Gun Club de Bogotá, no porque así lo hubieran querido, sino porque los metieron en otra tormenta, aunque menos grave, no poco preocupante: su gremio había quedado de nuevo sin cabeza. Así se lo acababa de confirmar Jaime García Parra, quien hacía tan solo dos meses había aceptado con honores la presidencia de la Andi y que ese día había preferido declinar a tan alta dignidad. Para darles tan amarga noticia García se reunió con algunos de los miembros de la junta directiva del gremio y les entregó una breve carta, acompañada de unas cordiales palabras. Sus razones, resumidas en la misiva, fueron que "lamentablemente, circunstancias nuevas, entonces totalmente imprevistas, me obligan a dedicarle un tiempo superior al previsto inicialmente a tareas profesionales, con las cuales tengo adquiridos compromisos ineludibles". Pero a pesar de los esfuerzos por dejar el mejor sabor entre los asistentes, y aun cuando muchos lo comprendieron, la sensación generalizada fue de decepción. A todos les cayó la noticia como un chaparrón, pues aunque él había pedido que lo esperaran hasta enero, mientras se deshacía de algunos compromisos, fueron muchas las cosas que le concedieron como para pensar que a mitad de camino iba a arrepentirse. Pidió, por ejemplo, un altísimo sueldo, y se lo dieron. Además de eso, le aceptaron su solicitud de mantener consultorías y otros trabajos externos, algo completamente excepcional en la Andi, y le dijeron que sí a su negativa de ir a Medellín cada ocho días y de hacer oficios pedestres como visitar ministros. Eso sin contar que exigió que el suyo fuera el único nombre que se postulara para la elección del presidente.Pero no fue sólo por eso que casi todos quedaron sumidos en el desconcierto. Ya ellos se habían hecho a la idea de que García Parra era el personaje ideal para ocupar el cargo en el momento político actual. No es gratuito que el suyo haya sido el único nombre que logró congregar unanimidad en la elección, pues era un hombre con experiencia ministerial en las carteras de Hacienda y Comunicaciones, diplomática como embajador en Washington, y empresarial, en Acerías Paz del Río y Avianca, entre otros. Y para acabar de completar, tenía el don de poseer muchos amigos y pocos enemigos.
Sin embargo, como de algo tan bueno no dan tanto, aunque este incidente no le dejó propiamente enemigos sí fueron muchos los que quedaron molestos, y ese es uno de los temas que se ha puesto de moda en los corrillos del exclusivo mundo empresarial: la pérdida de confianza en las decisiones de uno de los hombres más reputados de la vida política y económica nacional. Algunos interpretaron la decisión como una falta de seriedad, y otros más audaces decidieron construir hipótesis alrededor de la renuncia diferentes a las razones que él argumentó. Según fuentes consultadas por SEMANA, hubo quienes pensaron que García Parra se atortoló con el difícil panorama nacional, pues no es fácil ser el presidente del gremio más importante del país en un momento tan preocupante como éste, en el que inclusive se le pide al presidente Samper una dejación temporal del cargo, y mantener a la vez su privilegiada posición de monedita de oro. Esta hipótesis tiene que ver con otra, y es que si aceptaba se le dañaban sus aspiraciones políticas. Sin embargo no es complicado pensar que a una persona de su experiencia le haya tocado capotear muchos momentos difíciles, de manera que éste no tenía porqué asustarlo tanto como para no aceptar un cargo con el cual ya se había comprometido, y correr el riesgo de quedar mal.
Los detractores de la decisión fueron más allá. "Jaime García empezó a preguntar todo sobre el cargo después de que había aceptado, de manera que es posible que haya encontrado muchas cosas con las cuales no estaba dispuesto a lidiar", dijo un empresario. Se refería, por ejemplo, al hecho de que la junta directiva de la Andi tiene 24 miembros, que en la actualidad él no sería el presidente del Consejo Gremial Nacional, sino que estaría por debajo de alguien, y además, que la institución enfrenta ahora unos problemas financieros muy complejos. "Pudo ser que eso no le gustó", agregó.
Los amigos de Jaime García dicen que cuando a él le vienen con estas críticas responde con una frase de Mariano Ospina: "Uno engaña a los amigos y desconcierta a los enemigos con la verdad". Es decir, nadie le cree a uno cuando dice la verdad, y esa es la frase que lo tiene a él en calma, a pesar de la desbandada de comentarios sobre que fue más por temor, a una o a otra cosa, lo que le hizo declinar de la distinción.Pero más allá de las razones que argumentan unos y otros, lo cierto es que la actitud de García dejó un sinsabor que aún no se han podido quitar muchos empresarios. Lo que sí les molestó a todos es que, luego de pensar que él sería quien llegaría a salvar a un gremio que no atraviesa por su mejor momento, terminó fue metiéndolo en más problemas. Y es que la Andi viene de un largo período de interinidad, pues su antiguo presidente, Carlos Arturo Angel, renunció en julio. Para completar, lo hizo tras largas discusiones con los antioqueños por su convencimiento de que sería mejor trasladar al gremio de Medellín a Bogotá y porque en la junta directiva habían quedado menos paisas que en los tiempos pasados. Según un industrial de la Andi consultado por SEMANA, "nosotros le pedimos que esperara y esperara, que todavía no se fuera, justamente por lo difícil que era escoger al candidato, hasta que finalmente en octubre se fue porque tenía algunos compromisos, y ahora que ya teníamos al personaje volvemos a quedar acéfalos".Y no pudo ser más malo el momento para quedar sin cabeza, pues para nadie es un misterio que en las actuales circunstancias de tormenta política la ausencia de presidente le quita fuerza y protagonismo a la Andi. Y lo peor es que el palo no está para cucharas, pues la proliferación de gremios sectoriales, y su capacidad de interlocución frente al gobierno, le han restado importancia al que se ha considerado gremio de gremios desde hace más de 50 años, cuando nació por sugerencia del presidente Alfonso López Pumarejo para que los industriales tuvieran un solo vocero. Son muchos los problemas que enfrenta hoy en día la Andi. Uno de ellos es el financiero, pues los recortes presupuestales en muchas empresas han hecho que algunas de ellas decidan suspender costos como la afiliación a un gremio. Como si eso fuera poco, la Andi ha perdido un poco su capacidad persuasiva, y hasta cierto punto su protagonismo. Lo peor es que mientras más tiempo tome la escogencia de un presidente, más demorada será la solución de los problemas, y es muy claro que las mejores opciones van desapareciendo, pues es poco viable que los mismos que sonaron la vez pasada acepten un segundazo.