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LA REVOLUCION DEL PLAN

En 500 días, la Unión Soviética será una economía de mercado.

8 de octubre de 1990

Quinientos días que pueden estremecer al mundo. Así calificó el diario norteamericano The New York Times al plazo fijado por los dos principales líderes soviéticos, Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin, para convertir a la Unión Soviética en una economía de mercado.
El acuerdo fue presionado por las crecientes dificultades económicas que atraviesa la nación comunista. La semana pasada, por primera vez en más de 30 años, el pan escaseó en las tiendas de Moscú. En años anteriores, el suceso hubiera sido atribuido a fenómenos climáticos o problemas estacionales. Esta vez, sin embargo, los principales medios de comunicación del país no dudaron en culpar de la situación a la quiebra de la economía centralizada. Y recordaron que la falta de pan fue precisamente uno de los hechos que impulsó la revolución que sacó a la monarquía zarista del poder en 1917.
La escasez de pan sirvió para acelerar la presentación del plan que venía siendo preparado por los asesores económicos de Gorbachov y de Yeltsin. Y aunque el primero no le ha dado todavía su bendición oficial, afirmando que faltan algunos detalles por refinar, el primer ministro de la República Rusa, Iván Silayev, apareció la semana pasada en las pantallas de la televisión describiendo el que llamó "programa económico Gorbachov-Yeltsin" para la Unión Soviética.
De acuerdo con las palabras del ministro, el plan busca conceder autonomía económica a las 15 repúblicas de la Unión, liberandolas de los dictados de la planificación central y de la propiedad estatal. A su vez, las republicas deberan participar en un programa coordinado de emergencia para frenar la inflación y estabilizar la económia.
Con el fin de lograr tales objetivos, el plan contempla drásticos recortes en el gasto gubernamental, incluyendo una rebaja del 10 por ciento en el presupuesto militar, de 20 por ciento en los gastos de la KGB y del 75 por ciento en la ayuda externa no económica.
En los primeros 100 días del plan, que debe comenzar el próximo 1 de octubre, se diseñará un conjunto de leyes que permitan la extensión de la propiedad privada en el país, la creación de un sistema bancario adecuado a las nuevas condiciones económicas, la apertura de un amplio mercado de valores y el establecimiento de un sistema de seguridad social que permita proteger a los sectores de menores ingresos de la población. Para el 1 de enero de 1991, además, al menos la mitad de los ministerios que tienen que ver con la economía deberan estar totalmente abolidos.
En 1991, los controles de precios deberán ser gradualmente eliminados. Sólo se mantendrán precios fijos para los alimentos básicos y algunos bienes de consumo totalmente necesarios para la población. Simultáneamente, el Estado irá vendiendo varias de sus propiedades. Se irán desmontando, además, algunas formas colectivas de propiedad. Algunos miembros de granjas estatales, por ejemplo, tendrán el derecho a dejar la propiedad comunal y a quedarse con un pedazo de la tierra.
En una etapa posterior del plan, se profundizara la libertad de precios, se introducirá un sistema de indexación salarial, se ampliará la transferencia de compañías estatales al sector privado y se darán los primeros pasos para el establecimiento de un mercado de libre convertibilidad para la moneda nacional. Después de los 500 días, los autores del plan aseguran que el 70 por ciento de las empresas industriales y más del 90 por ciento de las empresas del comercio al por menor y de la industria de la construcción estarán en manos del sector privado.
El plan, como es obvio, ha despertado algunos temores. Según Yeltsin, sin embargo, es absolutamente necesario. En su opinión, los consumidores soviéticos están preparados para aceptar cualquier clase de medidas, por radicales que sean, con tal de no soportar la escasez de productos básicos a que se han visto sometidos en los últimos meses. Hace pocas semanas, la escasez de tabaco produjo serios mítines de protesta en varias ciudades del país. Pero fue la escasez de pan la que convenció a muchos de la necesidad de un cambio radical en las estructuras económicas del país. El influyente diario Izvestia, por ejemplo, aseguro que ésta es probablemente la última oportunidad que tienen las autoridades para justificar su papel y llegó a ironizar que la mejor solución que se podría adoptar era una ley de libre migración, que les permita a los soviéticos ir hasta Suecia a comprar el pan.
En otro frente, hay quienes piensan que la situación actual no hará más que agravar los problemas políticos que enfrenta Gorbachov. Y que la mayor autonomía económica que se piensa otorgar a las republicas acelerará mucho más la desintegración de la Unión Soviética. Para Yeltsin, en cambio, el programa económico será "una especie de malla que preservará la unión de las repúblicas, como un mercado común, pero no necesariamente como una entidad política".
De todas maneras, es posible que el plan Gorbachov-Yeltsin tenga que ser moderado en algunos aspectos. Y la razón básica es que junto con el programa preparado por los asesores de los dos lideres soviéticos, hay otro plan, mucho menos radical, preparado por el primer ministro de la Unión Soviética, Nikolai Rizhkov, quien es uno de los funcionarios mas cercanos al propio Gorbachov. Los asesores de Yeltsin se han mostrado tranquilos, sin embargo, pues afirman que muy pocas repúblicas están dispuestas a aceptar un plan económico que sea presentado por el actual gabinete. En igual sentido se han pronunciado algunos observadores independientes, para quienes al presidente Gorbachov no le conviene en este momento oponerse abiertamente al presidente de la República Rusa, Boris Yeltsin, dado el enorme poder político que tiene en la actualidad.
De cualquier manera, la aplicación del programa no será nada fácil. Desmontar la gigantesca fronda burocrática levantada en nombre del socialismo será una tarea de titanes. Aun si los burócratas de Moscú logran ser eliminados, nada garantiza que lo mismo se pueda lograren todas las repúblicas soviéticas. Y tampoco será fácil privatizar un aparato económico con serios problemas de productividad. En el caso del pan, por ejemplo, la base técnica de la industria soviética está al nivel de los años 50, según confesión de Mikliail Chaplin, jefe de la administración distribuidora de pan en la República Rusa.
Si la voluntad política existe, sin embargo, y los lideres soviéticos logran dar respuesta a los problemas que van a enfrentar en los próximos 500 días, el mundo estará asistiendo, sin lugar a dudas, a uno de los acontecimientos más importantes de la historia reciente. Un acontecimiento que cambiara la cara del mundo para el siglo XXI, de la misma forma que la revolución bolchevique de 1917 marcó la evolución de la humanidad durante casi todo el siglo XX.