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Las apuestas del Sindicato

En un mes el Grupo Empresarial Antioqueño salió del carbón, vendió Coltabaco y anunció la fusión de sus tres bancos. ¿Para dónde va el primer grupo económico del país?

19 de septiembre de 2004

En el mundo de los negocios el verdadero huracán no fue el tal Iván. La tormenta corrió por cuenta del Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), cuyas últimas movidas han desatado una euforia bursátil y han agitado el panorama empresarial colombiano.

En las últimas tres semanas el grupo económico más grande del país ha anunciado tres negocios que de concretarse serían los más importantes del año.

El primero de ellos cuajó el 30 de agosto pasado: la venta de los principales activos de Carbones del Caribe a la multinacional suiza Glencore Internacional, que ya explota carbón en El Cerrejón. Los yacimientos vendidos por el GEA, que están ubicados en la Jagua de Ibirico, en el departamento del Cesar, tienen unas reservas estimadas de 100 millones de toneladas de carbón.

El segundo fue la venta de Coltabaco a la multinacional Philip Morris hace dos semanas. Después de varios años de coqueteos, el conglomerado paisa decidió vender sus acciones en la empresa tabacalera más grande del país a la compañía estadounidense dueña de la marca Marlboro. En una operación que se realizará en bolsa a través de una Oferta Pública de Acciones (OPA), la Philip Morris comprará el ciento por ciento de Coltabaco (52 por ciento en manos del Sindicato Antioqueño y 48 por ciento en manos de terceros) por un valor de 314 millones de dólares.

El tercero se realizó el martes de la semana pasada. El presidente de Suramericana de Inversiones, Juan Camilo Ochoa, anunció que buscan fusionar Bancolombia, Conavi y Corfinsura, las tres entidades financieras del GEA, en un único banco con múltiples unidades de negocios y activos por 25 billones de pesos.



La unión bancaria

En el mundo financiero está comprobado que a mayor tamaño, mayor rentabilidad. En otros países como México o Chile el proceso de consolidación de la banca -en la que cada vez hay menos pero más grandes jugadores- comenzó hace una década y era de esperarse que en Colombia los bancos siguieran el mismo camino. Con la fusión de las tres entidades del GEA se crearía un megabanco que no solo se lleva de lejos a su principal competidor, el Banco de Bogotá, sino que sería uno de los 15 más grandes de Latinoamérica.

Fusionar los bancos del GEA tiene un ingrediente adicional. Bancolombia poseía el 28 por ciento de las acciones de Conavi antes de pasar de corporación de ahorro y vivienda a banco comercial. Como por ley ningún banco puede ser accionista de otro, Bancolombia debía decidir antes de diciembre de 2004 qué hacer con su participación en Conavi: si venderla o buscar una unión de los dos bancos.

Las ventajas de la segunda opción eran evidentes. En primer lugar, una integración trae economías de escala, puesto que se reducen costos al compartir una misma infraestructura administrativa, financiera y tecnológica. De hecho, una de las debilidades de Bancolombia son sus altos costos operativos, equivalentes al 6 por ciento de sus activos (el promedio en otros países es de menos de 3 por ciento), como señaló un informe de Merrill Lynch en julio de 2004.

En segundo lugar, los negocios de las tres compañías se complementan. Bancolombia es muy fuerte en banca de consumo y servicios financieros para empresas, pero ha estado alejado del mercado de préstamos hipotecarios, en el que Conavi tiene 17 por ciento de participación. En el caso de Corfinsura, dedicada especialmente a banca corporativa, el complemento no es tan claro, toda vez que Bancolombia ya es un jugador importante en este segmento y además tiene dentro de sus subsidiarias a otro banco de inversión (Colcorp).

Para que estos beneficios se vuelvan realidad requerirá de una cuidadosa gestión del grupo. Las fusiones, especialmente de entidades financieras, son procesos muy complejos que no siempre alcanzan los objetivos deseados. Un estudio de la firma de consultoría Kpmg, por ejemplo, concluyó que una de cada dos fusiones en el mundo fracasan. Y cerca de la tercera parte no producen ningún valor agregado para sus accionistas.

Ni hablar de la integración operativa. El cruce de culturas, procedimientos y sistemas puede resultar traumático y tardar varios años en perfeccionarse. Además, cualquier empleado sabe lo que inevitablemente significa una fusión en términos de recortes de nómina, lo que genera una ansiedad en la organización que es difícil de manejar y que puede afectar el clima laboral. El lado positivo es que el grupo empresarial llega a esta nueva fusión con la experiencia que ya tuvo cuando compró el Banco de Colombia y lo fusionó con el BIC en 1998.

También preocupa lo que puede pasar con los accionistas, especialmente los minoritarios. El número mágico en este tipo de operaciones es cuántas acciones de la nueva entidad equivalen a una de las viejas. A esto se llega después de valorar cada uno de los bancos y definir qué peso tendrá cada uno dentro de la compañía fusionada. Aunque el GEA ha dicho que todo este proceso se llevará a cabo con la mayor transparencia, la forma como se calcula el valor de intercambio suele ser motivo de polémica en cualquier fusión, en especial entre quienes tienen participaciones minoritarias.



Para dónde va

Ninguno de estos negocios apareció de la noche a la mañana. Tampoco son el fruto de un coqueteo de uno o dos días. Hacen parte de toda una estrategia de reestructuración interna en la que viene trabajando el Grupo Antioqueño desde hace dos años y que consiste en concentrarse en los negocios que más le interesan y salir del resto de inversiones.

Sus ojos están puestos en cuatro pilares fundamentales: alimentos, cementos, sector financiero y seguros. Todo lo que no quepa en ese esquema se vende.

Con esa consigna en mente, el GEA se retiró en los dos últimos años de Criogas, Electroquímica Colombiana, Proleche, La Parcela y de varias actividades que no pertenecen al corazón del negocio del grupo. Los movimientos de las tres últimas semanas van en esa dirección: la salida de las minas de carbón y la venta de Coltabaco (que no están en ninguna categoría), así como la fusión de sus entidades bancarias, con la que pretende afianzar su posición en el negocio financiero.

La pregunta que se hacen los observadores ahora es: ¿qué podría seguir para el Grupo Empresarial Antioqueño? Apuestas se oyen de todos los lados. En la lista de inversiones que quedan por vender hay empresas del sector comercio (Éxito, Makro), de la industria textil (Fabricato-Tejicondor, Enka, Everfit), del sector servicios (Sodexho, Meriléctrica, Tipiel) y hasta hoteles como el Meliá de Pereira, entre muchas otras empresas.

De momento el Sindicato parece estar concentrado en cerrar los tres negocios que tiene entre manos. Su meta ahora es la de consolidar, con mucha cautela, las movidas que ya anunció y que tanta expectativa han creado no sólo en Colombia, sino en el continente.