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LIOS DE PLASTICO

Con la demanda que Visa le puso a American Expressla semana pasada la guerra entre los dos competidores sigue avanzando.

2 de diciembre de 1996

Cuando el enano deci-de enfrentar al gigante muchas cosas pueden pasar. El gigante puede quedarse con los brazos cruzados, o puede pelear contra el enano porque sabe que tiene armas para convertirse en grande. Y eso es lo que ocurrió la semana pasada cuando Visa decidió demandar en Estados Unidos a American Express.La causa fue aparentemente simple: American Express anunció tener la exclusividad sobre el nombre Platinum. Según Visa, se trata de un apelativo genérico, como lo es Gold, de manera que si ellos quisieran usarlo podrían hacerlo. Y por eso la demandó.Para la mayoría de los colombianos la noticia pasó inadvertida. Pero no ocurrió lo mismo con quienes han seguido de cerca la 'pelea' entre las dos tarjetas. Para ellos Visa podría estar vengándose de quien durante todo este año ha recorrido los estrados judiciales del mundo quejándose de ella.Lo que pasa es que, a juicio de American Express _Amex_, Visa ha tratado de anular su expansión y la de otros competidores, previniendo a sus bancos asociados para que no expidan tarjetas distintas a la Visa, salvo que sean Master Card. Esta acción se ha adelantado mediante órdenes internas por medio de las cuales les prohíbe a los bancos ser 'infieles' emitiendo otras tarjetas.Amex, que ha visto reducir su participación en el mercado mundial de 13,4 por ciento en 1992 a 10,4 por ciento el año pasado, decidió responder inicialmente en Europa. Se quejó ante la Comisión Europea a principios de este año por supuestas prácticas anticompetitivas por parte de Visa. La Comisión respondió en mayo, dándole la razón a Amex. Pero otra ha sido la historia en Estados Unidos. Allí no sólo Visa sino también Master Card han advertido a sus bancos sobre los peligros que corren si expiden tarjetas de compañías pequeñas como American Express. Y aunque el Departamento de Justicia anunció en junio que miraría los efectos competitivos de las prohibiciones, aún no ha decidido nada.Pero American Express no se conformó con luchar en Europa y Estados Unidos. En septiembre inició acciones legales en América Latina, particularmente en Argentina, Brasil, Colombia y México, acusando a Visa de los mismos hechos. En Colombia presentó una solicitud de investigación administrativa ante la Superintendencia Bancaria por presunta violación a las normas sobre promoción de la competencia y prácticas restrictivas. Según el delegado para establecimientos bancarios de la entidad, Miguel Arango, "nosotros no controlamos a las tarjetas sino a los bancos, de manera que lo que haremos es evaluar si éstos han incurrido en acciones que vayan contra la competencia. De otro lado, pasamos el caso a la Superintendencia de Industria y Comercio para que haga la investigación sobre las tarjetas de crédito en sí".Según Orlando García, presidente de Ascredibanco _representante de Visa en Colombia_, "nosotros no hemos sido notificados, y la verdad es que no entendemos por qué American Express presenta la queja, pues ni en Colombia ni en América Latina Visa le ha prohibido a los bancos emitir otras tarjetas".Independientemente de quién tiene la razón, pocos entienden por qué American Express se queja de esos hechos en países como Colombia, donde ni siquiera opera directamente. La respuesta es que detrás de todo está el deseo de la tarjeta de expandirse hacia regiones donde el mercado aún no está saturado, como ocurre en Estados Unidos y Europa. Y una de esas zonas es precisamente América Latina.Otra explicación es que American Express se ha empeñado en comenzar a mercadear tarjetas a través de los bancos y no sólo directamente, como lo ha hecho tradicionalmente. El problema es que, según Amex, Visa y Master Card, que son dueñas del 80 por ciento de un mercado que mueve 1.546 millones de dólares a nivel mundial, no la dejan crecer. Y en su concepto, aunque tienen mejores productos para ofrecer, no los pueden vender porque los bancos les cierran las puertas por miedo a los dos gigantes. Sin embargo, en esta guerra de plástico nada estará claro hasta que _al menos en Colombia_ las superintendencias emitan sus respectivos conceptos.