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Lluvia de dólares

Microsoft, el número uno del 'software', repartirá 75.000 millones de dólares entre sus accionistas. Se trata de la mayor distribución de utilidades en toda la historia bursátil.

8 de agosto de 2004

Bill Gates no se conforma con ser el hombre más rico del mundo. Tampoco con llevar 10 años consecutivos encabezando la lista de archimillonarios que publica la revista Forbes. Ahora, en una decisión sin precedentes en la historia empresarial, el fundador del gigante mundial del software, Microsoft, anunció que devolverá 75.000 millones de dólares a sus accionistas.

Nunca antes una compañía había repartido tantas utilidades. Para poner la cifra en perspectiva, es la misma cantidad que solicitó el presidente George W. Bush al Congreso estadounidense para la guerra en Irak. O, mejor aún, es casi lo mismo que produce Colombia en un año (el producto interno bruto del país es de 77.640 millones de dólares).

La operación será en tres formas. El 2 de diciembre de este año, Microsoft otorgará un dividendo extraordinario de tres dólares por acción, por un total de 32.000 millones de dólares. También duplicará su dividendo trimestral, que pasará de ocho a 16 centavos de dólar por acción, con lo que eleva a 3.500 millones de dólares anuales el mínimo de utilidades a repartir en el futuro cuatrienio. Finalmente, Microsoft ejecutará un plan de recompra de sus propias acciones por 30.000 millones de dólares en los próximos cuatro años.

Detrás de tan espectacular reparto de dinero está el hecho de que Microsoft sufre de exceso de liquidez. El número uno mundial del software se enfrenta desde fines de la década de los 90 con un problema que muchos envidian: gana plata a mayor velocidad de lo que puede invertir. En su caja se amontonan hoy 58.000 millones de dólares en efectivo para ser utilizados en cualquier momento.

Así, sentada sobre una montaña de dinero, Microsoft ya no sabe qué hacer. La empresa, una extensión de la personalidad de Bill Gates, nunca ha pedido un crédito, nunca ha debido un peso a nadie y nunca ha dejado de tener un cómodo colchón de plata a la mano. Desde que empezó operaciones, hace 25 años, ha sido una de las compañías más sanas del mundo.

El problema ahora con tanto dinero es que Microsoft no lo puede usar para comprar empresas, debido a sus crecientes problemas con reguladores en Estados Unidos y la Unión Europea. Hasta intentó en vano, en el año 2003, comprar a su competidor alemán SAP. Las autoridades bursátiles de uno y otro lado del Atlántico están preocupadas por la posición hegemónica de la compañía como proveedor de software y su tendencia a restringir la competencia donde y como pueda.

En Wall Street, la decisión de Microsoft de retribuir con dinero a sus 4,6 millones de accionistas ha sido bienvenida. Desde 1998 la cotización bursátil de la empresa ha estado estancada. Los accionistas venían quejándose de que no se les devolvía el dinero suficiente como inversionistas de la firma y que, en cambio, en su interior se acumulaban grandes cantidades de plata.

Al repartir 75.000 millones de dólares, Microsoft está reconociendo que su fase dinámica se agotó y que no logrará invertir las ganancias obtenidas desde hace años. La empresa, en efecto, ingresa a una etapa que ya conocen IBM, Intel y muchos gigantes más. El menor crecimiento del mercado informático y el hecho de que el 95 por ciento de los computadores personales en el mundo están equipados ya con su sistema operativo Windows son "claramente signos de menor dinamismo y creciente madurez", como subraya The Wall Street Journal.

A pesar de esto, el grupo Microsoft tiene una caja que aumenta mecánicamente cada mes en 1.000 millones de dólares. Incluso, después de entregar su dividendo excepcional en diciembre, se encontrará a comienzos del año 2005 con una disponibilidad de efectivo de 20.000 millones de dólares.

Con las medidas anunciadas, Gates, que posee cerca de 1.120 acciones, recibirá a fin de año un dividendo extraordinario de 3.300 millones de dólares, en su calidad de principal accionista de la empresa. El magnate donará esa suma a la fundación Bill y Melinda Gates, que creó junto con su esposa, la cual dispondrá de un capital total de más de 30.000 millones de dólares para proyectos sociales de salud y educación. Ninguna otra fundación en el mundo posee medios comparables.