Home

Economía

Artículo

El ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, anunciará un nuevo recorte en el presupuesto de este año y el gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, espera que la inflación vuelva a la meta gradualmente. | Foto: Alejandro Acosta

COYUNTURA

El nudo gordiano de la economía colombiana

Bajar la inflación, asegurar la meta fiscal, recortar gasto público, aumentar el recaudo tributario y evitar una fuerte desaceleración es un ajuste que requiere al mejor equilibrista. ¿Se logrará?

13 de febrero de 2016

Los analistas no recuerdan, en la historia reciente del país, un periodo tan complejo y con tantos desafíos económicos, como el actual, por causa de la caída del precio del petróleo. El propio ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, confesó la semana pasada en el foro de Anif-Fedesarrollo que desde que es economista no había visto un choque tan abrupto sobre las finanzas públicas como el ocurrido en los dos últimos años en Colombia.

En plata blanca se puede ver mejor la magnitud de este golpe. En 2013, Colombia exportaba petróleo por 27.646 millones de dólares que representaban 3,3 por ciento del producto interno bruto (PIB). Hoy, con barril a 35 dólares, las ventas externas de crudo ascienden a 6.412 millones de dólares. Como quien dice, se ha presentado una disminución de más de 20 billones de pesos en dicho lapso.

También permite apreciar la dimensión del choque observar que la renta petrolera representaba en 2013 el 20 por ciento de los ingresos del gobierno pero hoy escasamente alcanza el 0,5 por ciento. En otras palabras, es como decirle a alguien que vivía con 100 pesos, que ahora tiene que hacerlo con 80.

Pero esa es la foto de hoy. Las cosas podrían empeorar pues el precio del crudo sigue cayendo y tal vez, muy pronto, toque los 20 dólares que han pronosticado los expertos. Y aunque es probable que haya un repunte en el segundo semestre, los analistas creen que durante los dos próximos años se mantendrán los precios bajos.

Un dato adicional muestra que este año las empresas petroleras pagarán 5 billones de pesos menos en impuestos. E incluso, dados los resultados que tuvieron en 2015, habrá que hacerles devoluciones correspondientes al anticipo del impuesto de renta que hicieron el año pasado.

Así las cosas, pronto el gobierno tendrá que realizar un ajuste mucho más severo de lo que se pensaba para garantizar la sostenibilidad de las cuentas fiscales. La meta de déficit fiscal para este año está en 3,6 por ciento del PIB, pero sobre la base de petróleo a 50 dólares, que era el estimativo en diciembre pasado, cuando se elaboró el plan financiero para 2016.

La caída de los precios del petróleo también impacta las cuentas externas, más exactamente el déficit en la cuenta corriente, una de las grandes preocupaciones del gobierno, el Banco de la República, los analistas y las agencias calificadoras. El faltante externo en 2015 representó alrededor de 6,5 por ciento del PIB (unos 19.500 millones de dólares) y aunque para este año tendrá una corrección (5,8 por ciento del PIB) por la contracción en las importaciones y la devaluación, está en niveles históricamente altos que hay que reducir. El director de Fedesarrollo, Leonardo Villar, dice que, ante esta realidad, es indispensable reducir el gasto público y privado para moderar los problemas fiscales a mediano plazo.

El ministro de Hacienda afirma ser realista y estar consciente de que el panorama cambió de diciembre a enero. Por ello, anunció que viene otro recorte presupuestal que será presentado al consejo de ministros en los próximos días. No se sabe de qué tamaño será el ajuste, pero señaló que es indispensable para enviar un mensaje, tanto a los analistas como a las agencias calificadoras, del compromiso del gobierno con el cumplimiento de las metas. “Habrá más austeridad sin comprometer la política social”, afirmó Cárdenas.

Sin embargo, como dice el exministro de Hacienda Guillermo Perry, no todo el ajuste puede hacerse por la vía de recortar el gasto público. Hay que hacerlo también por medio de mayores ingresos, es decir, con una reforma tributaria que no solo busque mayor eficiencia y equidad, sino que incremente el recaudo.

Anif calcula que las recomendaciones de la comisión de expertos tributarios (bajo un escenario relativamente ambicioso y optimista a nivel político) podría lograr al menos un 2 por ciento del PIB en mayores recaudos. Pero, como sostiene su director Sergio Clavijo, este esfuerzo tributario deberá complementarse con recortes presupuestales adicionales de al menos el 1 por ciento del PIB, “si es que queremos evitar que las calificadoras de riesgo hagan advertencias de perspectivas negativas antes de finalizar 2016”, anota.

Por su parte, Leonardo Villar, que hizo parte de la comisión de expertos, estima que las modificaciones propuestas en el IVA (subir de 16 a 19 por ciento) y otros impuestos indirectos generarían algo más de 1 por ciento del PIB en ingresos adicionales para el gobierno. Además, con los ajustes propuestos en administración tributaria y en el manejo de las entidades sin ánimo de lucro, el efecto de mediano plazo sobre las finanzas públicas puede ubicarse entre 1,5 y 2 por ciento del PIB. Según Villar, adicionalmente, las reformas a la tributación territorial permitirían reducir las presiones de gasto para el gobierno central.

El dilema del Emisor

La caída del petróleo provocó otro efecto colateral sobre la tasa de cambio. El peso colombiano se ha devaluado en casi un 80 por ciento en los últimos 18 meses y esta depreciación ha causado más de un dolor de cabeza.

El más grave es que, por la vía de los importados, se ha trasladado a la inflación, que se ha salido de madre. En enero el índice de precios del consumidor (IPC) registró una variación de 1,29 por ciento y para los últimos 12 meses llegó a 7,45 por ciento, el porcentaje más alto desde 2008. El año pasado la inflación se situó en 6,77 por ciento, más del doble de la meta del Banco de la República fijada en 3 por ciento.

A la alta inflación también han contribuido factores climáticos como el fenómeno de El Niño y las heladas que se han presentado en algunas regiones. Para llevarla a su meta, el Banco de la República ha subido sus tasas de interés en 150 puntos básicos desde septiembre pasado hasta llegar al 6 por ciento que rige hoy. Sin embargo, esto no será suficiente.

Según Fedesarrollo, el banco probablemente tendrá que aumentar la tasa en al menos otros 150 puntos básicos en los próximos meses, hasta ubicarla en niveles del orden de 7,5 por ciento o más hacia mediados de año.

El problema es que esta política tendrá un impacto adicional sobre el crecimiento de la economía. Como se sabe, las tasas del Emisor se trasladan al mercado y encarecen el crédito. Como dice Anif, esto hará que tanto bancos como usuarios empiecen a andar con pies de plomo para evitar dolores de cabeza con la cartera.

Los ritmos de crecimiento de la cartera de crédito de consumo y de la hipotecaria se han reducido de manera notable, aunque por fortuna no hay deterioro en la calidad. Lo cierto es que la

desaceleración económica será inevitable mientras se da el ajuste que requiere el país. El gerente del Banco de la República, José Darío Uribe, reconoce que con la política monetaria –mayores tasas– y la fiscal –recorte del gasto– habrá menor crecimiento.

Se trata del típico dilema que enfrenta el Emisor con sus decisiones: menor inflación o menor crecimiento. “Hay que calibrar las fuerzas para llevar la inflación al 3 por ciento”, afirma Uribe. Esto significa que no se puede llegar de un salto a la meta de inflación, porque implicaría ascensos muy fuertes de las tasas de interés con implicaciones severas sobre el crecimiento. El Banco de la República dijo en su comunicado más reciente que la magnitud de la devaluación del peso y la fortaleza del fenómeno de El Niño harán que la inflación llegue a dicha meta más lentamente.

Por último, para sobrellevar esta difícil coyuntura, ocasionada por la caída del ingreso petrolero, es fundamental mantener la confianza y la credibilidad en la política macroeconómica, tanto dentro como fuera del país. Lo preocupante es que, a juzgar por el comportamiento del Embi, principal indicador que mide el riesgo país, la confianza se ha ido deteriorando. Aunque Colombia no está en los niveles de Brasil, si se alejó de Perú, Chile y México, sus socios en la Alianza Pacífica. Lo positivo es que, como dijo el ministro Cárdenas, el gobierno tiene el firme compromiso de cumplir las metas fiscales, y para eso se apretará más el cinturón y llevará la reforma tributaria al Congreso este mismo año. n

¿Por qué hay pánico en el mundo?

La semana pasada las bolsas del planeta se derrumbaron. Hubo caídas abismales.

Las bolsas mundiales volvieron a derrumbarse la semana pasada. No solo cayeron las acciones de las petroleras, lo cual ya no es noticia, sino que también hubo descensos abismales en el sector bancario. Motivaron el fenómeno las nuevas preocupaciones sobre el precio del petróleo que sigue bajando y se aproxima a los 20 dólares el barril, y la situación de la economía mundial. Incluso algunos analistas temen por una recesión y una crisis bancaria.

La caída en los mercados comenzó el lunes pasado y aunque a mediados de semana hubo alguna recuperación, el jueves la turbulencia regresó. La onda expansiva se inició en Asia, cuando el índice Hang Seng de Hong Kong se derrumbó casi un 4 por ciento en el primer día del año nuevo lunar.

Los inversionistas creen que China tendrá que devaluar el yuan, a pesar de que el gobierno de Beijing ha dicho que no tiene intenciones de hacerlo. Lo cierto es que los analistas se ponen nerviosos al recordar que la pasada devaluación de la moneda china (en agosto del año pasado) provocó una ola de ventas que tuvo repercusiones globales. La verdad, hay honda preocupación por el desempeño de la economía china. Hay analistas que creen que va camino a un aterrizaje forzoso.

Estados Unidos también preocupa a los inversionistas, pues aún no hay una confianza total en el despegue de la primera economía del planeta. Los mercados, que no pierden el menor gesto de la presidenta de la Reserva Federal (FED), Janet Yellen, quedaron intranquilos con las declaraciones que hizo el jueves pasado ante el Senado. Yellen afirmó que aún resultaba prematuro evaluar el impacto de la volatilidad de los mercados en la economía de Estados Unidos. Sus declaraciones aceleraron las caídas de Wall Street.

Un analista citado por la agencia AFP señala que el mercado perdió la fe en el poder de la FED para resolver las crisis. “Si las condiciones se degradan, nos preguntamos sobre la capacidad de la FED de responder con la fortaleza necesaria para calmar las inquietudes”.

La caída de las acciones bancarias recordó la crisis de 2008. El jueves, que ha sido el día más negro para el sector financiero, se presentaron fuertes descensos. Por ejemplo, en Francia, Société Générale retrocedió 12 por ciento y BNP Paribas 6 por ciento. En Italia, Ubi Banka cayó 12 por ciento y el BMPS casi 10 por ciento. En España, Bankia y BBVA se desplomaron 7 por ciento. En Londres el Barclays perdió otro 7 por ciento y el Standard Chatered 5 por ciento. El primer banco alemán, el Deutsche Bank, perdió 6 por ciento el pasado jueves, ante fuertes rumores sobre una operación de recompra de deuda destinada a calmar temores sobre su solvencia.

Según The Wall Street Journal, el nerviosismo bancario tiene que ver con la expectativa de los inversionistas que piensan que las tasas de la FED no subirán mucho durante este año. El problema es que en 2015 se pensaba que se iban a elevar más rápidamente y muchos apostaron a que los bancos se beneficiarían al ganar la diferencia entre lo que cobran por prestar y lo que pagan por los depósitos. “El dinero fácil se trasladó a los bancos a finales de 2015 porque se preveían aumentos de tasas, y luego el dinero salió igual de rápido”, dijo al diario neoyorquino un agente del mercado.

A pesar de los temores, autoridades de la eurozona afirmaron que los bancos del bloque, castigados durante la crisis global de 2007-2008, están en mejor situación hoy que hace unos años.