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Llenar los bolsillos de los trabajadores puede reactivar la economía.

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Los argumentos para un aumento del mínimo por encima de la inflación

Expertos explican cómo el aumento del salario mínimo por encima del 3 por ciento dinamiza la economía. Concertación entre trabajadores y empresarios fracasó otra vez.

14 de diciembre de 2009

La reunión de la Mesa de Concertación que buscaba este lunes definir el incremento de salario mínimo para 2010 no llegó a ningún consenso. Sin embargo, habrá reuniones informales en los próximos días entre empresarios y sindicalistas para intentar llegar a un incremento acordado. 

 Los empresarios proponen que el mínimo suba el 3,2 por ciento, mientras los sindicalistas dicen que debe ser el 8 por ciento.

La discusión se da en una coyuntura especial. Por un lado, está el hito de que, por fin, se logró una inflación inferior al 3 por ciento. Se estima que al finalizar diciembre, será más o menos del 2,5 por ciento. “Eso quiere decir que la meta de largo plazo del Banco de la República ya se cumplió y, por lo tanto, que las prioridades de la política económica ya se pueden cambiar”, según opina Ricardo Bonilla, investigador de la Universidad Nacional.

Pero también hay que reconocer que esa caída de la inflación se debe a que el país está atravesando momentos difíciles en la economía. No hay demanda de productos. Poca gente está comprando porque, simplemente, no tiene plata. Entonces a los vendedores les tocó bajar los precios para poder salir de la mercancía.

Repensar la economía

Ese es el panorama actual. Según Bonilla, esto quiere decir que los empresarios y los trabajadores tienen que trabajar en 2010 para lograr tres retos: “la recuperación de la economía, que es el principal, de la demanda y del empleo”.

Por consiguiente, es el momento de repensar cómo manejar los hilos de la economía. Bonilla explica que una política económica debe contemplar cuatro objetivos, que son la estabilidad, el crecimiento, el empleo y la redistribución del dinero.

“Llevamos dos décadas en las que la prioridad de la política económica fue la estabilidad. Ya se logró. Ya tenemos una inflación por debajo del 3 por ciento. En este momento, la prioridad de la política económica debe dirigirse hacia el crecimiento, el empleo y la redistribución. Las decisiones que se tomen en la mesa de concertación deben ser concordantes con esa situación”, explica.

Pero, ¿cómo lograr esos objetivos? La pregunta la resuelve el académico César Giraldo explicando que el 84 por ciento de los productos que produce Colombia se venden aquí mismo, en el mercado interno. En consecuencia, “la única manera de crecer es fortaleciendo este mercado, cuya principal fuente de ingresos es el salario de los trabajadores”, según dice.

El mal momento que vive el país se debe, en parte, a que se han caído las exportaciones, que han sido el enfoque principal de los planes del gobierno. Giraldo explica que las compras hechas por Estados Unidos se cayeron, pero el impacto en el empleo no fue muy grave. A ese país suelen exportarse productos que generan pocos puestos de trabajo, como petróleo crudo, refinado y carbón.

Lo que sí ha traído consecuencias en la caída del empleo son las bajas exportaciones a Venezuela. Los productos que se le venden a ese país sí ocupan mucha mano de obra. Los principales son vehículos, automotores, autopartes y otros equipos de transporte, alimentos, bebidas, tabaco, prendas de vestir y textiles.

“El gobierno está promoviendo las exportaciones con destino a los países asiáticos, pero eso tampoco va a generar mucho empleo porque esos países nos van a comprar productos provenientes de la minería, que no ocupa mucha mano de obra”, comenta Giraldo.

Es decir, por cuenta del comercio exterior, no va a entrar mucha plata y la gente no va a tener más dinero en sus bolsillos.

Menos plata para la gente

Además, desde 1990 viene disminuyendo el consumo de los hogares, situación que ha empeorado desde 1999, cuando empezaron a caer también los incrementos de los salarios.

“Eso no se puede mantener a lo largo del tiempo no solamente porque es injusto y antidemocrático, sino porque los salarios son la única fuente que estimula la demanda interna para volver a reestablecer el crecimiento”, opina Giraldo.

Los sueldos han venido en picada durante todo este tiempo, pese a que la economía ha tenido crecimientos gigantes, como el de 2007, cuando el PIB creció casi el 8 por ciento. Pero la plata no se redistribuyó. La conclusión es que siempre han sido premiados los grandes capitales, mas no los trabajadores.

Esos privilegios que han tenido los grandes empresarios se evidencia, por ejemplo, en el sector bancario. Hasta octubre de este año, éstos obtuvieron ganancias por 7,5 billones de pesos, 38 por ciento más que lo obtenido en el mismo periodo del año pasado.

El 42,9 por ciento de las ganancias obtenidas por los bancos este año se debe a los rendimientos de los TES. Estos son bonos de deuda pública que el gobierno vende cuando necesita plata. Los bancos los compran y, al cabo del tiempo, el gobierno les paga ese dinero con intereses.

Este año, el gobierno decidió comprarles los TES a los bancos. Eso ayudó a que sus riquezas crecieran.

Política contradictoria

Estas transacciones se hacen cuando las autoridades monetarias quieren incentivar el consumo, porque cuando les dan plata a los bancos, se entiende que el dinero va a empezar a circular en el mercado por medio de créditos. Pero eso no se dio. Al contrario, el crédito ha estado cayendo, por el temor de la gente a endeudarse y después no tener con qué pagar y por el temor de las instituciones financieras, que prefirieron restringir los préstamos para evitar la cartera morosa. Es decir, el dinero inyectado por el gobierno se quedó en los bancos.

En un intento por reactivar la economía, el gobierno ha incrementado el gasto público en obras civiles como carreteras, puentes, en fin. Pero es algo temporal. Y también ha comprado dólares, para poner más pesos a circular.

Las medidas no han sido suficientes para reactivar la economía. Lo que los expertos encuentran contradictorio es que, por aquel lado, vienen intentando mover el consumo. Pero, en contravía, están restringiendo el incremento de los salarios que, simplemente, “son el motor del mercado interno”, como lo explica Giraldo, que no entiende por qué el gobierno “enriquece al sector financiero y decrece los ingresos del trabajador”.

Fuera de la justicia que significaría un incremento del mínimo el 8 por ciento, también hay que tener en cuenta las proyecciones sobre inflación. Para el año entrante, se estima que el fenómeno de El Niño afectará los cultivos y encarecerán los alimentos. Si los sueldos de los empleados no son suficientes, perderán poder de compra y la economía seguirá estancada.

“Si se incrementa el salario por encima de la inflación de 2009, puede que suba un poco el costo de vida el año entrante, pero es mejor sacrificar unos cuantos puntos y mover la economía, que seguir con la inflación controlada por la falta de consumo”, opina Bonilla.

Un mito

Pese a todos esos argumentos, los empresarios insisten en la prudencia del aumento porque así pueden garantizar que haya más empleos y que, en serio, se pague el mínimo completo.

A este respecto, Benjamín Durán, investigador de la Universidad Santo Tomás, expone otra teoría. “El aumento de los salarios incrementa el consumo. En consecuencia, crece la producción para satisfacer esa demanda. Y si crece la producción, se aumenta el empleo. Se dinamiza la economía”.

Giraldo califica esa posición de los empresarios como un error. Y pone como ejemplo que si el salario fuera de cero pesos, todo el mundo estaría empleado, pero nadie tendría con qué comprar lo que se produce. Lo que ocurre en Colombia es que el salario mínimo apenas alcanza para lo necesario, sin cubrir siquiera el total de la canasta familiar.

Además, ya pasó que, por quitarles carga a los empresarios, se redujeron las horas extras, para que dieran más empleo. Y eso no se dio. Al contrario, los trabajadores terminaron laborando más por menos plata.
 
Lea la presentación donde están los datos que sustentan los comentarios de los académicos.