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Terpel tiene en el país 200 estaciones de servicio propias y 1.800 con su bandera o marca. | Foto: Alejandro Acosta

COMBUSTIBLES

Los pequeños distribuidores de combustible se van contra Terpel

Denuncian en la Fiscalía la manipulación del precio de la gasolina. Se enciende el debate sobre la compleja situación de este sector económico.

30 de julio de 2016

Una nueva batalla empresarial llegó en los últimos días a los estrados judiciales. Se trata de una denuncia interpuesta por la Federación Nacional de Distribuidores de Combustibles y Energéticos (Fendipetróleo) contra Terpel, la tercera mayor compañía del país.

El tema causó gran sorpresa. Fendipetróleo, gremio que reúne a los distribuidores minoristas (las populares bombas de gasolina), denunció a Terpel ante la Fiscalía. El argumento es que la compañía estaría abusando de su posición dominante y utilizando el agiotaje (maniobras fraudulentas para incidir en los precios de los productos) para acabar con la competencia. En su defensa, Terpel señaló que esta demanda obedece a que no accedió a un acuerdo de precios cuyo efecto sería la cartelización del mercado.

El debate subió de tono en los últimos días y cada una de las partes asegura tener los argumentos y pruebas para desmontar los cuestionamientos del otro. Además, contrataron equipos de abogados con amplia trayectoria. Representan a Terpel el exfiscal Alfonso Gómez Mendez, la firma Esguerra Asesores Jurídicos y Pablo Márquez, mientras que Fendipetróleo cuenta con el expresidente de la Corte Constitucional Nilson Pinilla y Mauricio Velandia, experto en derecho a la competencia.

Según Pinilla, Terpel tiene contra la pared a cientos de estaciones con su modelo de integración vertical, porque es la principal distribuidora mayorista de combustibles del país y opera en el mercado minorista con 200 estaciones propias, a las cuales se suman otras 1.800 que llevan su bandera o marca.

Para el abogado, lo malo de esta situación es que la compañía abusa al bajar arbitrariamente los precios de venta al público según la competencia que haya en la zona. “Donde hay competencia Terpel baja sus precios para dejar por fuera al competidor y cuando lo logra los vuelve a subir”, sostiene Pinilla, quien dice que los casos más complejos se presentan en Atlántico, Bolívar y Boyacá.

Pero Terpel considera que estas denuncias de Fendipetróleo tienen como fin frenar la competencia y afectar al consumidor. Dice que no entiende cómo si en el mercado hay 17 distribuidores mayoristas de combustibles, solo demandan a esta empresa que, a punta de innovación, buen servicio y una tradición de 40 años ha logrado posicionarse. Hoy Terpel participa en el 40 por ciento de la distribución de combustibles líquidos y en el 46 por ciento en gas vehicular. En el exterior tiene alrededor de 200 estaciones en Ecuador, Perú, México, Panamá y República Dominicana.

“Las estaciones que están en dificultades es porque no han evolucionado, no han entendido que el negocio no es solo tener la bomba de gasolina, sino que deben prestar servicios adicionales para atraer a los consumidores y ser eficientes en los costos”, dice un directivo de la compañía.

Esta batalla ha vuelto los ojos de la opinión pública sobre un sector que desde hace algunos años se viene quejando por la mayor competencia y la baja rentabilidad. En la última década las estaciones de combustible pasaron de cerca de 2.500 a 5.100 (ver gráfico), ante el aumento en el parque automotor. Por eso no es raro ver, en las principales vías del país, varias bombas a distancias cortas que compiten por los miles de carros que transitan a diario. En este tema hubo laxitud de las autoridades que no controlaron su instalación indiscriminada.

Álvaro Younes, presidente de Fedispetrol, otro de los gremios del sector que representa el 20 por ciento de los minoristas, reconoce que afrontan serias dificultades porque la rentabilidad está muy apretada y no llega al 6 por ciento. “Los usuarios piensan que las estaciones se están llenando de plata pero no saben que el 90 por ciento del precio del galón de gasolina motor es del Estado colombiano”, señala. De los 7.800 pesos que cuesta un galón, en promedio, le quedan a los distribuidores minoristas 668, de los cuales deben pagar diversos gastos. Los cerca de 7.000 pesos restantes corresponden a pago de impuestos y sobretasas, el transporte por poliductos y lo que se gira a Ecopetrol, como refinador.

Para Younes, muchas estaciones pueden desaparecer por tantas cargas impositivas más que por la disputa en los precios. Es decir, que la calentura no está en las sábanas.