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Los retos de la explosión demográfica

Los fuertes cambios demográficos que hoy sacuden a la humanidad plantean enormes retos y amenazas a futuro, según el profesor de economía y demografía David E. Bloom, de la Universidad de Harvard.

26 de marzo de 2016

En un artículo publicado en Finanzas & Desarrollo, revista del Fondo Monetario Internacional (FMI), el catedrático señala que el mundo tendrá que luchar a medida que la población crezca, envejezca, migre y se urbanice. Aunque cree que los desafíos no son imposibles de superar, sí advierte que requerirá que los responsables de las políticas públicas y privadas actúen en forma decidida, colaborativa y rápida.

Uno de los cambios demográficos más significativos tiene que ver con el rápido crecimiento poblacional que, durante la mayor parte de la historia humana, fue extremadamente lento.

La población mundial llegó a 1.000 millones de habitantes a principios del siglo XIX y a 2.000 millones en la década de 1920. Pero, según Bloom, durante el último siglo su incremento ha sido mucho más veloz: la cantidad de habitantes de la Tierra alcanzó 3.000 millones en 1960 y saltó a 7.000 millones en 2011. Al comienzo de 2016, la población mundial era de 7.400 millones, y se proyecta que aumente otros 83 millones este año, la diferencia entre 140 millones de nacimientos y 57 millones de muertes. Las proyecciones indican que la cifra superará 8.000 millones en 2024; 9.000 millones en 2038, y 10.000 millones en 2056. Alcanzar esos 10.000 millones equivaldría a sumar a China e India a la población mundial actual.

Otra gran preocupación está en el rápido envejecimiento poblacional, lo que impone grandes ajustes, como elevar la edad legal de pensión. El número de ‘megaciudades’ (las zonas urbanas con poblaciones superiores a 10 millones de habitantes) es otro desafío. Estas áreas han aumentado tanto que ya incluso se creó el concepto de ‘metaciudades’, zonas con 20 millones de residentes o más. Ocho ciudades habían alcanzado esa categoría en 2015. Tokio encabeza la lista, con 38 millones, más que la población de Canadá.

Las consecuencias de esa distribución espacial de las personas son objeto de debate. Algunos creen que tiene beneficios económicos, otros sostienen que impone enorme presión sobre los recursos de tierra, aire y agua. Entender estas tendencias demográficas y ajustarse a ellas puede traer oportunidades para el progreso de la humanidad.