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LOS RICOS TAMBIEN LLORAN

Las recientes medidas tributarias levantan ampolla en sectores económicos de altos ingresos

8 de febrero de 1988

Hay una "regla de oro" entre los contribuyentes y sus asesores que advierte que a cada nuevo impuesto o nueva medida tributaria hay que buscarle el recurso que permita evadirla. Es la propensión innata de la gente a eludir el pago de impuestos, más en un caso como el colombiano en donde el ciudadano común tiene la preconcebida idea de que el dinero que pierde de sus ingresos va a alimentar "corbatas" burocráticas, la ineficiencia, la indisciplina, la falta de control y desorden de un Estado paquidérmico. Algo de eso se ve surgir con la nueva estructura impositiva del gobierno que implica un estricto control a las cuentas corrientes, las tarjetas de crédito y las transacciones en bolsa. Algunos observadores ya hablan de una monetización de la economía, es decir, que todo se hará por fuera de las cuentas corrientes, en un nuevo mercado extrabancario, y que las compras de acciones y otros papeles irán a una especie de "mercado negro".
Las medidas tributarias expedidas por la Administración cuando nacía el año nuevo son, al entender de protectores y detractores, una auténtica revolución. El Estado deja de creerle tanto a la información suministrada por el contribuyente y acude a terceros para que le cuenten la realidad de su estado económico. Se persigue más al no contribuyente, que al que hasta el momento se preocupaba por declarar sobre sus ingresos. Es el cambio de mentalidad de la autoridad recaudadora. Mientras hasta hace unos 3 años tradicionalmente los sectores populares, los empleados y las pequeñas empresas eran los eternos perseguidos, en los últimos tiempos se ha concebido un viraje que busca esencialmente gravar a quien más gana y a quien más gasta.
Claro está que esa generalización puede no ser demasiado cierta. El obrero y el asalariado de bajos ingresos no paga impuestos directos, al de medianos se le retiene y el de altos declara. Y casos como el del Impuesto al Valor Agregado, IVA, demuestran que es un impuesto regresivo que afecta más a sectores de menores ingresos. Nadie puede demostrar que desde su implementación, el costo del lO% promedio del IVA no se le cargó al consumidor. Pero así como el obrero y el empleado han respirado con un poco de mayor alivio en el campo fiscal, las recientes medidas que previenen la evasión, usan la información bancaria para estimar ingresos, sancionan pecuniaria y moralmente a los morosos o evasores y ven nacer incluso castigos por gastos no explicados, han levantado cierta ampolla entre los llamados "niveles acomodados" y específicamente entre ganaderos, agricultores y profesionales independientes.
Las informaciones que deben suministrar los establecimientos financieros (manejos en cuentas corrientes superiores a $6 millones al año), los notarios (enajenación de bienes en valores superiores a $2 millones), las cámaras de comercio (constitución de nuevas sociedades), las bolsas de valores (sobre las operaciones y movimientos de sus comisionistas) y de los comisionistas (operaciones anuales superiores a $10 millones de sus clientes), dan un vuelco en el esquema, aunque según el director de Impuestos Nacionales, Santiago Pardo, "parte de eso ya se venía haciendo. Hasta 1987 los bancos informaban sobre saldos superiores a $1.2 millones, retenciones hechas a intereses pagados a los ahorradores e incluso informes detallados de tarjetas de crédito".
Mientras Alvaro Gómez Hurtado dijo desde El Siglo que "temblaban todos los edificios", otros hablaron de la generación de pánico entre la gente para mover negocios entre sus cuentas bancarias. Sería una monetización, el surgimiento de cierta economía informal del efectivo. O la proliferación de sociedades para eludir las normas o la apertura de sinnúmero de cuentas a nombre de la esposa e hijos del contribuyente. Algunos observadores se preguntan hasta dónde se afectaría el sector financiero con esa cierta informalidad. Y en el caso del mercado bursátil también surge la misma duda. Pero para el director de Impuestos nada de eso ocurrirá, "ni monetización del efectivo, ni fuga de capitales. Los asalariados no tendrán problemas y sólo en casos aislados se asustarán los profesionales independientes y los sectores acostumbrados a la evasión". Para el gobierno es más la exageración que la realidad.
PURA EFECTIVIDAD
Detrás de miles de versiones y protestas sólo hay un hecho innegable. Las medidas son avasalladoramente efectivas en cierta forma por ser tan elementaLes y sencillas pues acuden a la mejor fuente de verdad. Es mas fácil manejar $20 millones en 4 ó 5 cuentas corrientes de la familia o en 10 cuentas de una sociedad, que esconder $1.000 millones que no tienen en donde acomodarse o burlar en su totalidad las acciones de control y fiscalización.
La Administración de Impuestos Nacionales "liberó" a 3.600 de sus 6.500 empleados que se venían dedicando a recaudar impuestos y expedir paz y salvos, para reubicarlos en labores de cobranzas y fiscalización. Será algo así como aquel ejercito de "chepitos" que la corona española hizo pulular hace 200 años en el Reino de Nueva Granada para recolectar la alcabala, la armada de barlovento, los gravámenes al tabaco y el aguardiente, y el arcaico IVA entre los artesanos e industriales. Precisamente una de las innovaciones es que la administración tributaria puede seguir utilizando la jurisdicción coactiva, como hasta el momento, o puede acudir a firmas de cooranzas como Covinoc o a abogados particulares, para recaudar, por lo que algunos ya hablan de la aparición de los "chepitos tributarios".
Dentro de esta nueva onda impositiva otro de los elementos que llama la atención es la recaudación de declaraciones e impuestos en los bancos. "Es un avance extraordinario porque entidades especializadas, como lo es la red bancaria en contar dinero y hacerlo bien, asumen una atención más ágil y eficiente, dejándole tiempo a la administración para verificar en dónde se está eludiendo su acción", advierte la Administración de Impuestos. Pero para muchos es el reconocimiento a la incapacidad estatal de desempeñar sus tareas. Santiago Pardo piensa que no es así, que en la mayor parte del mundo el sistema financiero recauda impuestos y que en Estados Unidos ese papel incluso lo tiene el correo. Lo cierto es que desde ahora hay 2.800 nuevos puestos de recepción tributaria en el país.
También se acabó el "mercado de los papelitos", es decir, la expedición de los paz y salvos. El 60% de los funcionarios de la Administración se dedicaba a expedirlos. Pero ahora el de los papelitos tendrá que ser el comerciante, el profesional independiente o el ganadero que obligatoriamente debe expedir facturas o comprobantes de sus transacciones al comprador de servicios o bienes. Y en el campo de las sucesiones habrá tanto dolores de cabeza como libertades. Mientras los jueces deben informar a la Administración sobre herencias con bienes avaluados en más de $700 mil, por otra parte se eliminó el paz y salvo para reclamarlas, lo que en la mayoría de los casos implicaba viudas y huérfanos esperando entre 8 y 16 meses.
MAS Y MENOS
En el campo de los recursos, sanciones y cobranzas hay grandes cambios. Desde el primero de marzo de 1988 las devoluciones de impuestos deben demorar máximo 30 días o en caso contrario generarán intereses de mora. Si un recurso de reposición de un contribuyente no es fallado dentro del año siguiente a su presentación (lo que antes duraba mínimo dos años y en el caso de impuesto a las ventas hasta 20 años), quedará a favor del declarante y lo más curioso es que el reclamo será pagado por el funcionario que debía resolverlo.
La declaración puede ser corregida hasta dos años después de presentada. En casi todos los casos para aumentar el impuesto y sólo con permiso estricto de la Administración de Impuestos para disminuírla. Quedaron además vigentes las sanciones penales por retener y no consignar o declarar valores, lo que es apropiación indebida de fondos del Estado, mientras que los establecimientos financieros continuarán obligados a pedir la declaración para otorgar créditos.
Otro de los inconvenientes señalados a la reforma impositiva es la obligación de los establecimientos financieros de enviar su información en cintas de computador, lo que significará elevación de costos de administración de la nueva carga. 1988 sera el año de gracia para preparar los medios de información. En el caso de las tarjetas de crédito se deben registrar en Impuestos Nacionales las adquisiciones, consumos, avances en efectivo y gastos superiores a 1 millón de pesos durante un año. En materia de ingresos por tarjetas de crédito, es decir, de establecimientos afiliados al sistema, deberá informarse sobre operaciones acumuladas superiores a los 6 millones de pesos. Algunos advierten que esto podría dar un serio golpe al consumo, pero según el director de Impuestos, el 70% de los tarjetahabientes maneja un promedio mensual de $50 mil ó $60 mil.
Sin duda el mayor "golpe" tributario se notará en el descubrimiento de gastos, compras y costos que el contribuyente no pueda explicar cómo excedieron sus ingresos y pasivos de un año gravable. La sanción por gastos no explicados será del 100%.
Si alguien movió en su o sus cuentas corrientes $20 millones y sólo declaró ingresos por $15 millones deberá demostrar de dónde sacó la diferencia y además anexarla a su testimonio tributario. Medida como esa afectará mucho a quienes se mueven en el negocio de los dólares.
El concepto muy aceptado sobre la efectividad de la reforma en el procedimiento tributario tiene tanto de largo como de ancho, porque un sistema como el colombiano (similar al italiano) en donde está institucionalizada la evasión, no necesariamente tiene que ajustarse de la noche a la mañana a una medida tan radical sin arrojar primero algunas consecuencias. No pagar impuestos es un estilo de vida en Colombia y ya es un factor sicológico en las decisiones de inversión. Y precisamente en el cálculo de la rentabilidad comparativa se determinará si las personas afectadas están dispuestas a absorver el golpe o a buscar dónde colocar su dinero, posiblemente en un viaje con indeterminado regreso. Los recaudos tributarios que en el 87 llegaron al billón de pesos, creciendo un 40%, dirán en el 88 y el 89 la última palabra.