Home

Economía

Artículo

METIENDO EN CINTURA

Para frenar la expansión monetaria, el Emisor ordena suspender créditos bancarios.

28 de diciembre de 1987


El presidente Roosevelt habría estado orgulloso del fino ejemplo de hablar suave y llevar un gran garrote, que dieron las autoridades monetarias por intermedio del gerente del Banco de la República la semana pasada, al "sugerirle" a los bancos comerciales que se abstuvieran de realizar nuevos préstamos hasta el final de diciembre. Esta, una de las medidas económicas más importantes del año, tiene un toque de innegable tradición inglesa, donde la política monetaria la dicta el Banco Central, con lo que ellos llaman "persuación moral". Un poco a la Lord Richardson, Francisco Ortega trató con esta decisión de poner en orden las cuentas de la nación en lo tocante con la moneda, que ya desde mediados de año venían trastabillando.

Al final del primer semestre, se comenzó a presentar un aumento excesivo en el valor de los créditos y los desencajes, en especial en los bancos oficiales. Para esa época, el Gobierno sostuvo charlas informales con estos banqueros y posteriormente, en la Convención Bancaria del mes pasado, el Ministro de Hacienda les llamó de nuevo la atención, sin lograr sin embargo, que la situación mejorara. La cartera de los bancos oficiales presentaba un crecimiento del 50% y existían situaciones tan delicadas como las de desencajes $12 mil millones en el banco estatal más grande del país. Para completar el panorama, en octubre las tasas de interés comenzaron a subir, presionadas por la necesidad de las empresas de obtener dinero para pagar las cuotas de sus impuestos. Finalmente, los intereses se dispararon cuando los tesoreros de los bancos del estado salieron al mercado a conseguir dinero "a cualquier precio" para cubrir sus abultados desencajes. En la semana anterior a la carta del Emisor, la tasa de interés promedio ya alcanzaba el 27.75%, la más alta de todo el año.

La tasa interbancaria--la que se cobra por préstamos entre bancos-- estaba en 32 y aún 33%, cuando lo normal es de 28%. Hoy, por un préstamo de 4 días se ofrece 32%.

En esta carrera por conseguir recursos y prestar más, los bancos habían presionado de pasada, un aumento del dinero en circulación muy por encima de los límites considerados como saludables por el Gobierno. El tirón de orejas no se dejó esperar. Se suspendieron los créditos.

La medida no era nueva. Hace un año, el Banco Central hizo una petición similar, que fue acogida por los bancos comerciales casi de la misma forma que lo hicieron esta vez. Sin duda preferían acatar el "consejo" del Emisor, para evitar el "garrotazo" que les podía propinar la Junta Monetaria, obligándolos por la vía legal a no hacer más préstamos.

Al parecer, ya se han visto los primeros resultados buenos de la decisión. Algunos bancos han vuelto a pagar tasas de 25% a sus depositantes y uno de los bancos oficiales con mayores problemas de encaje reportó su total mejoría en este aspecto. Pero de todas maneras, la medida creó gran preocupación entre los usuarios del crédito. Tomada literalmente, la orden de Ortega, significaba que el crédito de fomento y aún el de las tarjetas de crédito quedaría prohibido. Los bancos y el Gobierno se pusieron de acuerdo para que esto no sucediera. Los constructores no se verán afectados pues las Corporaciones de Ahorro no están incluidas en la disposición, en cambio, los que sí quedarán "engrampados" son los industriales y comerciantes, que generalmente solicitan sobregiros y préstamos ordinarios para atender los pedidos de diciembre. Ellos muy probablemente recurran al mercado extrabancario en busca de dinero, empujando así la tasa de interés hacia arriba. Ya al final de la semana pasada hubo ofertas de dinero a 34%, lo cual puede ser indicio de una tendencia al alza y así, no sería extraño del todo ver tasas de 35% antes que termine el 87.

Tal vez es un poco temprano para saber si los intereses volverán a niveles normales en diciembre. Lo cierto es que la medida "británica" del Banco de la República, hará que muchos usuarios habituales del crédito bancario, tengan razones no muy buenas para no olvidar el año viejo.--