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“Esta industria no respeta tradiciones, solo respeta la innovación”, dijo el nuevo CEO de Microsoft, Satya Nadella, durante su primera rueda de prensa.

NEGOCIO

Los retos de Nadella en Microsoft

El nuevo CEO de Microsoft tiene la misión de reinventar la compañía más importante del mundo en la industria del ‘software’. Bill Gates regresa para acompañarlo en esta tarea.

8 de febrero de 2014

Finalmente y tras mucho meditarlo, salió humo blanco del complejo de edificios en Redmond –cerca de Seattle Estados Unidos– donde están los cuarteles centrales de Microsoft. El gigante del software hizo oficial el nombre de su nuevo líder: se llama Satya Nadella y su tarea es conducir la nave en medio de la tormenta más peligrosa que haya enfrentado la compañía fundada por Bill Gates hace casi 40 años.

La decisión, que la agencia de noticias Bloomberg filtró un par de días antes, tomó por sorpresa a todos los entendidos, pues el nombre de Nadella no figuraba prácticamente en ninguno de los ‘sonajeros’ que se agitaron durante más de seis meses.

Para sustituir a Steve Ballmer, el consejo directivo no quiso importar a un glorioso ejecutivo de gran trayectoria, como se especuló muchas veces, ni arrebatarle a su competencia una mente brillante, sino que prefirió ascender al cargo a un hombre de la casa, de plena confianza de los accionistas principales y fuerte conocedor de las fortalezas de la compañía.

Nadella, nacido en India hace 46 años, ha pasado la mitad de su vida trabajando en Microsoft y ocupaba hasta la semana pasada el cargo de vicepresidente de servicios en la nube, es decir, dirigía la estrategia de negocios más promisoria de la empresa.

Es un ingeniero de reconocidas capacidades tecnológicas, de buena experiencia en negocios y, según afirman quienes han trabajado con él, de sobradas calidades humanas y capaz de trabajar en equipo y escuchar a su tropa. El nombramiento ha sido interpretado como una decisión relativamente conservadora, orientada más a fortalecer las estrategias actualmente exitosas de Microsoft, que a aventurarse en rumbos nuevos y desconocidos.

Pero Nadella también tiene la suficiente dosis del visionario, con vocación innovadora para asegurar un futuro sostenible en un mercado cada vez más competido. Prácticamente él hizo que Microsoft entendiera el nuevo mundo de la computación en la nube y que entrara pisando duro en ese segmento, de tal modo que se trata de un perfil con la equilibrada mezcla de innovación y ortodoxia que se necesita para enfrentar a Google, Apple y Amazon sin renunciar a la gallina de los huevos de oro que ha sido la venta de software.

Un ejecutivo externo y joven, con ideas radicales de cambio, tal vez habría generado conflictos de poder con Gates y los socios mayoritarios, en tanto que un hombre de la casa, compañero de batallas de la vieja guardia, gobernará la compañía respetando la tradición y los valores corporativos. De hecho, al nombramiento del nuevo CEO lo acompañó la noticia de una reincorporación parcial de Bill Gates al día a día de la empresa, en calidad de asesor técnico, dejando el cargo de presidente del directorio en manos de John Thompson.

Gates pasará tres días a la semana en las oficinas de Microsoft, lo cual ha sido interpretado como una especie de retoma del control de la empresa por parte de su fundador.

Nadella es un general victorioso. Metió mano en campañas clave de Microsoft, como los servicios en la nube para las empresas (llamado Azure), en la incorporación de Skype al negocio y en el servicio de juegos en línea Xbox Live, entre otras cruzadas. Pero así como ha ayudado a fortalecer a Microsoft en el mundo de la tecnología para los negocios y las empresas, tendrá que probarse en el manejo de temas sumamente complicados, en los que Microsoft va perdiendo la pelea, como la presencia en el negocio de los dispositivos móviles (smartphones y tabletas) y en el campo de las búsquedas, ambos dominados por su principal rival Google. La primera gran tarea del nuevo CEO será incorporar a Nokia –adquirida a finales del año pasado– al portafolio de productos y convertir esta compra en la receta mágica que le otorgue a Microsoft una mejor posición en el mercado de los sistemas operativos móviles, una condición que se considera esencial para sobrevivir en el futuro. La misión a largo plazo es lograr que el buen presente de la empresa se convierta en un porvenir brillante.