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MISION DIFICIL

Crecimiento económico o mayor tasa de desempleo, es el concepto de la misión Chenery sobre el tema del empleo en Colombia

18 de agosto de 1986

"Después de diez años de decepcionante crecimiento económico, Colombia se encuentra atravesando uno de los períodos más difíciles de su historia. A pesar de conservar una buena imagen ante las entidades de crédito internacionales, el país que en otro tiempo tuviera una economía relativamente estable está, hoy en día, destrozado internamente. La culpa de todo la tiene la tasa de desempleo abierto que el mismo gobierno calcula en un 30%. En Bogotá, la capital, ejércitos de desempleados deambulan por las calles en busca de trabajo. La mendicidad está en todas partes y los niveles de inseguridad no tienen paralelo en el mundo. La pobreza ha llegado a tales extremos que los expertos sostienen que el país ha retrocedido 25 años y sus indicadores de bienestar social están entre los peores del continente, sólo comparables a los de Bolivia y Haití... "
The Wall Street Journal, julio 21 de 1996
Lo anterior, que es sólo un ensayo de ciencia ficción, puede acabar siendo más ciencia ficción por culpa de lo que es, sin duda alguna, la enfermedad del último cuarto del siglo en las economías capitalistas. En países ricos y pobres, el problema del desempleo se ha convertido en la pesadilla que acaba con el prestigio de un gobierno y se vuelve el dolor de cabeza de los economistas.
Por más crecimiento y políticas de estímulo a la producción, los gobernantes han descubierto que de todos los retos en la economía, el de la generación de empleo es quizás el más difícil y el más frustrante.
Como es de esperarse, Colombia no es en esta materia la excepción a la regla. En lo que va de esta década, el índice de desocupación en el país ha pasado de cerca de un 8% en 1980, a casi un 15% en julio de 1986. Las encuestas callejeras revelan que la preocupación número uno de los colombianos es el empleo, por encima de otros temas tan debatidos como la inseguridad y la carestía. Lamentablemente ese escenario puede tornarse aun más sombrío si el país no despierta de la depresión económica.
Entonces lo que es hoy una noticia de prensa inventada, puede volverse realidad con el correr del tiempo.
Palabras más, palabras menos, esas son las conclusiones que surgen del estudio realizado por una serie de especialistas colombianos, coordinados por el profesor de la Universidad de Harvard, Hollis Chenery, el cual se le entrega esta semana al presidente saliente, Belisario Betancur. Al cabo de 12 meses de análisis sobre el tema del empleo y miles de páginas utilizadas en informes preliminares, la misión Chenery entrega un documento de más de 400 páginas, en el que se tratan todos los puntos pertinentes: desde las causas y el análisis histórico del desempleo, hasta las recomendaciones para reducirlo, pasando por el marco institucional y legal del mismo.
Aunque parezca increíble, la ignorancia del país en materia de empleo es impresionante. El experimento de la misión Chenery sólo es comparable a un estudio realizado por la Organización Internacional del Trabajo a mediados de la década de los sesenta, cuando el nivel de desarrollo del país era muy diferente y una tasa de desempleo de más del 12% parecía estar fuera de toda previsión lógica. En esta oportunidad, la idea fue del presidente Betancur, quien en 1985 la anunció al país en un discurso televisado. Al cabo de cuatro años de administración, Betancur tiene el dudoso honor de ser el Presidente bajo cuyo mandato la tasa de desempleo ha alcanzado niveles sin precedentes en la historia del país. El "ejército de desempleados" en las cuatro ciudades más grandes del país, supera los 500 mil habitantes y la cifra sigue aumentando.
Teniendo en cuenta esos antecedentes, la urgencia de un estudio sobre el tema era manifiesta. El resultado es satisfactorio y es indudable que dentro de sus páginas, el informe de la misión Chenery incluye datos reveladores y no pocas sorpresas.
Dentro de éstas, el primer punto importante tiene que ver con lo que los técnicos de la misión llaman "el carácter cambiante del desempleo".
Por ejemplo, en los años cincuenta cuando el país se estaba urbanizando y grandes masas migratorias llegaron a las ciudades, el desempleo estaba estrechamente relacionado con la capacitación de la fuerza laboral. Ahora, la misión Chenery encontró que el problema está estrechamente relacionado con el escaso ritmo de actividad económica, el cual es insuficiente para absorber al número creciente de personas que cada día engrosan la fuerza de trabajo. Según la misión, el mercado de trabajo en Colombia puede considerarse como moderno, debido a que tiene características similares a los de economías desarrolladas.
Igualmente curiosa es la llamada "tipología del desempleo". En contra de las expectativas de los académicos que sostenían que la culpa de todo la tenía la tasa de crecimiento de la población colombiana, los investigadores de la misión descubrieron que el gran crecimiento en la tasa de desocupación es resultado directo de la crisis del sector productivo, comenzada en 1979. Para tal efecto, se encontró que el desempleo urbano (que es el que miden las estadísticas del DANE) en el sector "formal" de la economía está definitivamente ligado a la actividad económica. Cuando la actividad productiva aumenta en forma significativa, las cifras demuestran que el empleo reacciona casi inmediatamente, y viceversa. "Todo el aumento en el desempleo de los últimos seis años está asociado con la recesión", afirma el economista Juan Luis Londoño, secretario de la misión Chenery.
Ese hecho tiene implicaciones de fondo, sobre las recetas indicadas para disminuir la desocupación. Los estudios indican que de un desempleo actual cercano al 14.5%, 6.5 puntos porcentuales son explicados por el bajo ritmo de actividad económica (denominado en términos técnicos como desempleo cíclico), 4 puntos porcentuales por lo que se llama el desempleo friccional (gente que es despedida o se retira de su trabajo para buscar otro), un punto porcentual por la entrada de nueva fuerza laboral y 3 puntos porcentuales restantes por desempleo estructural, cuya eliminación requeriría cambios de fondo en la economía colombiana.
Ante ese diagnóstico, la receta de la misión Chenery es clara: si se quiere disminuir el desempleo, la economía colombiana tiene que crecer a un ritmo satisfactorio. Cálculos de Juan Luis Londoño en uno de los documentos de trabajo de la misión, estiman que para que la tasa de desempleo en Colombia no aumente, el crecimiento del Producto Urbano (es decir, excluyendo a los sectores agrícola y minero de la economía), tiene que ser por lo menos del 4% anual.
En caso de que esa tasa se mantenga, Londoño calcula que la de desempleo en 1990 seguiría siendo del 14.1%, pero el número actual de desempleados aumentaría en 15 puntos porcentuales con respecto a 1986. Para que ese número se mantenga constante, la economia urbana tendría que crecer a un promedio del 5%. Como la tasa de desempleo es una proporción del número de desempleados frente a la población económicamente activa, si el primero se mantiene constante y el segundo crece, Londoño calcula que para 1990 la tasa de desempleo en Colombia habría bajado al 11.4%. Finalmente si se desea una reducción sustancial del desempleo hasta niveles cercanos al 8% (los de comienzos de la década), se estima que la economía urbana tendría que crecer en un 6.2% anual en promedio, entre 1986 y 1990.
Como se ve, lograr esa meta es particularmente difícil. La experiencia de los años recientes indica que el crecimiento económico del país en su parte urbana ha estado muy por debajo de los limites sugeridos por Londoño, e incluso ha sido negativo. Es por ese motivo que el gran reto para Colombia en los años por venir es el de asegurar las condiciones necesarias para que el crecimiento económico esté muy por encima de lo registrado en los últimos años. Si eso no sucede, es muy probable que el artículo ficticio del Wall Street Journal acabe teniendo mucho de razón y que la hipotética tasa de desempleo del 30%, acabe siendo en la década de los noventa una triste realidad.
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