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Motores de caña

Dentro de poco será obligatorio mezclarle alcohol a la gasolina de los carros en Colombia. Detrás del nuevo combustible nace una gran industria.

9 de junio de 2003

Existe una manera de disminuir en más de 20 por ciento la contaminación de los carros, reducir en un porcentaje similar las necesidades de importación de combustible y generar 50.000 empleos directos en el campo, todo al mismo tiempo. ¿Cómo? Mezclándole un poco de alcohol a la gasolina, como se hace en Brasil hace muchos años, y como empezará a hacerse dentro de poco en Colombia, de acuerdo con una norma que acaba de salir.

Producir alcohol a gran escala era un sueño que tenían de tiempo atrás muchos industriales en el país que de un momento a otro se ha empezado a convertir en realidad. El punto de partida fue una ley aprobada en 2001 que estableció, por razones ambientales, que la gasolina de los carros en el país debería contener una mezcla de aditivos oxigenantes, como el alcohol, que reduce la emisión de gases contaminantes. Esta norma le dio un empujón al proyecto, pero aún así quedaba en el camino un obstáculo importante: la cascada de impuestos que se aplican a los combustibles. En diciembre pasado el gobierno dio un segundo paso para sacar adelante el proyecto al crear en la reforma tributaria una exención de impuestos para este producto.

En abril pasado empezó a conocerse la forma como va a operar el negocio en el país. De acuerdo con la reglamentación que acaba de salir, a partir de 2005, en las ciudades de más de 500.000 habitantes, la gasolina de los carros deberá contener como mínimo 10 por ciento de un aditivo de origen biológico (el candidato más obvio es el alcohol hecho a base de caña de azúcar). Esta mezcla no requiere ninguna modificación en los automóviles, pues los motores actuales pueden funcionar hasta con una mezcla de 25 por ciento de alcohol.

De manera que para el usuario final no va a haber prácticamente ninguna diferencia, ni siquiera en precio. Pero detrás de la mezcla habrá muchos cambios, pues la producción del nuevo combustible requerirá grandes inversiones.

En 2005 la demanda de combustible en las grandes ciudades del país superará los ocho millones de litros diarios, según los cálculos de Equity Investment, la banca de inversión que ha adelantado los estudios del proyecto. Esto significa que con la mezcla mínima de 10 por ciento que ordena la ley se necesitarán unos 830.000 litros diarios de alcohol en esa fecha. Para producirlos se necesitarán unas tres plantas destiladoras de 300.000 litros diarios, que tienen cada una un costo aproximado de 40 millones de dólares. Para abastecer estas plantas, calcula el Ministerio de Agricultura, se requerirán unas 53.000 hectáreas adicionales sembradas de caña que generarían unos 47.500 empleos permanentes.

Cabe esperar que los ingenios azucareros sean los primeros en jalarle a este negocio pues ya cuentan con buena parte de la infraestructura y por eso tendrían que invertir menos para producir alcohol. Sin embargo, como este combustible es pesado de transportar, también habría que montar destilerías cerca de los grandes centros de consumo, como Bogotá.

El proyecto es en todo caso de grandes dimensiones. No es nada fácil montar una industria de ese tamaño de la noche a la mañana y aún están por definir aspectos cruciales de la regulación del negocio. Pero las condiciones tributarias y económicas están dadas para que esta industria tome vuelo, al punto de que esta semana vendrán a Colombia representantes del principal complejo alcoholero de Brasil para buscar alianzas con los industriales nacionales. En los meses que vienen los interesados en este proyecto deberán trabajar contra reloj, pues la decisión política está tomada. En 2005 habrá que echarle alcohol a los carros y, si no lo hay, habrá que importarlo.