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NO COMEN CUENTO

El gobierno intenta con poco éxito vender las ideas del programa de ajuste.

13 de mayo de 1985

La semana pasada se pusieron las cartas sobre la mesa. Transcurrida la euforia inicial que se había creado alrededor del viaje del presidente Betancur a los Estados Unidos, el país entró a evaluar en forma menos emotiva los resultados de la "visita de trabajo" a Washington.
A comienzos de la semana ya se empezaban a escuchar las críticas de diversos sectores sobre lo que el país había o no sacado adelante en sus conversaciones con el FMI y el gobierno norteamericano. Un discurso del jefe del Estado, en la noche del domingo 7, fue recibido con beneficio de inventario por los observadores, quienes expresaron desconfianza respecto a argumentos tales como el de que "hemos sido los colombianos, y nadie más, quienes hemos decidido nuestro futuro inmediato". El segundo campanazo sonó al día siguiente, cuando el DANE anunció que en marzo, el índice de inflación había sido el más alto de los últimos 59 meses (3.11%), corroborando las expectativas de quienes habían anunciado la escalada alcista. La cifra, que habia sido conocida por el gobierno una semana antes, pero no revelada para no afectar el desarrollo de las conversaciones en Washington, llevó el acumulado del trimestre casi hasta el 9%. Aun cuando las estadísticas mostraron que la espiral tendió a declinar en la última semana de marzo, los analistas coincidieron en que para el gobierno sería muy difícil cumplir con su meta de limitar la inflación en 1985 a máximo el 22%.
El contraataque de la administración comenzó el miércoles con un desayuno entre el Presidente, el ministro de Hacienda y la clase política en el Palacio de Nariño. A renglón seguido, el turno les correspondió a los gremios, empresarios y sindicatos, que recibieron una detallada exposición sobre las características del programa de ajuste. Una terapia similar se le aplicó a la prensa el viernes, cuando cerca de 60 periodistas de los diferentes medios asistieron a una charla del equipo económico que se extendió por más de cuatro horas. En un ambiente relativamente informal, el Ministro y sus colaboradores respondieron buena parte de los interrogantes acumulados durante los últimos meses con una seriedad y una tranqueza vista pocas veces en ocasiones anteriores.
Con todo, el esfuerzo de relaciones públicas de la administración, no logró silenciar las voces de protesta. Los dirigentes sindicales, particularmente, se quejaron porque "el peso del ajuste está cayendo sobre la clase obrera" y renovaron sus ataques "al recetario del FMI que se está aplicando". Complementariamente, el diario El Tiempo desde su página editorial se encargó de desmentir los pronunciamientos estatales respecto a la independencia en el manejo de la política económica. "La verdad monda y lironda -anotó el diario- es que el gobierno se ha comprometido a tomar una serie de medidas que se ajustan a los requerimientos que hubiera hecho el fondo de haberse entrado en negociaciones directas con él para obtener un crédito de contingencia".
Los gremios, por su parte, tampoco se convencieron de las promesas gubernamentales en el sentido de que la parte más dura del ajuste ya pasó. Las solicitudes presidenciales a una cuota adicional de sacrificios fueron recibidas con frialdad y sin convencimiento. Los anuncios sobre alza en la gasolina y desmonte gradual del control de importaciones fueron los puntos que ocasionaron más debate, pese a las promesas de que no se va a hacer nada que empeore la frágil salud del país.
En los últimos días, todavía se estaba discutiendo sobre si el gobierno, por preservar su imagen política, había preferido sacrificar los recursos que le había ofrecido el FMI sin ningún compromiso escrito, y exponiéndose a las "veleidades" de la banca financiera internacional (ver recuadro). Sin embargo, quedó clara que la administración está convencida de las políticas que adelanta y continuará en su esfuerzo de convencer a sus críticos sobre lo que esta haciendo. Tal como dijera el ministro Junguito el viernes: "nosotros somos pragmáticos. Si alguien tiene una estrategia diferente para resolver este problema, estamos dispuestos a oírlo y por eso nos seguiremos reuniendo con gente ajena al gobierno para discutir el tema".

LA HORA CERO
Tres son las reuniones que ha tenido el gobierno colombiano con la banca privada internacional en los últimos meses, y tres las estaciones en que se han desarrollado. La primera, de contactos preliminares, tuvo lugar en diciembre a finales del otoño, en la ciudad de Nueva York. La segunda, se desarrolló a mediados del invierno, en medio de una de las olas de frío más fuertes en la historia de los Estados Unidos. La última, comenzó este martes, sin que la primavera haya cumplido un mes, y si la simbología de las estaciones sirve, Colombia debe ver renacer sus oportunidades de crédito ante los adustos banqueros neoyorquinos.
El motivo de tanto optimismo responde a los pronunciamientos hechos por el FMI y el Banco Mundial sobre el manejo dado a la economía colombiana, y al establecimiento de mecanismos de control sobre su desempeño. La concreción de los mecanismos de la monitoria que adelantarán ambas instituciones para tranquilizar a los banqueros, debería ser suficiente para que las instituciones privadas de crédito le presten a Colombia una suma cercana a los 535 millones de dólares destinados a los proyectos de Ecopetrol y Carbocol. Con ese dinero, el gobierno confía reunir los recursos para atender sus necesidades durante 1985. Los préstamos de la banca de fomento deben aportar el resto y, por ello, Colombia se dio el lujo de decirle "no gracias" al FMI, cuando éste le ofreció un préstamo para solucionar problemas de balanza de pagos. Tal actitud, que fue criticada por algunos sectores, se explica, según voceros de la administración, debido a que Colombia necesita fondos para obras de infraestructura y funcionamiento, por lo que los dineros del FMI habrían resultado inútiles.
Pero esas discusiones deberían olvidarse rápidamente, si los bancos privados le dan su visto bueno al país. En medios oficiales el optimismo era contagioso a finales de la semana pasada, y se sabía que desde Washington se seguía apoyando a Colombia. Con todo, las experiencias de los meses anteriores indican que el lento proceso de negociación puede seguir, cada vez más favorable, pero todavía sin que Wall Street dé su última palabra.