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Por cuenta de sus inversiones cerveceras en el exterior el Grupo Santo Domingo se va a ganar este año cerca de 55 millones de dólares.

11 de diciembre de 1995

A FINALES DEL PASADO MES DE OCTUBRE EN los principales periódicos del país apareció un aviso de una página entera firmado por Augusto López Valencia, presidente de Bavaria. En éste el ejecutivo antioqueño desvirtuaba una información salida de los micrófonos de RCN pocos días antes, según la cual las inversiones de la empresa colombiana en varias cervecerías del exterior estarían generando cuantiosas pérdidas.
Como a veces ocurre en estos casos, la polémica se formó en torno de la interpretación de ejercicios contables y de inversiones diferentes. No obstante, el tema despertó interés. Aunque otras firmas colombianas como Carvajal o algunas entidades financieras se han aventurado más allá de las fronteras nacionales con cierto grado de éxito, los conocedores consideran que, valoradas a precios de mercado, las inversiones en cerveza se miden en cientos de millones de dólares. Al fin de cuentas el Grupo Santo Domingo tiene prácticamente el monopolio de la 'amarga' en Ecuador, tiene casi la mitad del mercado portugués y es dueño de una fábrica pequeña en España.

LA ZONA ECUATORIAL
La joya de la corona extranjera tiene vista al sur y su historia comenzó casi por coincidencia. Transcurría el otoño de 1981 y Julio Mario Santo Domingo fue contactado por un banquero norteamericano que tenía el mandato de vender el paquete mayoritario de la Cervecería Andina de Quito y de Cervezas Nacionales de Guayaquil. Ambas compañías eran de la familia Norton de Estados Unidos, la cual controlaba sus intereses ecuatorianos a través de una sociedad panameña llamada Latin American Development Corporation, Ladco.
Analizadas las diferentes posibilidades de compra se llegó a la conclusión de que lo más sencillo era que el conglomerado colombiano adquiriera a Ladco. Si bien el precio solicitado por los Norton fue de 80 millones de dólares, tras diferentes rondas de negociación éste se concretó en 1983 en unos 40 millones. Los recursos para la compra se obtuvieron con fondos propios de Bavaria y con las sucursales panameñas de varios bancos colombianos. Ante las expectativas de devaluación en 1985, se hizo un prepago de las obligaciones, el cual fue autorizado por la entonces existente Oficina de Cambios del Banco de la República no sin ciertas discusiones con las autoridades económicas de ese entonces.
Los primeros años del negocio no fueron color de rosa. La época más difícil se vivió a finales de la década pasada cuando una huelga obligó al cierre de la cervecera de Guayaquil durante 20 meses. Poco después el turno le correspondió a la de Quito que también suspendió operaciones por cerca de un año. En ese momento, las pérdidas se estimaron en 15 millones de dólares que se reflejaron en el balance de Ladco.
Esos tiempos oscuros parecen haber quedado en el pasado, como lo demuestran los resultados esperados para 1995. "Calculamos que las utilidades deben ser de unos 49 millones de dólares en el año", dice Augusto López Valencia. "Las ventas han crecido más de un 21 por ciento en volumen y para comienzos de 1996 vamos a inaugurar una de las líneas de embotellado más modernas de América Latina", agrega el presidente de Bavaria.
Semejantes resultados no son nada despreciables en un mercado que tiene una sexta parte del tamaño del colombiano. A su favor, las cervecerías del Grupo Santo Domingo tienen la ventaja de ser las absolutas dominadoras en el Ecuador con marcas como Pilsener, Club extrafina y Chop (también se produce Agua Manantial y Nutrimalta).

MIRANDO AL NORTE
La historia en Portugal ha resultado un poco diferente. En ese país el conglomerado colombiano controla a la Central de Cervezas, Centralcer, una empresa fundada en 1934 por cuatro cerveceras portuguesas. Esta produce las marcas Sagres, Golden Beer, Europa, Topazio, Onix, Cergal y Jamsem (sin alcohol), además de los jugos Joi y las gaseosas Star.
A pesar de su tradición, Centralcer fue víctima de la ola estatizadora que barrió a Portugal en 1975, pocos meses después de la llamada 'revolución de los claveles'. Solamente 14 años más tarde el gobierno del entonces primer ministro, Aníbal Cavaco Silva, anunció la privatización de la industria cervecera que incluía además a la Uniao Cervejeira, Unicer. Ambas empresas compartían un mercado con ventas anuales cercanas a los 450 millones de dólares.
La entrada de Bavaria a Portugal en contra de rivales del peso de Heineken de Holanda o Carslberg de Dinamarca, fue posible gracias a varias hábiles jugadas jurídicas y financieras. Inicialmente el Grupo Santo Domingo compró acciones de Unicer, pero se enfrascó en una dura pelea con varios inversionistas locales por el control de la sociedad. A finales de 1990 se firmó la pipa de la paz y se acordó que a cambio de ceder sus acciones en Unicer, Ladco podría convertirse en accionista de Centralcer tras una inversión cercana a los 120 millones de dólares. En otras palabras, el grupo compró una de las cervecerías y acabó de dueño de la otra.
Sin embargo, el comienzo no fue fácil. Como buena empresa estatal Centralcer tenía demasiado personal y estaba algo atrasada en sus inversiones. "La compañía no era ningún ejemplo de mantenimiento ni de tecnología", sostiene Augusto López, quien además afirma que a lo largo de la década Centrelcer ha hecho inversiones por unos 120 millones de dólares. "Tuvimos que liquidar a casi 1.600 personas e inducir todo un cambio cultural en la empresa", dice el presidente de Bavaria.
Sea cual sea la causa, lo cierto es que los saldos en rojo no tardaron en aparecer. Según un analista portugués, las pérdidas de Centralcer en 1994 ascendieron a 17,6 millones de dólares.
Sin embargo, para este año el viento ha comenzado a cambiar. Según la Superintendencia de Industria y Comercio con sede en Lisboa las utilidades registradas hasta septiembre ascienden a 12,55 millones de dólares. "Hemos tenido un aumento del 5,1 por ciento en el volumen de cerveza vendido", sostiene Augusto López.
Algunos analistas han señalado con preocupación que la cervecera de Bavaria ha perdido participación en el mercado frente a su competidora. Según A. C. Nielsen de Portugal, la cuota de Unicer, la cervecería rival, ha pasado del 52,4 por ciento del total del volumen de cerveza en 1991, a 61,3 por ciento entre agosto y septiembre pasados. No obstante, en términos de dinero las ventas de Centralcer fueron el 47,5 por ciento del mercado portugués en septiembre.
Bavaria explica lo sucedido como el resultado de que la marca Carslberg, que tenía un 4 por ciento del mercado y era embotellada por Centralcer, pasó a ser producida por Unicer. Arguye que a cambio ha visto crecer sus exportaciones al Africa (particularmente a Angola) y ha comenzado a distribuir Budweiser, después de firmar un convenio con Anheuser-Busch, la cervecera más grande del mundo.
Por otra parte, él Grupo Santo Domingo asegura que otras empresas en las cuales la fábrica portuguesa tiene intereses, van por buen camino. Tal es el caso de Aguas de Luso, que produce agua embotellada, y de las bodegas de vino A.C.A., que también ha sido objeto de una reorganización interna. A todo lo anterior se suman un par de cervecerías pequeñas en Madeira y las Azores, en las cuales Centralcer tiene la batuta.
En conclusión se puede afirmar que el negocio de Bavaria en Portugal, después de unos años lánguidos, comienza a pintar mejor, pero que todavía le falta consolidarse en sus resultados. Si se juzgan las cifras de los últimos balances, es evidente que los 120 millones de dólares invertidos al comenzar la década aún no han empezado a generar rendimientos. La competencia con Unicer es fuerte y demasiado equilibrada como para permitirse lujos que son posibles en un ambiente de monopolio. No obstante, también es cierto que todavía es demasiado temprano para emitir un juicio definitivo. "Sabíamos que no se registrarían utilidades al comienzo, pero vamos por el camino correcto", insiste Augusto López.

POR SEVILLANAS
Si en Ecuador los resultados han sido excelentes y en Portugal regulares hasta ahora, las cifras para Bavaria en España siguen siendo malas. Hace tres años el Grupo Santo Domingo le compró a la Heineken una planta de tamaño mediano ubicada en Córdoba por un valor todavía desconocido. La adquisición incluía un contrato de maquila de la cerveza 'Aguila', una marca española tradicional, el cual expira en 1997. Después de varios meses de análisis la Andaluza de Cervezas -nombre que tiene la compañía- lanzó la marca Sureña que se distribuye de manera exclusiva en Andalucía, tanto en botella como en barriles.
A diferencia de sus experiencias en otros países, en este caso Bavaria comenzó desde abajo. Le ha tocado abrirse espacio a codazos en uno de los mercados más competidos de Europa, con una marca nueva y sin tradición. Y a pesar de que este año las ventas en volumen han crecido 106 por ciento todavía falta un buen trecho por recorrer. Las pérdidas en 1994 fueron de 6,7 millones de dólares y durante este año se estiman en cerca de 6 millones.
Sin embargo, a pesar de esos resultados, Santo Domingo insiste en el mercado español. Hace un par de meses un cable de laEFE informó que el conglomerado colombiano está a punto de concluir la compra de 'La Casera', una empresa de refrescos de origen familiar que tiene el 15 por ciento del mercado ibérico, en franca competencia con Coca-Cola, Schweppes y PepsiCola, las cuales le han ganado terreno en los últimos años. Aunque Bavaria no da cifras sobre el monto del negocio pues este aún no se ha finiquitado, afirma que existe un espacio para mejorar en el ramo de las gaseosas y al mismo tiempo utilizar la red de distribución en beneficio de la cerveza. Semejante decisión indica que el Grupo Santo Domingo ve todavía oportunidades en la península ibérica. Para algunos no deja de ser curioso que una empresa como Bavaria, que se crió en ambiente de monopolio, pase a jugarse una buena suma en un país donde la competencia es feroz. No parece fácil ganar participación en un terreno. en cuya disputa palmo a palmo intervienen las multinacionales de bebidas más poderosas del mundo.
Pero por lo visto el conglomerado colombiano piensa seguir dando la pelea, aunque las perspectivas son difíciles. Y a pesar del saldo en rojo que registra la Andaluza de Cervezas, la verdad es que las inversiones en el extranjero le van a dejar utilidades por unos 55 millones de dólares en 1995.
Resuelta esa incógnita, la única duda que queda por resolver es cómo se distribuye la torta al interior del Grupo Santo Domingo. En el informe presentado por Bavaria a sus accionistas en marzo pasado se dijo que Ladco "a través de la cual detentamos inversiones internacionales en este sector (...) arrojó utilidades por 12,6 millones de dólares en 1993". De la misma manera, la cervecera colombiana recibió dividendos por 2.480 millones de pesos durante el ejercicio de 1994, provenientes de la sociedad panameña. Pero esa información es demasiado general y apenas arroja una pequeña luz sobre la estructura de las inversiones del grupo en el extranjero. Y lo más seguro es que en la medida en que éstas se vuelvan más cuantiosas y empiecen a generar saldos importantes, cada vez más todo el que tenga acciones de Bavaria va a querer saber lo que está pasando en otros frentes cerveceros, más allá de las fronteras colombianas.