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NUBES EN EL CAMINO?

La economía colombiana va bien pero la mundial va mal. ¿Cuánto tiempo puede durar Colombia sin que esto la afecte?

7 de diciembre de 1992

PARADOJICAMENTE MIENTRAS EN COLOM bia la semana pasada se imponía un ambiente de optimismo económico suscitado por buenos resultados crecimiento del PIB del tres por ciento en el año, crecimiento industrial del 7.5 por ciento en los primeros nueve meses de 1992, disminución en el índice de desempleo, la in flación más baja para un octubre en casi una década el clima a nivel mundial era dramáticamente opuesto: el escepticismo sobre la recuperación inmediata de las economías de los países industrializados parecía ser el criterio predominante e incluso muchos analistas se preguntaban si lo que se venía no podría ser una nueva depresión al estilo de la de los años 30.
Es cierto que desde la caída de la bolsa, hace cinco años, se ha venido presagiando una depresión económica de ese estilo. La verdad es que hasta ahora no se ha producido nada que se le pueda comparar. Pero como pasan los años y la situación económica internacional no se recupera del todo, en las últimas semanas han venido especulando sobre la posibilidad de una nueva gran depresión.
Las razones de preocupación son, en esencia, tres: la falta de un despegue económico con crecimientos importantes sostenidos en los principales países industrializados, el sobreendeudamiento del sector privado y el posible fracaso de la Ronda Uruguay de las negociaciones del GASTT.
Esa preocupación se ha visto acentuada por unas declaraciones del gobernador del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos Alan Greenspan, quien recientemente manifestó que la recuperación de la actual recesión puede ser mas lenta y más larga de lo esperado, puesto que ésta ha sido diferente a todas las demás que se han presentado desde la Segunda Guerra Mundial, en la medida en que su característica principal ha sido la caída dramática en los precios de los activos financieros.
Esa declaración de Greenspan tuvo un impacto mucho mayor del esperado y ha sido interpretada por importantes medios internacionales como el Financial Times, el Wall Street Journal y el Economist como un presagio de una más profunda recesión.
Si se analiza el Indice de crecimiento del producto interno bruto de los países de la OECD, se encuentra que ha estado sístemáticamemte por debajo de los pronósticos de esa orga nización año tras año desde 1988. Sin embargo han crecido cada año y los síntomas actuales, en realidad, no se parecen a los de la depresión de 1929. Mientras el producto interno bruto de los Estados Unidos cayó en un 30 por ciento entre 1929 y 1933 y el de Alemania en un 24 por ciento entre el 29 y el 32, en la actualidad no se pueden encontrar ejemplos similares en el mundo desarrollado, con excepción quizá si eso puede llamarse mundo desarrollado de la antigua Unión Soviética y algunos de los países de la Cortina de Hierro.
Tal vez el único caso comparable sea el de la Gran Bretaña, cuyo PIB disminuyó en un cinco por ciento entre 1929 y 1932 y en un cuatro por cíento entre junio de 1990 y junio de 1992. La gran diferencia, sin embargo, es que mientras en la depresión de los 30 fue el país menos afectado en los dos últimos años es el que más ha sufrido.
Otro tema que despierta preocupación es el sobreendeudamiento del sector privado, que aumentó entre el 50 y el 100 por ciento en la década de los 80 en Estados Unidos, Gran Bretaña y Japón. En la medida en que un porcentaje muy alto de ese endeudamiento está vinculado a la propiedad raíz y los precios de ésta han sufrido una caída vertiginosa en los últimos años, los sistemas finan cieros se han visto afectados. De ahí que el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos que ha reducido la tasa de descuento siete veces, del siete al tres por ciento y los bancos centrales de los principales países industrializados se hayan preocupado por evitar a toda costa el colapso de sus sistemas financieros y de inducir los ajustes correspondientes en los balances de esas entidades.
Ese proceso de ajuste ya está en marcha pero puede demorarse todavía unos años más.
La tercera nube en el camino parece ser el posible fracaso de la la Ronda Uruguay de las negociaciones del GATT. Las diferencias entre los Estados Unidos y la Comunidad Económica Europea más concretamente Francia respecto de la política de subsidios agrí colas se ha convertido en el talón de Aquiles de un final feliz de esa negociación. Y si no llega a buen fin, lo que se puede desatar es una ola de proteccionismo que afectaría gravemente el comercio internacional y por ende el crecimiento económico.
Todo este panorama ha llevado a muchos a contemplar una posible depresión más como una realidad que como un simple temor. No obstante para otros, quizá menos pesimistas, no parece obvio por qué debe esperarse una depresión, cuando lo que es cierto es que, si por depresión global se entiende un período prolongado de descenso económico mundial, con caídas de precios y colapso del comercio internacional, hasta ahora eso no se ha producido.
En toda esta discusión aparece de tiempo en tiempo el fantasma del economista ruso Nicolai Kondratieff -que murió en un campo de concentración en Siberia en los años 30-, quien descubrió que en la economía junto con los ciclos cortos coexisten ciclos mucho más largos que cubren períodos de 50 a 60 años entre una crisis y otra. Quienes han estudiado historia económica tienen evidencia empírica para probar la regularidad de esos ciclos desde finales del siglo XVIII y afirman que la última fue la del año 30.
Los aguafiestas siempre son desagradables, pero con tantos interrogantes sohre el futuro inmediato de la economía mundial sería conveniente tomar los arranques de optimismo sobre la economía colombiana con algún beneficio de inventario. Al fin y al cabo si algo representan los procesos de apertura es que incorporan las economías locales a la mundial.