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Operación rescate

Aunque la venta de una parte de Ecopetrol es la mejor opción para garantizar su futuro, no será fácil su aprobación en el Congreso y por la opinión pública.

29 de julio de 2006

El martes pasado el gobierno adoptó una decisión que había contemplado desde hace por lo menos tres años: convertir a Ecopetrol en una empresa mixta con capital privado. En un escueto comunicado, informó que pondría a la venta hasta el 20 por ciento de las acciones por medio de una emisión y que cambiaría los métodos de elección de la junta directiva y de nombramiento del presidente. Con estas acciones se lograría la anhelada autonomía financiera y presupuestal.

Como suele ocurrir en Colombia, el debate sobre la posible venta se centró inicialmente más en la forma que en el fondo. Primero no hubo acuerdo de si lo que se proponía era una privatización parcial o, como dijo el gobierno, una capitalización. Una discusión semántica inocua, como lo señaló en su momento el ex ministro de Minas y de Hacienda, Juan Camilo Restrepo. Obviamente, de completarse la transacción Ecopetrol dejaría de ser una empresa ciento por ciento estatal. Si camina como un pato, nada como un pato y hace cuac como un pato, es un pato.

Después llovieron críticas sobre el cómo y el cuándo se comunicó la decisión. Para algunos, el gobierno debería haber esperado hasta que se conociera la valoración de la empresa y se hubiera madurado más la propuesta. Quedó la sensación de que se estaba improvisando en un tema tan fundamental para el país. Pero en este caso parece que primó la dura lección de Telecom: en operaciones de alta sensibilidad política es mejor informar desde el principio para evitar suspicacias. Se gana en transparencia y aunque parezca un contrasentido, en tiempo.

Para el colombiano común y corriente, la decisión del gobierno puede parecer una barbaridad, una locura. Es la empresa más grande del país. Triplica en ingresos a la segunda. Su rentabilidad es del 25 por ciento. Posee las dos terceras partes de las reservas de petróleo y de gas del país. Tiene una posición dominante en el mercado de gas y en transporte y almacenamiento de combustibles. Trasladó 7,2 billones de pesos a las arcas nacionales en 2005. Su patrimonio llega a los 14 billones de pesos.

Sin embargo, pocas veces ha existido una brecha tan grande entre la percepción de la opinión pública y la realidad, como acaece con Ecopetrol. Porque, según el gobierno y otros analistas, si no se vincula capital de terceros, en 10 años quedará poco de esa compañía insigne de los colombianos. "Es mejor ser socio de una empresa que crezca, que prospere, que incorpore reservas de petróleo, que ser dueños del total de una empresa que pueda agotarse por falta de capacidad de inversión", dijo el presidente Álvaro Uribe al explicar la decisión.

Fue particularmente diciente la reacción del saliente contralor general de la República, Antonio Hernández. Este frecuente crítico del gobierno, quien se atravesó al primer intento de venta de Telecom, apoyó la iniciativa. "No hay otra manera para que Ecopetrol pueda adelantar la necesaria política de expansión en la actividad exploratoria", le dijo a SEMANA. Y allí está el quid del asunto: bajo el esquema actual, Ecopetrol no puede disponer libremente de sus recursos ni hacer una viable planeación de largo plazo, ya que depende de las decisiones macroeconómicas del gobierno.

Cada diciembre reza Padrenuestros para que el Confis no le cambie el presupuesto. Y casi nunca están de acuerdo: para 2007, por ejemplo, aunque Ecopetrol dice necesitar 2.500 millones de dólares de inversión, le van a asignar 1.500 millones. Las diferencias, en últimas, son lógicas porque las prioridades del gobierno son otras: escuelas, dobles calzadas, etc. Tampoco se puede endeudar, porque podría afectar los compromisos del gobierno con el Fondo Monetario Internacional por estar atado la empresa a las cuentas fiscales de la Nación.

Aunque esta situación no es nueva -varias administraciones anteriores la padecieron-, en el contexto actual es crítica. Colombia necesita que Ecopetrol aumente sus reservas para mantener la autosuficiencia del país. Y eso cuesta plata. Igualmente, la compañía petrolera debe competir con multinacionales y eso tampoco es gratis.

Al convertirse en una empresa mixta tendría de entrada tres beneficios: más recursos de inversión (los ingresos de la venta de las acciones y los obtenidos al poder acceder a los mercados de capitales y al endeudamiento), una mayor independencia en la toma de decisiones y una mejor capacidad para competir en el mercado laboral petrolero, que hoy está globalizado.

Ecopetrol no sería la primera empresa estatal en capitalizarse mediante acciones. ISA lo hizo en 2000 y hoy genera seis veces más dividendos al gobierno que antes. En 1995, la brasileña Petrobras se embarcó por este camino y su presupuesto de inversión es hoy 10 veces el de su igual colombiano.

A pesar de las evidentes ventajas empresariales de esta opción, sorprende que no se haya hecho antes. Las razones son eminentemente políticas e ideológicas. Durante décadas en Colombia, Ecopetrol fue la vaca sagrada de la política. La intocable. Para muchos colombianos, vender una parte equivale a traición a la patria.

Curiosamente, la venta fue pensada inicialmente en junio de 2003 y formaba parte integral del proyecto de reforma que incluyó la creación de la Agencia Nacional de Hidrocarburos para que administrara la política petrolera y la constitución de Ecopetrol como sociedad anónima. En el Decreto ley 1760 se iba a permitir la futura inversión de privados en la empresa insigne colombiana. Pero en el último momento, el gobierno se echó para atrás y no sólo dejó por fuera ese 'articulito', sino que aceptó una cláusula que prohíbe precisamente esa operación. Prefirió evitar una confrontación abierta con la Unión Sindical Obrera (USO) y otros sectores.

Debido a ese reversazo, la emisión de acciones de Ecopetrol ahora tendrá que ser aprobada por el Congreso, y el gobierno tendrá que vérselas con los críticos que temen que sea apenas el primer paso a la privatización total de la empresa. La USO anunció una huelga nacional, y varios senadores de la oposición se aprestan a ponerle el palo a la rueda al proyecto cuando llegue al Congreso.

No será un trámite fácil. Y si la retórica de estos días es algún indicio, pulularán los advertencias sobre la amenaza de las 'trasnacionales'. Un discurso efectista, pero poco relevante para esta particular emisión de acciones, que estará dirigida al sector solidario (trabajadores, fondos de pensiones, cajas de compensación) y personas naturales. Para una multinacional tener apenas el 20 por ciento de una empresa, sin poder decisorio en la junta, no es una inversión atractiva.

Aunque en términos generales la reacción a la venta ha sido positiva, falta mucho camino por recorrer antes de hacerlo realidad. Algunos estiman que pueda durar más de un año. El primer paso necesario es conocer la valoración de Ecopetrol y esto por sí solo es un gallo. ¿Se debe valorar a 75 dólares el barril como está ahora? ¿O a 50 dólares? Siempre ha sido un imposible pronosticar el precio del barril futuro, pero incluso los más avezados admiten que hoy es incluso más difícil con la inestabilidad política en varios países productores y la estrechez en la oferta.

Cuando se contemplaba la creación de Ecopetrol en 1951, se pensó inicialmente en que fuera una empresa mixta. La iniciativa no prosperó porque no hubo interés del sector privado. ¿Fracasará este nuevo intento?