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PAN DE BONO

Por cuenta del buen nombre del país en los mercados financieros internacionales, Colombia decide cambiar su estrategia de endeudamiento externo.

26 de diciembre de 1994

QUE COLOMBIA HA SIDO UN deudor modelo en los mercados financieros internacionales es algo que se sabe desde hace rato. Al fin de cuentas fue el único país que no incumplió con sus obligaciones durante la dura crisis de la deuda en los años 80. Inclusive logró conseguir recursos frescos de la banca comercial al cabo de largas negociaciones, las cuales hoy forman parte ya de la historia. Créditos como el Jumbo, el Concorde o el Challenger constituyeron en su momento un hito en un mercado que no quería oír ni mencionar el nombre de América Latina.

Por supuesto, esos tiempos han cambiado. Los préstamos han regresado con fuerza a la región y naciones que antes estaban en la lista negra, como México o Argentina, tienen acceso a recursos frescos de crédito sin mayores dificultades. En todo este panorama Colombia ha recibido muchos reconocimientos, pero pocos premios. Como le dijera a SEMANA hace algunos años el economista estadounidense Rudiger Dornsbuch "a Colombia le pasa en materia de deuda lo que a las buenas personas: recibe muchas palmaditas en la espalda y va camino al cielo, pero tiene pocos beneficios en la tierra".

Sin embargo ha llegado la hora de comenzar a explotar la buena reputación. Al menos eso es lo que piensa el actual gobierno, que decidió variar suslancialmente la estrategia de la deuda externa que venía ensayando el país. "Nos estamos adaptando a los nuevos tiempos", dice el director de Crédito Público, Clemente del Valle.

El cambio es muy sencillo. Aunque la mayoría de la deuda externa pública del país va a venir todavía de las entidades multilaterales de crédito, como el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo, la deuda de otras fuentes se va a concentrar en bonos en lugar de créditos de los bancos comerciales.

En plata blanca, de los 6.900 millones de dólares que se quieren contratar entre 1994 y 1998, unos 3.200 millones saldrían de la banca multilateral, mientras que algo más de 2.500 millones corresponderían a operaciones con bonos. Por su parte, la banca comercial pondría una suma inferior a los 500 millones de dólares, cifra que contrasta con los 2.867 millones que va a recibir en amortizaciones durante el cuatrienio.

La cifra global que se quiere conseguir es equivalente a la que va a pagar el país. De tal manera, el monto de la deuda pública externa se va a mantener casi constante e incluso va a disminuir como proporción del Producto Interno del país o de la cifra de exportaciones. "Hay una reestructuración de fuentes", asegura del Valle.

Lo que está pasando es apenas un reflejo de lo que sucede en el resto del mundo. A medida que comprar papeles emitidos en América Latina se ha vuelto popular, los bonos han ocupado cada vez más las preferencias de los inversionistas. Para los países es una manera de conseguir dinero más barato -unos dos puntos porcentuales por debajo de lo que cobran los bancos-. Para los compradores es una alternativa que permite lograr una mayor rentabilidad.

En el caso de Colombia, el país tiene además la ventaja de ser, junto a Chile, el único en la región que tiene una calificación de riesgo lo suficientemente buena como para interesarle a ciertos inversionistas particularmente conservadores que manejan enormes volúmenes de fondos. Así ocurrió en la reciente colocación de bonos Yankees en el mercado estadounidense, cuando la emisión fue sobredemandada (hubo que vender más bonos de lo programado) y quedó en manos de compañías de seguros y fondos de pensiones en su mayoría.

No obstante, la presencia de Colombia es todavía limitada. Las emisiones de bonos latinoamericanos ascendieron a casi 11.000 millones de dólares en los primeros nueve meses de este año y Colombia apenas contribuyó con un 4 por ciento de esa cifra.

Hechos como ese llenan de optimismo al gobierno. Sin embargo se tiene claro que no todo será así de sencillo. Al fin de cuentas se trata de triplicar el ritmo que se había tenido hasta ahora, al tiempo que en otros mercados -como el de las acciones de empresas nacionales que se cotizan en el exterior o el de la deuda externa para el sector privado- Colombia tiene también una mayor presencia. De manera que el reto será el de saber administrar y dosificar las nuevas emisiones para que al país no se le queme el pan en la puerta del horno.-