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Perspectivas economicas

Las proyecciones de los expertos indican que 2002 será un año tan difícil como el actual.

27 de agosto de 2001

Afines de 2000 el pais creyó que iba a tener un respiro después de la crisis. Se había iniciado la reactivación y se esperaba que ésta perdurara. Pero no fue así. El crecimiento de este año llegará apenas a la mitad de lo pronosticado. Y la mala noticia es que 2002 será un año por lo menos tan duro como éste.

Si la situación mejora un poco en este mes y medio 2001 podría terminar con un crecimiento económico de 2 por ciento. Pero si sigue igual el resultado podría acercarse más a 1,5 por ciento. Es decir, menos de la mitad de la meta, 3,8 por ciento, que inicialmente se trazó el gobierno.

Este pobre desempeño se explica en el fondo porque hubo dos cosas que no marcharon como se deseaba. La primera de ellas es la economía de Estados Unidos.

Hace un año era muy popular entre los economistas la teoría del ‘aterrizaje suave’, según la cual el país del norte lograría frenar su desbocado dinamismo económico en una forma gradual y ordenada, sin caer en un estancamiento abrupto o en una recesión. Todas las proyecciones de alguna manera suponían que Estados Unidos lo lograría, pero no se dio. A mediados del año —y más aún después del 11 de septiembre— se hizo evidente que el frenazo sería más bien aparatoso.

Las consecuencias para Colombia no tardaron en hacerse sentir, pues las exportaciones hacia el país del norte pararon de crecer a mediados de este año y en los últimos meses han empezado a caer. Estas menores ventas de los empresarios colombianos a Estados Unidos, y el hecho de que la demanda interna no levantó cabeza, explican parte de la desaceleración que tuvo la economía del país en 2001.

La otra cosa que no marchó como se quería fue el petróleo. Todo el mundo esperaba que el volumen de exportación cayera en 2001 por el declive natural de los más grandes campos de producción, Cusiana y Cupiagua. Pero nadie previó una caída como la que hubo por efecto de la arremetida sin precedentes de las guerrillas contra el oleoducto Caño Limón-Coveñas, que le ha costado al país cerca de 450 millones de dólares.



Los nubarrones

Las mismas variables que oscurecieron el panorama económico en 2001, es decir, situación económica internacional y petróleo, seguirán siendo determinantes para el desempeño económico de Colombia el año que viene. De ellas dependen nada menos que las exportaciones, que han sido el principal jalonador de la actividad productiva en los últimos dos años.

Las perspectivas internacionales, por desgracia, no son alentadoras. En medio de la incertidumbre que genera la nueva guerra contra el terrorismo los expertos intentan ponerse de acuerdo sobre cómo va a evolucionar en los próximos meses la economía estadounidense, que está entrando en una recesión. Y es que la suerte económica de ese país en buena medida marcará la pauta de lo que ocurra en los demás— particularmente en los latinoamericanos—.

Es un debate salpicado por el abecedario. Algunos economistas pronostican para Estados Unidos una trayectoria en forma de ‘V’. Es decir, esperan un rebote rápido. Otros auguran una recuperación más lenta y hablan de una ‘U’, y no faltan unos pocos pesimistas que advierten sobre el riesgo de caer en una ‘L’.

El hecho es que la gran mayoría de los expertos se inclinan por la teoría del rebote rápido. Las agresivas reducciones en las tasas de interés por parte de la Reserva Federal, el aumento en el gasto público que ha ordenado el gobierno estadounidense, el repunte de las bolsas después del 11 de septiembre y el optimismo que generó la reciente toma de Kabul en Afganistán son razones de peso para esperar esta rápida recuperación, que de acuerdo con la mayoría de las proyecciones se daría en el segundo semestre de 2002.

“La vemos negra, sobre todo en el primer semestre del año entrante, pues la caída de la economía estadounidense se va a acentuar, afirma Javier Díaz, presidente de Analdex, el gremio de los exportadores colombianos. Esperamos, sin embargo, que el segundo semestre sea mejor por la recuperación”, añade.



El oro negro

Pero las ventas externas del país no sólo van a depender de Estados Unidos. También van a estar muy ligadas a lo que ocurra con el precio internacional de los principales productos de exportación. Ya han caído los de muchos de ellos, especialmente de los agrícolas. Pero más importante aún es el del petróleo. Al fin y al cabo el crudo es el principal producto de exportación de Colombia y, además, una fuente importante de recursos para el fisco.

El precio del petróleo ya cayó 24 por ciento con respecto al nivel que tenía antes del 11 de septiembre y hay razones para pensar que disminuirá aún más. La semana pasada el anuncio de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep) de hacer un recorte adicional en las exportaciones no hizo subir el precio. Por el contrario, éste cayó a su nivel más bajo desde junio de 1999, lo que confirmó que esta organización está perdiendo la capacidad de manipular el mercado. Ahora, con la menor demanda de combustible por el estancamiento de la economía mundial, hay quienes pronostican para 2002 unos precios incluso inferiores a los 20 dólares por barril.

Para Colombia esto es de por sí preocupante porque habrá menos divisas e ingresos para el gobierno. Pero hay un efecto indirecto que podría golpear incluso más fuerte a la economía nacional. Ocurre que el crecimiento económico de Venezuela —y en menor medida el de Ecuador— históricamente ha subido y bajado al vaivén de los precios del petróleo. Y no hay que olvidar que estos vecinos andinos son los principales clientes para las exportaciones de la industria colombiana.

“Hay dos razones para pensar que Venezuela no será el motor de las exportaciones colombianas que fue en 2000 y 2001. Primero, porque la economía venezolana crecerá, como mucho, 2,3 por ciento el año entrante. Segundo, porque están empezando a proteger, a poner todo tipo de trabas al comercio”, asegura Federico Kaune, analista del banco de inversión Goldman Sachs.

La situación del país vecino es realmente complicada. “El gobierno venezolano se resiste a dejar devaluar el bolívar. Con esta política ha bajado la inflación pero ha estrangulado la economía no petrolera”, afirma Díaz, de Analdex. Por mucho que lo intente el gobierno de Chávez no ha logrado contener del todo la salida de divisas —que se van no sólo por razones económicas sino también políticas—. Si las cosas siguen como van Venezuela se verá obligada, tarde o temprano, a devaluar su moneda y caerá también en una recesión. Por ahora los empresarios colombianos cruzan los dedos para que esto no vaya a ocurrir muy pronto.

De manera que el próximo año pinta más bien malo para el sector externo. Hay, sin embargo, una luz de esperanza. La ampliación y prolongación del Atpa, el tratado de preferencias arancelarias que Estados Unidos otorga a los países andinos, se discute actualmente en el Congreso de ese país. Si se renueva y se abre para incluir más productos el Atpa sería una ventana de oportunidad para los exportadores colombianos.



Crecer desde adentro

Las esperanzas de una reactivación de la economía ahora están cifradas en el mercado interno. En los últimos tres años éste tuvo un crecimiento bastante flojo, debido en buena medida al alto desempleo y a que la crisis castigó duramente el bolsillo y la capacidad adquisitiva de los colombianos. En el año que viene no se espera una disminución importante del desempleo ni un aumento notorio de los salarios y los ingresos de la gente. No obstante, hay otros factores que podrían imprimirle un nuevo dinamismo a la demanda interna.

Uno de ellos es el gasto público. Dentro de las restricciones que impone el ajuste fiscal en los últimos meses de este gobierno se ejecutará un importante paquete de inversiones. Varios de los programas del componente social del Plan Colombia, las medidas de choque para reactivar la construcción y el mismo plan de ayuda a los cafeteros hacen parte de este paquete que le dará un empujón a la economía.

“Además no hay que olvidar que el próximo año hay elecciones. Históricamente se ha observado una relación entre el dinamismo económico y los períodos electorales”, afirma Alvaro Reyes, investigador de econometría. Es algo que se explica, no sólo por el mayor gasto público sino por la enorme cantidad de recursos que mueven las campañas para el Congreso y la Presidencia.

Otra cosa que podría jugar a favor de un aumento en la demanda interna es la reducción en las tasas de interés. A lo largo de este año el Banco del República no ha vacilado en reducirlas para contrarrestar el bajo dinamismo de la actividad productiva y no se descarta que haya más disminuciones en lo que queda de 2001 o el año entrante. De acuerdo con los expertos el remedio de las tasas bajas tarda varios meses en hacer su efecto. Es decir, en impulsar la economía. Por eso las autoridades esperan que en 2002 esta medida por fin se traduzca en un mayor crecimiento del crédito y el consumo.

De otro lado, irónicamente los atentados del 11 de septiembre y el pánico que se vive en Estados Unidos por la amenaza de la guerra biológica podría tener un efecto positivo para la economía colombiana. La mayor percepción de inseguridad en el exterior podría ayudar a que no salga del país tanta plata, ni tanta gente, como han salido en el pasado. “De hecho, ya hay algunas señales de que la gente está volviendo al país y trayendo su plata. Esto podría dinamizar algunos mercados, como el inmobiliario”, afirma Juan Carlos Echeverri, director del Departamento Nacional de Planeación.

¿Qué tanto podrá aumentar la demanda interna y así darle a la economía el impulso que tan urgentemente necesita? No es claro aún. Dependerá en buena medida de la confianza que se tengan los colombianos para comprar más y, sobre todo, para embarcarse en nuevos proyectos de inversión.



Las tareas

Como están las cosas actualmente los inversionistas extranjeros parecieran tener más confianza en el país que los propios colombianos. Al menos así lo sugiere una variable clave, que es el riesgo país. La prima que exigen los inversionistas por arriesgar su plata en Colombia se ha reducido notoriamente a lo largo de este año, a diferencia de lo que ha ocurrido en la mayoría de países latinoamericanos.

En el fondo esto se debe a que el gobierno ha hecho importantes avances para sanear las finanzas públicas. Y es que, como lo demuestra la triste experiencia de Argentina, no hay mayor amenaza para la estabilidad y la viabilidad económica de un país que un gobierno que gasta más plata de la que recibe hasta quedar sepultado bajo el peso de la deuda.

Por eso la aprobación de la ley de ajuste fiscal territorial, la reforma tributaria y la de las transferencias, aunque han sido medidas dolorosas, terminaron por tranquilizar a quienes les prestan plata al gobierno y a las empresas colombianas. “Los mercados internacionales ya reconocen los avances hechos. Esto nos ha permitido mantener estables y controladas las tasas de interés y la tasa de cambio”, asegura Juan Manuel Santos, ministro de Hacienda.

Todo indica que esta estabilidad se va a mantener el próximo año. La razón es que el gobierno ya consiguió por adelantado casi toda la plata que necesita pedir prestada en el exterior para financiar el déficit fiscal de 2002. Es probable que termine de conseguirla toda antes de finalizar este año. Así, Colombia estaría en buena medida blindada para resistir la sequía de capitales extranjeros que se ve venir, pues Argentina está a punto de incumplir el pago de su deuda. Y cuando esto ocurra los inversionistas no van a querer saber nada de los llamados países emergentes por un buen tiempo.

Pero todavía no se puede cantar victoria. El ajuste fiscal en el país todavía no ha terminado. Gobierno y analistas consideran que para completarlo hacen falta dos reformas económicas de grueso calibre. La de la ley 60, que se tramita actualmente en el Congreso y busca reorganizar el gasto público en las entidades territoriales. Y la famosa reforma pensional, que el gobierno planea llevar al Congreso en los próximos meses. “Con esta reforma se cierra el capítulo del sudor y lágrimas y se consolida la estabilización de la economía”, concluye el ministro Santos.



Los buenos tiempos

De acuerdo con los pronósticos de los principales analistas el crecimiento de la economía el próximo año será muy cercano al 2 por ciento. El hecho de que este desempeño sea similar al del resto de América Latina le sirve de poco consuelo a un país como Colombia, que durante décadas se acostumbró a crecer al 4 por ciento —o más—, y que en los actuales momentos necesita mucho más crecimiento económico para aliviar sus agobiantes problemas sociales.

Pero también es cierto que el país no tendrá esperanzas de volver a crecer como en los buenos tiempos mientras no resuelva dos variables de fondo. La primera —y más difícil— la inseguridad y la violencia. Ni el año entrante ni el siguiente podrá firmar la paz, ni derrotar militarmente a las guerrillas o desarticular a los paramilitares. Esto quiere decir que como telón de fondo del desempeño económico seguirán el secuestro, la extorsión, el miedo, todos enemigos de la inversión. Y sin inversión en grande no habrá crecimiento. Menos aún cuando los empresarios extranjeros y nacionales se han sensibilizado más frente al tema de la guerra colombiana como un factor de alto riesgo para sus inversiones.

La otra variable es puramente económica: sólo hasta que el país termine la tarea de cuadrar las finanzas públicas y de desterrar el fantasma de déficit de una buena vez podrá de nuevo enrutarse en una senda de estabilidad de mediano plazo sobre la cual se sostenga un crecimiento sólido. El primer paso es creer que el país es capaz.