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POR LA CARRETERA PANAMERICANA

Exportar sus productos a los países de la región es una de las salidas que tienen las ensambladoras nacionales para sacarle el quite a la disminución en las ventas de vehículos.

1 de enero de 1996

COMPRE AHORA Y PAGUE DESPUES. ESA ley no escrita del comercio parece ser una de las preferidas del sector automotor por estos días. Ante la imposibilidad de cambiar el aumento en el IVA para los vehículos, que se anuncia ante la inminente aprobación de la reforma tributaria, muchas de las compañías que están metidas en el negocio decidieron utilizar la medida como un arma publicitaria para que la gente adquiera carro ahora y no espere hasta 1996, cuando podrá costar más como consecuencia de los mayores impuestos.
La estrategia es comprensible, pues las ventas del sector siguen con su tendencia a la baja, de manera que ni las ensambladoras ni los importadores pueden resignarse a ver cómo las medidas del gobierno los arrastran. El ritmo que llevan, aunque no es preocupante, sí muestra que el boom que comenzó en 1992 ya llegó a su fin. Entre enero y octubre de este año se vendieron en Colombia 117.839 vehículos -incluidos automóviles, camperos, pick up, vans, camiones y buses-, en tanto que durante igual período del año pasado se facturaron 120.795. Eso muestra una caída del 2,5 por ciento.
Las razones que explican ese comportamiento son muy diversas, y van desde decir que, como toda fiesta, la de los carros se tenía que calmar, hasta plantear que las circunstancias económicas y políticas han sido adversas para el sector. Y algo hay de razón. El alto nivel de los intereses, la devaluación del peso y las medidas de restricción al crédito, entre otras, tenían que golpear al sector.
En cuanto a la devaluación, el latigazo lo sintieron especialmente los importadores, pues en tanto que el alza de precios de los vehículos nacionales no superará en promedio el 14 por ciento durante el año, las de los extranjeros estarán muy por encima de esa cifra. Y particularmente grave fue la cosa para quienes traen los carros desde Venezuela, pues como dijo el presidente de Ford Colombia, Leonardo Bracho, "el 60 por ciento de nuestros costos en ese país, donde también ha habido una fuerte devaluación, son en dólares, de manera que tuvimos presiones por lado y lado. Y además, la inflación allá estará cerca del 70 por ciento. Esas dos cosas unidas nos hicieron perder competitividad" .
Pero a la vez que hay elementos que han perjudicado la venta de vehículos, hay otras que le siguen siendo favorables. Y así lo demuestra el hecho de que, a pesar de la caída, la cifra de comercialización de automóviles es todavía muy superior a la de hace cinco años. Eso se debe, en parte, al buen comportamiento de la economía y a que todavía existe en Colombia una demanda insatisfecha, pues el promedio de vehículos por número de habitantes, que puede ser de un carro por cada 19 personas, sigue siendo inferior al de otros países de América Latina.

CUESTION DE MARCA
Pero, más allá de que las ventas vayan mal o bien, lo cierto es que ha habido una reacomodación total del mercado. "Ya no se puede hablar de que todos los importados han perdido terreno o que las nacionales lo han ganado, sino que hay marcas que se están consolidando y otras que están desapareciendo. Lo que nos toca hacer entonces es acomodarnos rápidamente a las tendencias que el mercado nos impone", dice Bracho, de Ford. Eso es particularmente cierto en el caso de los importados, en los que hubo marcas con aumentos de más del 50 por ciento, en tanto que otras tuvieron disminuciones de hasta el 100 por ciento.
También tiene mucho de cierto el planteamiento de muchos sobre que las ensambladoras supieron defender su pedazo de la torta, pues después de enviar señales de alarma en 1992 cuando sobre ellas se extendió el peligro de rebajar los aranceles para la importación de vehículos, hoy en día tienen más del 60 por ciento del mercado. "Nos ayudó la conciencia de que había que defender el mercado que habíamos ganado, y de hecho lo logramos", dice el presidente de Sofasa, Ricardo Obregón.
En el mundo de los nacionales, lo que ocurrió este año es que empresas como Sofasa aumentaron su participación del 12,1 por ciento del total de automóviles en los primeros 10 meses de 1994, a 15,3 en igual período de este año. La Compañía Colombiana Automotriz -CCA-, en cambio, pasó de dominar el 22,3 por ciento a tener el 20 por ciento. José Fernando Isaza, presidente de la empresa, dice sin embargo que "lo que ocurrió es que en octubre comenzamos un nuevo sistema de facturación, lo que explica en parte la caída". Además de eso, la CCA se vio muy perjudicada por la revaluación del yen frente al dólar. En cuanto a Colmotores, su participación aumentó del 22,3 por ciento al 24,9 por ciento del mercado, y siguió con el pedazo más grande del ponqué.
Con todo y que han logrado llevarse la tajada más importante, las ensambladoras tienen ante sus ojos un nuevo reto, si no quieren que el mercado se los lleve por delante, o al menos que los perjudique. Se trata de comenzar a sacar sus carros hacia otros países del Grupo Andino, pues como están las cosas ahora, Colombia es el mayor importador del grupo. Según José Fernando Isaza, "el nuestro sigue siendo el gran mercado para las importaciones, y no creo que sea fácil reversar esa tendencia rápidamente".
La razón para esa oscura perspectiva es que, actualmente, la relación con Venezuela es más o menos de ocho vehículos importados por uno exportado. Y si se tiene en cuenta que ese país está pendiente de una pronta y drástica devaluación, las cosas podrían empeorar. Desde Ecuador, a su vez, se importan cerca de 10.000 vehículos y se exportan unos 500, de acuerdo con los cálculos de Isaza.
Según las cifras de Fenalco, Colombia exportará 1.320 vehículos en 1995, lo cual sería una disminución del 38 por ciento frente al año pasado. No obstante, los datos de las compañías dicen que las ventas externas podrían ser cercanas a las 3.000 unidades, lo que significaría que al final del año se logró cambiar un poco la tendencia. Pero más allá de ese debate, la idea es que en 1996 comiencen en firme las exportaciones.
Al logro de ese incremento ayudarían básicamente dos cosas. La primera es que Renault vendió la planta de ensamblaje que tenía en Venezuela, por las dificultades que afronta la economía de ese país, y le dio la distribución a Sofasa de Colombia. Dicho factor podría aportar fácilmente unas 4.000 unidades, que en plata serían unos 40 millones de dólares de ingresos. La otra esperanza es la de Colmotores, que tiene planeado colocar 1.000 camiones Kodiak en el vecino país el próximo año. Si a eso se une el cálculo de la Compañía Colombiana Automotriz, que proyecta unas 2.000 unidades vendidas, la cifra total podría superar fácilmente los 7.000 vehículos exportados, que a pesar de ser una cantidad pequeña frente a los 45.000 que se podrían importar en 1996, ya significaría un cambio considerable. Fenalco es menos optimista y calcula las exportaciones en 4.000 unidades.
Lo más destacable, por encima de los pronósticos, es que las ensambladoras han empezado a mirar hacia afuera. Ricardo Obregón le dijo a SEMANA que "tenemos que aprender a exportar para estar listos en el momento en que entre en plena vigencia el tratado de libre comercio con México, y de esa manera convertirlo en una oportunidad". Propios y extraños coinciden en que en este terreno Colombia está todavía muy lejos de potencias regionales como México o Brasil, e incluso hay quienes aseguran que el país no está en la mira de los principales inversionistas que también han preferido a Venezuela y Argentina.
Pero el país tiene algunas posibilidades. La verdad es que entre más temprano comience el aprendizaje de exportar en serio los resultados serán mejores, y se podrán atraer nuevas inversiones. No solo se ampliará el tamaño del negocio, sino que será posible amortiguar golpes como el del año entrante cuando las cosas a nivel interno no serán fáciles, ni para las ensambladoras ni para los importadores, ya que los nuevos impuestos tendrán un innegable efecto sobre los precios. De manera que las alarmas que se encendieron cuando se bajaron los aranceles hace tres años podrían volver a prenderse, y la única forma de salvarse será buscando atajos y vías alternas para no quedarse atascados en la congestión de un mercado nacional que no dejará de ser difícil y competido.