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El superintendente, Francisco Reyes, dice que el computador mezcla 85 variables para seleccionar los auxiliares de la justicia. | Foto: Daniel Reina

INSTITUCIONES

¿Qué pasa en la Supersociedades?

Un decreto que modifica el régimen de los liquidadores alborotó un avispero y develó grandes tensiones en la entidad.

14 de noviembre de 2015

La Superintendencia de Sociedades es como la sala de urgencias de un gran hospital. Allí llegan las empresas que se encuentran en grave estado de salud en busca de tratamiento de emergencia. Muchas se curan y salen por sus propios medios. Otras terminan desahuciadas y hay que proceder a liquidarlas.

Los médicos que atienden estas empresas enfermas son auxiliares de la justicia, conocidos comúnmente como liquidadores, promotores y agentes interventores. Se trata de ejecutivos fundamentales para que la superintendencia pueda cumplir su papel de velar por la salud del sector empresarial.

Pues bien, en los últimos días un decreto que modifica los procedimientos para seleccionar estos profesionales armó un gran alboroto, y tensionó las relaciones de estos con el superintendente, Francisco Reyes. La medida endurece los requisitos para quienes aspiran a ser liquidadores, promotores e interventores, disminuye sus honorarios y pone en marcha una herramienta de selección automatizada.

Reyes tiene sus razones para impulsar estos cambios. Busca elevar los estándares de selección para tener las personas más idóneas y capacitadas, pues, en la mayoría de los casos, deben administrar miles de millones de pesos en activos. También considera que hay que ser más razonables en la remuneración que se les reconoce, ya que, en su criterio, algunos ganan demasiado. Además, afirma que con una selección automatizada –un computador que evalúa 85 variables– habrá más transparencia al escogerlos.

La contraparte tiene otra posición. Por ejemplo, sostiene que disminuir los honorarios en un 40 por ciento es contraproducente, pues no contribuye a contratar a los profesionales más expertos. Algunos de ellos le dijeron a SEMANA que el pago que se plantea no se compadece con la experiencia que deben acreditar y es totalmente ajeno a la realidad. Otra crítica es dejar que un computador haga la elección, pues sostienen que cada empresa es un mundo aparte y requiere un perfil particular. Se podrían correr muchos riesgos.

Ahora, más allá de quién tiene la razón, para algunos el malestar obedece más bien a la forma como fue manejado el tema. Dicen que si se hubiera socializado antes con los afectados –y no solo colgarlo en la página web para comentarios– la entidad se habría ahorrado esta tensión que no le cae bien en este momento.

Para tratar de apaciguar los ánimos, Reyes convocó la semana pasada al grupo de liquidadores, promotores e interventores inscritos (actualmente hay 350). Les dio las explicaciones y un parte de tranquilidad. “Queremos institucionalizar el trámite de selección para darles la oportunidad a los más capaces, no a los más conectados”, dijo.

Aclaró que en los procesos más complejos y grandes los seres humanos participarán para escoger el agente más adecuado y no solo lo hará el computador. Frente a los trámites para registrarse, entre ellos el examen, que despierta inquietudes, Reyes aseguró que dará el tiempo necesario para evitar traumatismos y les dijo que no busca atropellarlos.

Pero la verdad es que este episodio dejó al descubierto otros asuntos como la tensión que se vive en la superintendencia y la preocupación por la marcha de los procesos.

Aunque Reyes dice que no hay atasco ni embotellamientos, quienes conocen los procesos aseguran que avanzan lentamente debido a que los funcionarios y el propio despacho han dilatado sus decisiones, tal vez por exceso de prudencia. Otros se quejan de que el propio Reyes no apoya suficientemente a los liquidadores, y algunos llegan a decir que lo que más malestar genera es la forma como el superintendente trata a sus funcionarios. “No es el trato más adecuado”, dicen.

Ese ambiente caldeado no ayuda en este momento, cuando la superintendencia tiene abiertos los procesos más gordos y complejos de los últimos años: CDO, Prebuild, Conalvías, InterBolsa, Premium, Factor Group, los Nule, Friogán, solo para mencionar algunos. Tantos ruidos son inoportunos. Debería haber más bien un frente común en la entidad para resolver estos procesos que, además de complejos, tienen muchos enemigos externos.