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Precio con gasolina

Crece la polémica por el valor del combustible en el país. Los impuestos y, en algunos casos la libertad de precios, han impedido que la gasolina se ponga más barata.

22 de octubre de 2001

El 27 de diciembre pasado el gobierno anunció una reducción de 58 pesos en el precio del galón de gasolina corriente a partir del primero de enero. Pero, llegado el año nuevo, no todos los distribuidores minoristas del combustible se tomaron la molestia de cambiar los avisos que indican el precio para reducirlo. Fue algo que causó malestar entre los consumidores y puso otra vez en el ojo del huracán la regulación actual, que otorga a cada vendedor minorista la libertad de fijar el precio que le cobra al consumidor final. Fue evidente el contraste entre la unanimidad que habían mostrado los distribuidores cuando se trataba de subir el precio y la renuencia de algunos de ellos a seguir las indicaciones oficiales ahora que el valor de la gasolina está a la baja. El asunto, sin embargo, va más allá de la libertad de precios. Aun en los casos en que se observó la anunciada reducción de 58 pesos por galón ésta no dejó del todo satisfechos a quienes estaban esperando que el precio bajara aún más. Después del 11 de septiembre el precio de los combustibles en el mercado internacional ha caído un 25 por ciento. No obstante el precio de la gasolina en el país sólo ha bajado un 2 por ciento en los últimos meses. No han faltado quienes han hecho cálculos y han caído en cuenta de que el galón de gasolina corriente cuesta en Colombia 3.183 pesos mientras que en Estados Unidos el precio es de 2.350 pesos (1,02 dólares). Ante esta situación el senador Hugo Serrano declaró que hay errores en la fórmula utilizada para calcular el precio, pues en ella se incluye el cobro de un arancel de importación. En su concepto no debería ser así puesto que la mayoría de la gasolina se produce en el país y la que se importa proviene de Venezuela, que tiene libre comercio con Colombia. La teoria Toda esta polémica ha volcado la atención sobre el esquema que se utiliza para fijar los precios del combustible, el cual se adoptó a partir de enero de 1999, cuando hubo todo un ‘revolcón’ en este frente. Por un lado, se introdujo la competencia en la distribución minorista para que fuera el consumidor a través de sus decisiones de compra, y no el Estado, quien regulara los precios. Es la famosa libertad vigilada que se aplica en las ciudades capitales, que ha tenido resultados mixtos. Ante las quejas recientes el gobierno anunció una investigación para establecer si los distribuidores han abusado de esta libertad, en cuyo caso habría sanciones y se podría retornar al control de precios. De otra parte, en 1999 el valor del combustible se ató a la cotización internacional del mismo. Ecopetrol produce la mayoría de la gasolina que se consume en el país pero casi siempre hay que hacer importaciones para satisfacer la demanda. Hasta hace tres años la empresa estatal vendía el combustible a un precio que estaba por debajo del costo de importación. En otras palabras, estaba subsidiando la gasolina. En opinión del gobierno esto es difícil de justificar pues los más beneficiados con el subsidio son quienes poseen carro particular. De manera que se eliminó el subsidio y el precio del combustible se igualó al costo de importación. “Por esta razón se incluyeron los aranceles en la fórmula para calcular el precio”, afirma Luisa Fernanda Lafaurie, ministra de Minas. La practica Esta política explica por qué el galón de gasolina corriente que hace tres años valía 1.608 pesos hoy cueste casi el doble. En este período el precio internacional de los combustibles se triplicó y además el dólar se disparó. Lo que muchos se preguntan, sin embargo, es por qué si las cotizaciones externas han caído tanto en los últimos tres meses esto no se ha reflejado en el precio interno. Parte de la respuesta está en que la fórmula que se estableció para igualar el precio interno al costo de importación se quedó por un buen tiempo en el papel. La disparada del dólar y de las cotizaciones externas fue tal que, si se hubiera aplicado rigurosamente la fórmula original, el precio interno de la gasolina habría subido aún más de lo que lo hizo en los últimos tres años. El gobierno optó por hacer sucesivas modificaciones a la fórmula, que en el fondo apuntaban a utilizar como referencia un precio externo más bajo del que se observaba por esos días. De manera que a pesar de lo mucho que subió el valor de la gasolina en el país durante 1999, 2000 y 2001, se siguió vendiendo por debajo del costo de importación. Sólo a fines del año pasado, con la caída en el precio internacional de los combustibles, disminuyó el costo de importación de la gasolina hasta igualarse al precio interno. Por eso el primero bajó más que el segundo. Pero esta explicación no deja del todo contentos a los consumidores, quienes perciben que la gasolina en el país sigue siendo muy cara. Esto se debe a los impuestos, que son muchos. Además del IVA de 16 por ciento hay un impuesto global de 503 pesos por galón, y encima de éste la sobretasa de 20 por ciento. Estos tres tributos dan cuenta de 1.262 pesos de los 3.183 que cuesta un galón (ver gráfica). Los impuestos explican por qué la gasolina en el país es más cara que en otros países, como Estados Unidos. Allí no se no grava mucho el combustible, a diferencia de lo que hacen los europeos, que tienen unos impuestos cuatro veces más altos para desestimular el consumo y la contaminación. En cualquier caso los impuestos a la gasolina en Colombia son elevados, al menos en comparación con Estados Unidos, que tiene una gasolina más barata y un ingreso per cápita muy superior. Lo que queda claro con la polémica de los últimos días es que el público apenas está asimilando el esquema de precios que se adoptó hace tres años para la gasolina. En cuanto a la libertad de precios de los minoristas, el mejor control es el que pueden ejercer los mismos consumidores si le compran sólo a aquellos que venden más barato.