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PROSPERIDAD AL DEBE

Después de asustar al equipo económico y a los banqueros, el desborde crediticio tiene ahora en jaque a los deudores.

15 de agosto de 1994

EN DICIEMBRE PASADO, durante un cordial encuentro navideño entre los periodistas económicos y el presidente de la Asociación Bancaria, César González, el dirigente gremial advirtió su preocupación sobre el crecimiento desbordado de la cartera financiera en el país. " Un aumento del 50 por ciento en los préstamos, especialmente los destinados a consumo, distorsiona cualquier economía del mundo", dijo en esa ocasión. Con el paso de los días, su vaticinio se convirtió en el dolor de cabeza de las autoridades económicas y de los banqueros mismos.
Y, como si fuera poco, el dolor de cabeza lo viven ahora los acreedores del sistema financiero. Para nadie es un secreto que mucha gente está incumpliendo con los pagos de sus obligaciones financieras. Antes de que el mismo Banco de la República lo dijera hace algunas semanas, un estudio de Ascredibanco, entidad que maneja el sistema Visa de tarjetas de crédito en el país, ya había dado voces de alarma al respecto.
Lo que sucede es una repetición de una minicrisis de similar magnitud que se vivió en 1990 y que llevó a un inesperado y preocupante crecimiento en la cartera mala en la banca colombiana. Para ir un poco más lejos, parte de la crisis financiera de 1982 también estuvo alentada por un deterioro visible en la capacidad de pago de los deudores. Lo cierto es que, al 20 de mayo pasado, del total de la cartera vencida de los establecimientos de crédito, más de las dos terceras partes tenía seis meses en mora, el 26.7 por ciento entre seis y 12 meses, y el resto era cartera de más de 12 meses sin pago (ver gráfico).
A comienzos de junio pasado, Arturo Boada Benavides, director de Memorando Económico, publicación de la Fiduciaria Bermúdez y Valenzuela, dió los primeros toques de alarma. Para él, un crecimiento de la cartera vencida de los establecimientos bancarios en más de un 17 por ciento en los últimos 11 meses, no resulta excesivo. Sin embargo, la cifra escondía una gran verdad contable. En otras palabras, que las entidades financieras pueden castigar cartera con lo cual consiguen presentar unas cifras menos inquietantes.
Ese castigo involucra la desaparición de sus activos malos (la cartera sobre la que existen pocas posibilidades de recuperación) en los estados financieros, aunque continúen con las acciones jurídicas del caso para recuperar los dineros adeudados. "La reducción anotada en la cartera con más de un año de vencida seguramente obedece en su mayor parte a los castigos de cartera registrados por los establecimientos bancarios dentro de la práctica normal de 'depurar' los estados financieros", concluyó Boada, ex funcionario de la Superintendencia Bancaria, a quien en esa entidad le tocó vivir en carne propia los coletazos de la crisis financiera de 1982.
Pero no todos están de acuerdo con su apreciación. El mismo presidente de la Asobancaria niega que la cartera se esté deteriorando y advierte que, por el contrario, la situación está mejorando para el sistema financiero que él representa. Por eso hay quienes le recuerdan hoy su amnesia sobre las implicaciones de sus premoniciones decembrinas. Incluso Javier Fernández Riva, presidente de la ANIF, el otro gremio del sector financiero, está en desacuerdo con su colega. Para él es preocupante que la cartera esté concentrada en el crédito de consumo, porque eso significa que los colombianos están viviendo de una prosperidad al debe, y también está de acuerdo en que los niveles de demora en los pagos no son muy buenos.
Pero la verdad de todo este asunto es que aunque los índices no sean los mejores, la magnitud del problema no puede compararse con 1982. Hoy sí existen las suficientes protecciones (garantías) para las deudas, porque el sistema financiero se profesionalizó en esa materia. Por eso no puede haber alarma sobre un posible crack financiero. Lo que se prevé es que después del junio negro que se vivió en materia monetaria y se reflejó en los severos índices de iliquidez actuales, y las denuncias sobre crecimiento desaforado de los préstamos para consumo, el crédito será por estos días un artículo difícil de conseguir. Ya hubo señales claras del Banco de la República hacia el sistema financiero para que él mismo se meta en cintura. No obstante, como dice Javier Fernández, a muy pocos banqueros se les puede decir de frente que dejen de hacer su oficio de la noche a la mañana. Es decir, que dejen de prestar. -