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Las empresas en Bolsa se han desvalorizado en todos los países

PORTADA.

Se agrava la crisis

Las Bolsas siguen cayendo, el precio del petróleo se desplomó y las empresas anuncian despidos masivos. El temor ya no es si hay recesión, sino qué tan profunda será la crisis y cuánto durará.

25 de octubre de 2008

La confianza parece un artículo de lujo por estos días. Hasta el ciudadano más desprevenido en cualquier andén de cualquier ciudad del mundo está asustado y teme que la crisis que recorre el planeta pronto tocará su puerta. Y razones no le faltan. El tsunami financiero, lejos de bajar su intensidad, sigue cogiendo fuerza y empieza a sacudir otros sectores de la economía que veían desde lejos los vientos huracanados que nacieron en Wall Street.

Los mercados bursátiles acaban de vivir otra semana negra. Una más. Los comisionistas, banqueros y altos ejecutivos, que hasta hace poco desplegaban ante los demás toda su seguridad en sí mismos y sus pronósticos 'infalibles', hoy sólo acuden a Dios. El viernes pasado, cuando se cumplían 79 años del día en que sucumbió Wall Street y que marcó el inicio de la Gran Depresión de 1929, los índices accionarios cayeron sin misericordia en todos los países.

La Bolsa de Rusia se desplomó casi un 14 por ciento, lo que provocó la suspensión de sus operaciones hasta este martes. Las europeas tocaron los niveles más bajos de los últimos cuatro años y lo propio ocurrió con las asiáticas, mientras el miedo hizo estragos en la Bolsa de Nueva York, que cayó el viernes otro 3,5 por ciento. Los mercados latinoamericanos acompañaron al resto del mundo con descensos superiores al 8 por ciento. La Bolsa colombiana acumuló una pérdida del 37 por ciento en lo corrido del año, y octubre pasará como el peor mes en su historia.

Ahora, los mercados parecen más asustados por el tamaño que tendrá la recesión que por su llegada misma. Como dice Daniel Velandia Campo, jefe de investigaciones económicas de la firma Ultrabursátiles, en el fondo, "todos sabemos que hay una recesión generalizada en los países desarrollados. El asunto es cuáles serán su profundidad y su duración".

Efectivamente, el Reino Unido confirmó el viernes pasado que su economía se contrajo en 0,5 por ciento en el tercer trimestre del año, el mayor descenso desde 1992. Esto lo único que hizo fue confirmar que entró en recesión y esa es una muy mala noticia para el resto de Europa. Francia también ya presentó caída en su Producto Interno Bruto y en España se habla de la peor crisis en 30 años.

China registró un crecimiento del 9 por ciento en el tercer trimestre de este año, una cifra menor al 12,2 por ciento que tuvo en el mismo lapso de 2007. Esa cifra, que para cualquier país es un crecimiento extraordinario, para China es una pésima noticia para el mundo. Y todo tiene una explicación: es la primera vez que China crece por debajo del 10 por ciento desde finales de 2005. Esto tiene un impacto profundo para todos los demás países. Los precios del acero caen, las ventas de carros se frenan, la demanda por productos básicos se desacelera. Para muchos analistas, esta es otra señal inequívoca de que los efectos de la crisis gringa se reflejan en todas partes.

A estas alturas, nadie tiene dudas del reversazo en la economía mundial. Ni siquiera el recorte que anunció la Organización de Países Exportadores de Petróleo (Opep), de 1,5 millones de barriles, hizo subir el precio del crudo. Ante la evidencia de la menor demanda en Estados Unidos, el petróleo cayó a los mínimos en 18 meses, al ubicarse en el rango de 60 dólares el barril. Desde el nivel récord que alcanzó en julio, ha caído un 60 por ciento.

Pero si hasta el oro, que hasta hace poco era la esperanza de los inversionistas, está cayendo, ¿qué se puede esperar? El viernes la onza se cotizó a 694 dólares, cuando hace pocos meses se acercó a los 900. Parece que el dólar es el único refugio que calma el nerviosismo de los inversionistas que han salido en estampida de las acciones en Bolsa y de los commodities.

Para Colombia todas son pésimas noticias. Los efectos de la crisis seguramente se sentirán con mayor intensidad el próximo año y afectarán la producción nacional, dadas las dificultades que enfrentan los principales socios comerciales, Estados Unidos y Venezuela, por la caída en la actividad económica y los menores precios del petróleo. Aunque el gobierno bajó la meta de crecimiento para el próximo año al 3,5 por ciento, muchos creen que será muy inferior. El ex ministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo pronostica el 2 por ciento, y María Mercedes Cuéllar, presidenta de la Asobancaria, el 3 por ciento. (Ver artículo sobre Colombia, en la página 62).

El Banco de la República confirmó el viernes pasado el debilitamiento de la actividad productiva en Colombia, en especial de la industria y el comercio. Aunque reconoció que las empresas están sintiendo los efectos negativos del aumento en los costos y la caída de la demanda, la Junta decidió no bajar las tasas de interés, pero utilizará algunos instrumentos que tiene para aumentar la liquidez de los bancos.

En este momento nadie puede sentirse a salvo. Si bien la crisis comenzó en el sector financiero, ya se está transfiriendo hacia otros sectores. Eso es lógico, dice Ángel Vargas, de la firma Correval, "las restricciones del crédito y la desconfianza cerrarán las posibilidades de financiación de las empresas, lo que llevará a un contagio en el sector real".

Para muestra un botón. Sony, el bastión de la economía japonesa, aparentemente nada tiene que ver con la crisis financiera, pero el viernes su acción cayó el 14 por ciento en la Bolsa de Tokio. Ese es el nivel más bajo en 13 años. La menor demanda por sus productos afectará sus resultados futuros. De hecho, ya se está viendo. También, las utilidades de Samsung, el mayor productor de chips, cayeron en 44 por ciento en el tercer trimestre.

Con este panorama, los trabajadores sólo pueden sentarse a esperar lo peor: despidos. Muchas empresas, para mantener sus niveles de rentabilidad, han decidido recortar sus gastos, empezando por la planta de personal.

La semana pasada hubo fila para hacer anuncios. Chrysler dijo que reducirá en 25 por ciento sus empleos. Esto significa que saldrán de 5.000 funcionarios. Una decisión similar había tomado Renault, con un recorte de 6.000 empleos en Europa. El turno es para General Motors.

En otros sectores, como el tecnológico y el de servicios, también habrá recortes. Xerox y Coca Cola dijeron que habrá reducción, pero no se sabe de cuánto. Merck, que ya había eliminado 10.400 empleos en los últimos tres años, ahora recortará otros 7.200. Yahoo dijo que sacará 1.500 personas para completar la reorganización administrativa. Dell ha licenciado desde el año pasado hasta la fecha 8.900 personas en todo el mundo, el 10 por ciento de su plantilla, y Bank of America prepara la salida de cientos de empleados, como consecuencia de la adquisición del banco de inversión Merrill Lynch.

Sin duda, este es el efecto más perverso de la crisis. Ya del sistema financiero en Estados Unidos se han quedado sin puesto 172.000 personas. España acaba de revelar que la tasa de desempleo para el tercer trimestre del año subió al 11,3 por ciento, el nivel más alto en los últimos cuatro años. Es la primera vez, en 14 años, que en España se pierde empleo. Esa tasa de desempleo es dramática para un país desarrollado.

¿Qué más podrá pasar en las próximas semanas? Con esta incertidumbre no es fácil acertar en los pronósticos. Lo que todo el mundo esperaría es que se calmen los mercados porque de seguir el efecto dominó, lo único que queda es rezar para que la crisis no se profundice.