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¿SE MARCHITO EL NEGOCIO?

La revaluación interna y el entrabamiento a las importaciones por parte de Estados Unidos, amenazan en serio la producción de flores colombianas.

10 de octubre de 1994

NO TODO HA SIDO COLOR DE ROSA PARA los floricultores colombianos en los últimos años. Si bien el renglón ha sido uno de los más dinámicos entre las exportaciones no tradicionales del país, su camino está rodeado de espinas. Sólo la historia de persecución emprendida por los cultivadores estadounidenses es como una telenovela por capítulos. Durante los últimos 10 años han logrado 11 investigaciones contra los colombianos, acusados de dumping (competencia desleal) y de no pagar derechos compensatorios. Aunque las luchas habían sido casi sin cuartel, en febrero pasado se desató la más compleja.

Y la batalla sucede precisamente cuando el negocio afronta una de sus peores crisis, luego de 24 años de crecimiento de la industria exportadora de flores. Por una parte, la devaluación ha mermado los ingresos de los productores. Y al mismo tiempo, los cultivadores -particularmente los de rosas- deben defenderse de las acusaciones por competencia desleal. En esa puja Asocolflores ha gastado unos 700.000 dólares para cancelar los honorarios de las firmas de abogados que adelantan la defensa de los exportadores colombianos ante el Departamento de Comercio de Estados Unidos (DOC), en coordinación con la Embajada en Washington.

Dependiendo del resultado de una decisión preliminar que sobre el asunto se producirá en el transcurso de esta semana, los costos de la defensa podrían duplicarse si no hay un resultado favorable. Aunque el fallo sea contrario, como muchos analistas apuestan, la decisión se puede apelar y sus efectos sólo se aplicarían cuando se adopte la decisión final prevista para diciembre. A este respecto, Daniel Mazuera, ministro de Comercio Exterior, dijo a SEMANA que "el gobierno estudia la posibilidad de asumir los costos de la defensa de los floricultores como un mecanismo de compensación para el sector". Esta actitud había sido estudiada por el gobierno anterior que en su momento descartó acudir a este recurso por considerarlo contraproducente.
En términos prácticos se plantean tres escenarios posibles para la sanción de dumping. Si el DOC utiliza la metodología tradicional, la sanción podría ser una tasa de depósito de 1 o 2 por ciento del dumping calculado. Sin embargo, se puede esperar una metodología más rígida que implicaría una sanción entre un 3 y un 7 por ciento. A pesar de esto, la mayor preocupación de los floricultores radica en la posibilidad de que se contemple la metodología que compara el precio con terceros mercados: Europa, Argentina y Canadá. Si un exportador colombiano ha vendido en algún día, semana o mes, una o 100 cajas de rosas a Alemania, por ejemplo, y lo ha hecho a un precio superior al cual vendió rosas en el mercado de Estados Unidos, ese mismo día, semana o mes, automáticamente se hace acreedor a sanciones arancelarias compensatorias que lo sacan del mercado en Estados Unidos.

De aplicar esa última metodología, la sanción puede ser de un 40 por ciento, lo que en la práctica podría significar el abandono de esos mercados y la inundación de rosas en el mercado estadounidense con la consiguiente caída de los precios. Esto marcaría el fin del negocio para numerosos floricultores.

Sin embargo, esa visión apocalíptica puede estar desfasada. Una fuente del gobierno consultada por SEMANA sostuvo que "el negocio no se está acabando, aunque se ha apretado mucho. Suponiendo que la sanción sea leve, tampoco se pueden esperar maravillas. Está ocurriendo un proceso de selección natural en el que los productores débiles salen del mercado". Lo cierto del caso es que sí se han presentado algunos síntomas de decaimiento en el sector. Según datos de Asocolflores, de los 450 cultivadores que había en 1992, se pasó a 441 en 1993, y en el presente año 18 empresas más se han liquidado. Además, de las 4.200 hectáreas cultivadas hace dos años, pasaron a 4.130 en 1993. Y como el recorte también tiene que ver con el rubro de personal, de 75.600 trabajadores en el sector en 1992, pasaron a 74.600 el año pasado.

Y desde el punto de vista del mercado, también se presenta una caída de las exportaciones hacia Estados Unidos, el mayor comprador de flores colombianas. En los primeros siete meses de 1993, según cifras estadounidenses se importaron 1.135 millones de unidades de flores desde Colombia. Hasta julio de este año, sin embargo, sólo se han importado 1.044 millones, lo que significa una reducción del 8 por ciento.

La preocupación del gremio tiene cierta validez. Al fin y al cabo la floricultura ocupa miles de personas y genera ingresos cercanos a los 400 millones de dólares al año. Por lo pronto, la decisión final de la demanda sólo se conocerá en diciembre. Pero una cosa sí parece cierta: la aplicación de la legislación antidumping en Estados Unidos se mantendrá y si los floricultores no se despiertan y diversifican su producción como en su momento lo sugirió el informe de la firma Monitor que estudió la competividad del sector, las posibilidades del negocio tenderán a la baja.