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El presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke, preparó a los mercados para un cambio en su estrategia monetaria, ante las expectativas de una mejora en la economía estadounidense. | Foto: AFP

INVERSIONES

¡Susto en los mercados!

Los inversionistas están nerviosos. El dólar se ha fortalecido, las monedas locales depreciado y las acciones desvalorizado.

29 de junio de 2013

Por increíble que parezca, las mejores perspectivas que se vislumbran para la economía estadounidense están causando estragos en los mercados internacionales. Alrededor del mundo se han desvalorizado las acciones y los títulos de renta fija, mientras que el dólar se ha fortalecido y el riesgo ha desmejorado para muchos mercados emergentes.

El remezón financiero se desató desde que el presidente de la Reserva Federal, FED, (banco central de Estados Unidos) Ben Bernanke dejó entrever que pronto habrá un cambio en la estrategia monetaria que ha implementado la entidad desde 2008, cuando comenzó la crisis económica que llevó a la recesión mundial. 

Durante los últimos cinco años, la FED le ha dado una gran liquidez al mercado, inyectándole cada mes 85.000 millones de dólares y ha  mantenido en cero las tasas de interés. Esta posición ha sido muy beneficiosa para los inversionistas y en especial para los países emergentes que han recibido enormes flujos de capital que han ayudado a su crecimiento.

Aunque todavía no se sabe con exactitud cuándo se dará el giro en la política monetaria, pues según Bernanke esta comenzaría cuando la tasa de desempleo en Estados Unidos llegue al 6,5 por ciento (actualmente está en el 7,5 por ciento), los inversionistas solo leyeron que se aproxima el retiro de la liquidez y eso provocará alza en las tasas de interés. 

¡Quién dijo miedo! Como los mercados son histéricos, reaccionaron con una recomposición global de los portafolios de los inversionistas, y eso está afectando a todos los activos financieros del planeta. Dentro de los movimientos se ha visto un retorno de los flujos de portafolio hacia Estados Unidos y otras economías avanzadas debido a las perspectivas de un aumento en sus rentabilidades.  

Lo que debería ser una buena noticia –que la mayor economía del planeta se esté recuperando– se ha vuelto un motivo de preocupación.  La razón de esta paradoja, según los expertos, está en el hecho de que muchas de las economías emergentes –Colombia incluida– estaban basando su crecimiento en la fórmula que combina la llegada de gigantescos flujos de capital –estimulados por las bajísimas tasas de interés en Estados Unidos y en Europa–, y los altos precios de las materias primas. Si se frenan estos capitales, se deterioran las perspectivas de crecimiento de muchos países. 

Otro motivo de preocupación es el hecho de que el mundo está entrado en un terreno desconocido. Nunca antes la economía internacional había tenido un periodo de tanta liquidez como los cinco años anteriores y por tanto nadie sabe cuáles serán los efectos de su retiro. Aunque habrá un periodo de ajuste hasta volver a la normalidad monetaria, el temor de los analistas es que en el transcurso de este lapso, habría muchas pérdidas.

Remezón local

En Colombia el remezón financiero se ha sentido en los mercados de manera intensa. Los títulos de deuda pública (TES) con los cuales se financia el gobierno se han desvalorizado, la bolsa de valores se ha resentido y el peso se ha devaluado. Esta combinación está causando un enorme daño a los portafolios de inversión de los bancos, las fiduciarias y los fondos de pensiones donde tienen su plata los trabajadores colombianos que aspiran a pensionarse.

Daniel Castellanos, vicepresidente económico de la Asobancaria, señala que durante los últimos dos meses, la tasa de interés en el mercado secundario de los TES con vencimiento en 2024 aumentó 202 puntos básicos; el peso se depreció un 6,1 por ciento y el Índice General de la Bolsa de Colombia (IGBC) disminuyó un 4,6 por ciento. 

Calcula que hasta el momento el efecto más preocupante son las cuantiosas pérdidas del sistema financiero, que pueden ascender a 11 billones de pesos (equivalentes al 1,6 por ciento del PIB), dentro de las cuales las mayores corresponden a los fondos de pensiones (3,1 billones), a los bancos (2,4 billones), a las fiducias públicas (1,9 billones) y a otras entidades públicas (0,82 billones).

En otras palabras, los afiliados a los fondos de pensiones obligatorios y voluntarios se tienen que ir preparando para el duro golpe. También es preocupante para el gobierno puesto que las mayores tasas de interés de la deuda pública en el mercado secundario encarecen su financiación.
Por el lado de la banca, este revolcón en los mercados se reflejará en el P&G. Según Castellanos es posible comenzar a ver pérdidas en los próximos resultados que entreguen las instituciones financieras y, además podría frenarse el flujo de recursos esperado para los créditos de vivienda y encarecerlos. Y “en alguna medida dificultar la  aceleración de la actividad económica que se predice para el segundo semestre del año”, dice.

A estas preocupantes noticias hay que sumarle que América Latina ha comenzado a perder el brillo que tenía. Armando Montenegro tituló su última columna en El Espectador ‘Se acabó la fiesta’. Según el exministro, “así como la revaluación fue la marca de la prosperidad pasada, la devaluación registra el cambio de signo de los tiempos”.  Todas las monedas de la región se están depreciando. En los últimos tres meses, el real brasileño se ha devaluado casi el 12 por ciento; el sol peruano el 10,6;  el peso chileno el 9 por ciento y el peso mexicano el 8,6. La devaluación del peso colombiano en lo que va corrido del año es del 9 por ciento, con énfasis en los últimos dos meses.

Montenegro también dice que para acabar de deslucir el panorama de América Latina los precios de los commodities (oro, maíz, azúcar, café, carbón, entre otros), que antes impulsaron la bonanza, ahora están de caída. Y no menos inquietud está causando entre los economistas China, que ha disminuido de manera notable su ritmo de actividad este año y que ahora trata de concentrarse en el mercado local, algo que no le conviene al mundo, que depende de que los chinos compren sus materias primas.

Ahora bien, aunque esta es la fotografía que ven hoy los mercados, en un plazo más largo el análisis puede ser más alentador. La recuperación de la economía más grande del mundo es muy buena noticia, pues eso traerá aumento en el  precio del petróleo –por mayor consumo– y estimulará las exportaciones de los emergentes  hacia ese mercado. En el caso colombiano, la idea es que el país no solo dependa de los commodities, sino que aproveche el TLC con Estados Unidos para que otras manufacturas lleguen a ese mercado. 

En síntesis, hay que decir que muchas de las cosas que están pasando hoy en el país se deben a los vientos externos. La desvalorización de la deuda pública no fue causada por el deterioro de los fundamentales fiscales ni macroeconómicos, ni por la desvalorización de las acciones a causa de la debilidad de las empresas. Y a decir verdad, en la subida del dólar tuvo que ver más el fenómeno internacional, que las medidas del gobierno y el Emisor para detener la caída de la moneda estadounidense.

Ahora habrá que esperar que se dé el ajuste internacional para que los mercados vuelvan a la calma. Cuánto puede durar esto, no se sabe. El mejor consejo para los inversionistas, cuando hay momentos de nerviosismo financiero, es mantener la calma. Por que como dice Manuel García, gerente de inversiones de Skandia, en economía también se aplica la máxima de “no tomes decisiones cuando estás enojado, ni hagas promesas cuando estás feliz”.